Sombras nada más

Stefania Mosca

Opinión ÚLTIMAS NOTICIAS | Domingo 27 de Julio de 2003

Sin los ejecutivos de Pdvsa, ¡oh, tan ilustrados! que de las luces encandilados quedaron y olvidaron a qué debían su inteligencia. Sin ellos, los conocedores, Venezuela perecería, nos hundiríamos en la miseria, en más miseria.

Vaticinios, arcanos, sombras.

Vivimos una dictadura, aseguran libremente por televisión.

¿Qué enfermedad nos agobia que ya no nos permite tocar el cuerpo de lo real sino a través de los prejuicios? Mordazas, imposiciones, cubanización. Y por el otro lado leemos: alfabetización, salud, responsabilidad, labor social de las mediaciones tan indispensables como son para construir lo real.

¿Qué oposición es esta que vive prendida del cuello de su enemigo sin surco propio en la realidad, sin programas, sin lenguaje, sin valores, sin patria? ¿Qué oposición es esta que grita tan poderosamente y, sin embargo, nada dice? ¿Qué oposición es esta que después de cinco años nos propona el mismo caos de la disolución de los partidos como en 1998? ¿Qué oposición es esta que no ha detectado un nuevo liderazgo, uno civil y auténtico como quisiéramos todos.

Un liderazgo afanado por nuestro bienestar, un liderazgo de la nueva humanidad? Pero nada, siguen los ex ex ex vaticinando el desastre, el acabóse, mintiendo entre sombras.

Podrían admitir que ha sido sorprendente la recuperación de Pdvsa, o admitir que es el primer control de cambio que expone la recuperación de las reservas internacionales, o, también es cierto, muy bien, aún la Diex y el Seguro Social son un problema irresoluble.

Hay mucho ruido en la Administración Pública, mucho personal sin sentido de su labor.

Aún falta mucho, falta de todo, pero ellos, los supuestamente mejores, han decidido no ayudar, no participar, no construir: Y así verán que sin nosotros, los mejores, el país no existe.

No sé si esta mezquindad pueda llevarnos a alguna parte, pero el trasfondo que impulsa cada una de las acciones y enunciaciones de la oposición es este. Esta convicción malsana ha justificado un pensamiento hecho de prejuicios y resquemores y no un pensamiento que avizore un horizonte posible.

Están tan convencidos de sus verdades que aun cuando la transformación del país es obvia, no sé si mejor o peor, somos tan distintos hoy a como fuimos ayer. Nos hemos salvado gracias a una conciencia colectiva que nos hace sobrevivientes estrella no sólo del deslave del 2000, del 11 de abril del 2002, del paro petrolero, de la palabra escasez que alimentan los medios en su nocivo convencimiento de que así, perjudicando al país, derrocarán a este zambito que ha resultado ser verdaderamente aguantador.

Una conciencia colectiva de eso que somos y nos empeñamos en no ver, una conciencia colectiva demasiado poco relatada, y casi sin protagonismo reconocido, ha sido la responsable de esta paz, que unos insensatos califican de dictadura cuando los que jamás pensaron en tener voz hoy han dicho y pueden seguir haciéndolo sus verdades como nunca antes.

No sé si mejor o peor, no sé si esto es bueno o es malo, lo que sí sé es que debemos aceptar que es diferente pero es real.

No hay otra explicación, no seamos simplistas, los militares no son el único sostén de Chávez, ni siquiera con esa fuerza pudiera resistir la avalancha del ataque mediático que pasa por el requisito de manejar nuestras conciencias, de tornar reales esas sombras que vaticinan desastres y que son incapaces de reconocer los logros, la vinotinto, la escuela de Galipán, los 150 mil venezolanos tratados por el plan Barrio Adentro... Qué sucede. Si las cosas pueden ser mejores, demuestren sus capacidades y construyan patria, es lo menos que le deben a la tierra donde nacieron y a los bienes que seguramente heredaron.

Es una ingenuidad, me supongo, que los buenos propósitos guíen a los hombres. Es una ingenuidad, pero en el mundo que vivimos parece cada día más no haber otra alternativa: o salvamos al planeta o, pese a lo que Bush pretenda demostrar, nos hundiremos todos.