Amigo, el pueblo está contigo!...

José Vicente Scorza

El 30 de Octubre, por la TV, observé que desde el Salón Ayacucho de Miraflores una dirigencia sindical frente al Presidente Chávez y su Ministra Iglesias, clamaba... "Chávez, amigo, el pueblo está contigo..." y recordé los sucesos del 12 de Abril, cuando el mismo Presidente fue hecho prisionero por militares golpistas y el empresario Pedro Carmona Estanga se autoproclamó, en ese mismo Salón Ayacucho, flamante y efímero Presidente de la República. Entonces, en ese mismo lugar, los conjurados corearon - "Carmona, amigo, el pueblo está contigo..."

Y pienso, ¿Puede el pueblo estar a la vez con Dios y con el Diablo? ¿Es el mismo pueblo, o existen dos pueblos?.

Remito a mis lectores al reciente artículo del Domingo 03 de Noviembre, donde comparo la composición clasista de la población venezolana en el año 1802 con la del 2002... imagino que por allí está el pueblo... pero ¿dónde, quién es el pueblo? Se supone que la historia la hacen los pueblos, y esa historia depende del pueblo que la hace.

Me agradaría comentar esta dualidad.

Comencemos por el principio. El 19 de Abril de 1810 es una buena fecha para comenzar. Fue la fecha del primer golpe de estado en Venezuela. Los conjurados, en un óleo de Juan Lovera, "son el pueblo". Han comprometido a las milicias - léase las FAN de entonces - y exigen la renuncia de Vicente Emparam, Gobernador representante del poder legítimo de Rey de España, depuesto aquel por Napoleón Bonaparte y arrinconado en Sevilla.

¿Quiénes aparecen en el óleo de Lovera? Mantuanos, españoles puros o blancos criollos. Quieren el gobierno para ellos mismos. Hablan de independencia. Son mantuanos de pelucas rizadas y empolvadas. Gente de casaca, chaleco y calzones, con encajes en el cuello, abierta la casaca con filas de botones, aparecen calzados con botas o con zapatillas. Sombreros de copa o tricornios... No hay gente de alpargatas, ni sombrero de cogollo. Están los que en proporción uno a mil, son los Amos del Valle.

Al año siguiente, confabulados casi todos los de las provincias, con excepción de Coro y Maracaibo, declaran su independencia. Hablan en nombre de Dios y dicen que todos somos iguales pero no condenan la esclavitud ni mencionan a la pobreza, ni a las tierras arrancadas a nuestros aborígenes. Copian el texto de la Declaración de la Independencia de Estados Unidos. Ellos encarnan al país. Ni los pardos, ni los indios, ni los negros cuentan y ese detalle -pequeño detalle - alerta a la gran mayoría de los habitantes. ¿Cambiar de amos? "Más vale malo conocido que bueno por conocer"...

Cuando España, una vez recuperado su poder militar y político decide meter en cintura a los alzados de Venezuela, encomienda la empresa a varios canarios o españoles de orilla: Monteverde, Antoñanzas, La Hoz, Zuazola, Zerveris, quiénes reconocidas por el pueblo de Coro - y es la primera vez que aparece el verdadero y mayoritario pueblo - avanzan sobre Caracas. Eran indios y esclavos, mulatos y zambos, blancos de orilla, gente de los estratos III, IV y V de Méndez Castellano. Ni la autoridad y sabiduría militar de Miranda pudo detenerlos. Miranda a la Carraca y casi todos ellos, los que se salvaron de la degollina, se embarcaron hacía el exterior con sus joyas, oro y dinero. Domingo Monteverde promulgó a Ley de Confiscación y una Comisión de Secuestros contra los conspirados de la Primera República. Comenzaba una pelea entre americanos y españoles... El Libertador y más claro aún el Dr. Antonio Nicolás Briceño, percibieron la contradicción y produjeron el Decreto de Guerra a Muerte. Españoles y canarios por un lado y americanos por la otra... Así de simple. El pueblo, la mayoría desposeída, derrotaba por las armas a la oligarquía terrateniente. A pesar de ser recibidos como libertadores en 1813, Bolívar y Mariño, tuvieron necesidad de publicar decretos ofreciendo la libertad a los esclavos que se incorporaran a las filas patrióticas. Eran ofrecimientos en los cuales, el común de las gentes explotadas no creía. La última oferta no cumplida, la firmó Bolívar en La Ceiba el 23 de Octubre de 1820...

Los año catorce y quince de 1800 fueron protagonizados por grupos irregulares de defensa, "montoneras indisciplinadas con soldados y oficiales improvisados que reconocieron como jefes a los más audaces". Surgió así José Tomás Boves, el torrente infernal como lo llamó Bolívar, dispuesto a exterminar a los godos, a todo aquel que supiera escribir, a los blancos peninsulares o de orilla, llegó a mandar 19000 hombres y presentar 12000 en una acción. "Matar a los insurgentes sin pólvora ni bala", escribía Boves a sus esbirros. Un lanzazo en la vejiga lo dejó muerto en la Batalla de Urica el 05 de Diciembre en combate contra Ribas, quien es fusilado días después en Tucupido. Queda sin líder faccioso una inmensa masa de guerreros llaneros. Aparece entonces el taita, José Antonio Páez, hombre rudo del llano, "caudillo popular de humilde procedencia y de rústicos modales, admirado y respetado por su tropa". Nacido en Curpa, Portuguesa, tiene veinticuatro años cuando los españoles realistas le confiscan sus bienes. Se alza, es condenado a muerte y se salva cuando tropas patriotas toman Barinas. Se une a Urdaneta en los llanos de Casanare y regresa a Apure donde se hace reconocer como Jefe del pueblo. Valiente, triunfa en las batallas de Yagual, Mata de Miel y Mucuritas. Reconoce la autoridad política y militar de Bolívar y es hombre decisivo en la Batalla de Carabobo. Es dirigente de pueblo y con ese pueblo hace historia en Carabobo. Los oligarcas terratenientes seguirían exiliados.

Nuestra historia continúa con guerras civiles y está repleta de atrocidades e infamias; de lealtades y traiciones, también de hermosas heroicidades, de sacrificios y entregas con centenares de miles de muertos, sin número de degollados y de violados. La lectura de Vicente Lecuna, en su Crónica Razonada, por cierto publicada en New York, es para sentir el horror que inspiran la violencia y el odio. Miseria y desolación es Venezuela cuando los oligarcas sobrevivientes logran rodear al rudo General Páez y le incitan a fraccionar la Gran Colombia. Esa oligarquía ha festejado con inmensa satisfacción la muerte de Bolívar...

Entonces no fueron suficientes once años de guerra bolivariana; en su afán por mantener sus privilegios han persistido todo el siglo XIX en Guerras Civiles. El pueblo, la población venezolana infectada por odios heredados en cuatro generaciones, encuentran al fin, en Juan Vicente Gómez, "paz" en los cementerios, "unión" en las cárceles y "trabajo" en las carreteras... Gómez dueño de haciendas, ha invadido Caracas al lado de Cipriano Castro un educado exiliado andino que, llegado al poder, desconoce la deuda de Venezuela con los perros de guerra, Italia, Francia, Inglaterra y Alemania, entonces Venezuela es bloqueada por barcos de guerra europeos. Cipriano Castro convoca al pueblo, encarcela al más rico de los oligarcas banqueros caraqueños y pone en libertad al Mocho Hernández, émulo del caudillo andino. Traicionado Castro por su compadre Gómez, este toma el poder y fabrica una nueva generación de apaciguados a juro. Y transcurren veintisiete años de dictadura gomecista para que renazca el pueblo cuando muere Gómez plácidamente, en Maracay. De esos sucesos tengo vivencias. Vi ametrallar manifestantes indefensos el 19 de Diciembre de 1935, frente al Consejo Municipal de Caracas, cuando Eustoquio Gómez - hermano del déspota fallecido - quiso apropiarse del poder. Huyeron los gomecistas, se fueron con sus joyas y dinero. El 14 de febrero de 1936 volví a presenciar las descargas de los fusiles en la Plaza Bolívar, yo tenía entonces 12 años. Los manifestantes aparecieron desde la Universidad en la esquina de San Francisco, traían un sapo colgado de una vara... representaba a Rafael María Velazco, enquistado gomecista y pretendido Gobernador de Caracas. Los desfilantes eran gente alpargatas y franelas, de pajilla también los había, pero ninguno con corbata o con sombrero de fieltro, desfilaban obreros textiles, albañiles, carpinteros, choferes...las fotografías de ese suceso lo evidencian, eran de las clases III y IV; también había estudiantes con boinas negras y se oían, al menos yo por primera vez, las palabras democracia y comunistas... como ahora!

Lo demás lo sabemos, pero es bueno recordarlo. El pueblo ha aparecido varias veces en nuestra historia de estos dos últimos siglos, entre 1802 y el 2002. Primero con Bover contra los amos del valle; con Páez siguiendo a Bolívar en su deslinde de españoles y canarios contra los americanos. Desaparece durante un siglo confundido en una guerra civil. Se asoma de nuevo con Ezequiel Zamora a quien los godos asesinan. Reaparece fugazmente con Cipriano Castro cuando Venezuela ha dejado de ser país de perlas, plumas de garzas, cacao o añil, siendo ahora territorio de betún, petróleo, asfalto y hierro, materiales que la gran industria de Henry Ford y de los Rockefeller necesita para imponer la supremacía del dólar, siempre con los Amos del Valle, como apátridas y sirvientes incondicionales.

1.- Nota: En mi artículo anterior sobre los Amos del Valle, en el segundo párrafo de la segunda columna dice que los negros de Coro se sublevaron en 1975. No, fue en 1775. hay que corregir... 1975 pertenece a otra negra historia.

2.- Nota: Bueno es leer. Elías Pino Iturrieta, descendiente de los Amos por los dos apellidos, en buen cronista. En Cuadernos Lagoven, con el título Venezuela metida en cintura, 1908 - 1945, nos ayuda a comprender al "pueblo" Son estupendas sus ilustraciones. Rafael María Velazco, "el sapo", aparece en primerísimo plano junto con su compadre, "el bagre" Juan Vicente Gómez. Hay que leer. Hay que leer.