La Renacionalización de PDVSA

Emilio Rivas P.

Periodista, Investigador

Harakiri de la meritocracia petrolera, que eligió el sabotaje

La alta gerencia de la estatal venezolana Petróleos de Venezuela (PDVSA) se presentó siempre como la cima de la eficiencia, la eficacia y la pulcritud en el manejo de una empresa pública. Solo ellos, decían, podían manejar un negocio tan complejo. Pero así le fue a Venezuela. Falta develar muchos misterios que aun permanecen en la caja negra de contabilidad de PDVSA, un Estado dentro del Estado. Hoy el gobierno parece dispuesto a abrir esa caja negra para dejar al descubierto las enormes cantidades de dinero estafadas a la nación y los groseros privilegios acumulados por esta auto calificada "meritocracia petrolera", además de la compleja red de intereses que han desarrollado en el marco de la denominada tercerización (outsourcing) y de sus relaciones poco sonetos con trasnacionales y proveedores extranjeros.

Esta "meritocracia" fue propulsora del golpe de Estado de abril y del saboteo de la principal industria y principal fuente de ingresos fiscales, poniendo en peligro la salud de la economía -y de los venezolanos- y el futuro del país.

Pero ha llegado la hora de reconquistar la industria, de renacionalizarla, de ponerla al servicio de la seguridad integral de Venezuela y de quienes la integran, señaló el presidente de la empresa -y ex secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)-Alí Rodríguez Araque. El 2003 será el año de la reestructuración total de la empresa y de su renacionalización. Y dentro de la reestructuración estará la reformulación de los sistemas de distribución interna del combustible (formación de cooperativas de camiones cisternas), y la provisión de bienes y servicios de empresarios nacionales a PDVSA, que en 2002 los compró por ocho mil millones de dólares en el exterior, de empresas transnacionales y socias de su gerencia mayor.

De unos 33 mil empleados que tiene la estatal venezolana, seis mil son parte de la alta gerencia y del nivel de supervisión que forman parte de la burocracia residenciada en Caracas, con salarios estrafalarios y cuyo costo es de mil millones de dólares al año. Noventa gerentes fueron despedidos, y muchos otros se quedaran sin trabajo y quizá pasen a la justicia penal por actos de sabotaje. Pero este gobierno siempre se ha caracterizado en darle otra oportunidad a la gente: así sucedió en abril (y quizá ésta sea la consecuencia), y ahora intentara no perder mucho de este capital humano que con tanto esfuerzo y dinero ha formado.

Todo el poder político

Lo que preocupa de esta huelga petrolera, es que de triunfar se estaría institucionalizando un poder político tan gigantesco en manos de la gerencia de PDVSA, que no sólo les permitiría poner y quitar presidentes, sino de hecho, dominar el país. Debo reconocer que me aterroriza siquiera pensar en una PDVSA privatizada, para que los dueños de h empresa pasen a ser los amos y señores de Venezuela.

Esta ofensiva va mucho más allá de Chávez, y parte del plan es la consolidación del poder político de la auto llamada "meritocracia" de PDVSA, que sería incluso superior a la que tuvieron los militares durante las dictaduras en el Cono Sur.

Este movimiento subversivo desatado en Venezuela ha llamado la atención de los gobernantes de las Américas. Y como después de la era de las dictaduras militares las legislaciones nacionales y regionales se blindaron con leyes y disposiciones contra cualquier intento por romper el hilo constitucional o cometer asesinatos de lesa humanidad, es necesario estudiar la forma de adelantar una legislación que sea también dura con el personal petrolero que utilice a la empresa como instrumento político.

La estrategia del alboroto constante, los insultos y las amenazas lanzadas permanentemente a través de los medios de comunicación fue esbozada para evitar cualquier reflexión sobre este tema.

La lucha por el petróleo

Venezuela es un objetivo importantísimo del capital petrolero internacional. Sus reservas no convencionales en la Faja del Orinoco son comparables en volumen y reservas probadas mundiales de crudos convencionales en Arabia Saudita (270 mil millones de barriles). "Para controlar a Venezuela es necesario intervenir militarmente en Colombia", señaló el senador norteamericano P. Coverdell, al apoyar la implementación del Plan Colombia.

En el panorama geopolítico actual, quien domine las reservas petroleras no solo domina la economía sino también el ámbito militar global, ya que hasta ahora no se vislumbra una fuente alternativa de energía. Y las reservas petroleras bajo dominio de los principales países consumidores -de acuerdo a datos de la Agencia Mundial de Energía- solo garantizan abastecimiento para un plazo promedio de cinco años, al ritmo de la demanda actual: dos terceras partes de las reservas globales se encuentran en los espacios controlados por la coalición de estados miembros de la OPEP. No por casualidad el golpe de abril y el intento de diciembre intentaron sacar a Venezuela de esta coalición tercermundista.

Toda esta situación ha convertido a los yacimientos, oleoductos, refinerías, almacenes, puertos, embarcaderos, llenaderos, vías marítimas y vías internacionales de transporte comercial en entes sobre los que desde ahora recae el esfuerzo militar del Estado venezolano. La Fuerza Armada ha comprendido que la política de defensa nacional debe salvaguardar los puntos críticos de la actividad petrolera, palanca fundamental para el logro de la necesaria libertad de acción, o sea, la soberanía nacional.

Datos y cifras que asombran

Mientras la producción se elevó de 1990 a 1998 en tan solo 50%, los costos se elevaron en un 175%. Por cada dólar que invierte Shell recibe 14, mientras que PDVSA recibe 7, Texaco y Exxon 13. La distancia entre costo de producción por barril (14 dólares) y precio internacional de barril se ha hecho tan estrecha que pronto no iba a ser rentable la empresa, dejándola en condiciones de venderla al mejor (o peor) postor.

Durante años la alta gerencia de PDVSA cacareó sobre la internacionalización de la empresa, diseñada para tener capacidad de refinación de los crudos pesados venezolanos (aunque en la realidad los crudos que se envían son livianos), pero solo ha servido para producir una transferencia de renta petrolera al exterior. Estas empresas no son auditadas por la central de PDVSA. Los aportes patrimoniales de la estatal venezolana a sus refinerías en el exterior rondan los 2.500 millones de dólares, pero lo que realmente se ha comprado son activos desfasados tecnológicamente y en graves dificultades financieras, verdadera chatarra tecnológica.

El costo de lo invertido allí impidió la construcción de un millón de viviendas, un sistema nacional de transporte ferroviario y suburbano, 50 hospitales y dos refinerías en Venezuela, de configuración adaptada a sus crudos pesados.

Con la supuesta intención de disminuir costos, actividades fundamentales que antes eran hechas por la misma empresa, pasaron a manos de terceros, por ejemplo la informática administrativa, el relevamiento geoespacial de los yacimientos (que acarrea también un problema de soberanía, ya que es el instrumento para la cuantificación y la calificación de reservas de crudos y de gas). Así se desnacionalizó la información, que califica como secreto de Estado, oneciéndola a la norteamericana Intesa-SAIC y la alemana Schulmberger-Geoquest. El Comisario de PDVSA denunció en 2001 que Intensa realizó cobros indebidos por 55 millones de dólares, pero la gerencia superior decidió aceptar un reintegro de apenas 2,2 millones.

Los ingresos fiscales han ido en franco descenso y con ello los aportes a la educación, la salud, la infraestructura, la agroindustria, la ciencia y la tecnología del país. Los costos operativos, la llamada siembra del petróleo en el petróleo mismo, se han elevado escandalosamente.

En el año 2000 la factura petrolera consolidada fue de 50 mil millones de dólares, y mientras el Estado venezolano recibía solo 10 mil millones de dólares (el 20% del total), los restantes 80 mil millones (80%) correspondían los denominados costos operativos y la transferencia de rentas al capital petrolero internacional. En los años 80, un 70% iba al fisco y apenas el 30% correspondía a los gastos operativos: la meri-tocracia operativa logró revertir la relación en detrimento del colectivo.

Mientras cada empleado de PDVSA le produce anualmente un promedio de 777 mil dólares, los de Exxon producen en promedio 1.800.000 dólares, los de Shell 1.600.000, los de Texaco 1.900.000 y los de BP-Amoco "apenas" 1.300.000 dólares. Estas empresas tienen una producción promedio de 1.690.000 dólares por empleado. ¿Qué pasó entonces con la "meritocrática" gerencia de PDVSA? Cada dólar de activo le produce a la estatal venezolana 0,72 centavos, pero los de Exxon rindieron 134, los de Shell 1,41, Texaco 1,34 y BP-Amoco 1,09.

Peor que cualquiera en la región

PDVSA encabezaba el ranking de las mayores empresas de América Latina para el 2000, con ventas por 52.234 millones de dólares. Pero cuando se ordenan las empresas regionales por rentabilidad, Petroecuador aparece de primera, con un porcentaje de 57,9, seguida por Pemex Exportación y Producción (18,8%). Petrobras aparece en la posición 18 con un 14,8% y PDVSA en la 24, con 13,2%.

En el renglón "utilidad por ventas", la segunda es Petroecuador con 85%, Petrobras aparece en la posición 32 con un 20% y PDVSA recién asoma en la penúltima posición, la 49, con 13,7%. En otra relación, la de "retorno por patrimonio", Petroecuador es la numero dos con 70,7%, Petroperú está en la sexta posición con 50,3%, Petrobras en la duodécima con 39,9%, Ecopetrol en la 28 con 25% y en el último lugar del ranking, en el puesto 50 aparece PDVSA con apenas 19,2%. Cabe destacar que todas estas empresas son estatales.

E.R.P. / ©alia2 c.a.