Los Embusteros de LLaguno

Luis Britto García

Últimas Noticias, 10 de Agosto de 2003

¿TODA LA VERDAD?

Un video muestra a una multitud que se arrastra por puente Llaguno y se cubre tras una esquina. Tres personas se asoman, descargan armas cortas hacia el sur de la avenida Baralt, y vuelven a cubrirse. Hasta aquí, el video parece mostrar la verdad, pero no toda la verdad. No enseña de qué se protegen esas personas.

¿SÓLO LA VERDAD?

El video tampoco muestra contra qué apuntan sus armas cortas. Una voz sobreimpuesta afirma que disparan contra la marcha de la oposición que avanza hacia Miraflores el 11 de abril de 2002. Desde allí el video no sólo no muestra toda la verdad: también deja de mostrar sólo la verdad. La manifestación opositora jamás subió por la avenida Baralt, sino por la remota paralela del Calvario. Prueban otros videos que por la Baralt sólo arremetía la Policía Metropolitana, parapetada en La Ballena y El Rinoceronte, disparando con armas largas y cubriendo sus huellas con guantes quirúrgicos.

¿NADA MÁS QUE LA VERDAD?

Fragmentado, descontextualizado y acompañado de la voz que miente, el video fue televisado saturativamente: invocado como prueba de que el presidente electo habría ordenado masacrar a la oposición y por tanto merecía ser depuesto; galardonado con el Premio Rey de España [1] y esgrimido para un acoso judicial y una campaña de linchamiento comunicacional contra sus protagonistas que dura todavía.

¿NADA ES VERDAD?

Casi año y medio después, el autor del video Luis Alfonso Fernández, reportero de Venevisión, y Del Valle Canelón, de Globovisión, entrevistados por Panorama, “ratificaron que en realidad ese día no vieron que los disparos fueran contra la marcha”. Amado Molina y Merlye Morales declararon al periodista Ricardo Márquez, de Últimas Noticias, “que interrogaron al periodista Luis Alfonso Fernández, ganador del Premio Rey de España por la referida cinta, quien reconoció que en su grabación no se podía ver hacia dónde disparaban los procesados y que la voz que dice que lo hacían contra la marcha fue sobrepuesta a posteriori. Igualmente, Molina señaló a Márquez que la periodista Del Valle Canelón, de Globovisión, declaró que en su video se ve al grupo de los civiles disparando, pero en contra de la Policía Metropolitana”.

¿CUÁL ES LA VERDAD?

La verdad es que el 11 de abril ciertos medios asesinaron la verdad: los Embusteros de Llaguno. Estos sentenciaron sin juicio a Rafael Ignacio Cabrices, Richard Peñalver y Henry Atencio infamándolos como “los pistoleros de Llaguno”.

Sin embargo, El Nacional informa el 14 de julio de 2002 que según los fiscales del Ministerio Público “a pesar de estar demostrada la intencionalidad de éstos, no es menos cierto que el resultado querido no se pudo llevar a cabo por causas ajenas a la voluntad de ellos (cabe la posibilidad de que los objetivos se movieran y por la falta de destreza por parte de los tiradores) ”. Vale decir: quienes dispararon desde Llaguno ni hirieron ni mataron a nadie.

¿QUIÉN DISPARÓ DE VERDAD?

En el mismo diario, el viernes 12 de abril de 2002, Roselena Ramírez Prado titula “Las primeras bajas fueron del oficialismo”, refiere que muchos de los bolivarianos gritaban “Patria o muerte” : “Y muerte fue la que tuvieron algunos. Sin saber de parte de quién, los tiros comenzaron a segar vidas revolucionarias.

Las primeras cuatro bajas se contaron entre la avenida Baralt y el Palacio Federal Legislativo. Al parecer, el autor de los disparos fue un francotirador. Nadie sabe quién comenzó. De lo que dan fe los testimonios es de que los primeros muertos tenían boinas rojas; y temprano, por lo menos diez heridos eran atendidos”. Son defensores inermes: “los heridos lamentaban no haber tenido armas para ‘meterles un pepazo’, mientras eran atendidos por paramédicos en el estacionamiento del Ministerio de Hacienda”.

Al día siguiente en el mismo diario, el coronel Rodolfo Briceño, jefe del Cuerpo de Bomberos del Distrito Metropolitano, testimonia que entre las primeras víctimas “seis perecieron en las cercanías del palacio de gobierno, cuando defendían la toma de ese recinto, presuntamente a manos de la policía y de militantes de la oposición”.

¿CÓMO FUE EL MOMENTO DE LA VERDAD?

Así es. Maurice Lemoine, fotógrafo de Le Monde, desvirtúa la tesis de que los bolivarianos hayan sido agresores pues “se ve claramente en mis fotos que se trata de lo contrario: es la masa de simpatizantes de Chávez la que se protege agachada, para escapar a los tiros de los francotiradores”.

Exactamente un año más tarde Wilmar Pérez, defensor inerme del Palacio y sobreviviente de graves heridas en el vientre, declara para Últimas Noticias que “a mí me hirió un agente de la Policía Metropolitana”.

José Marcelino Roa, quien recibió un balazo en la rótula en la concentración que defendía Miraflores “asegura que quienes lo hicieron fueron agentes de la Policía Metropolitana que, inexplicablemente, le venían abriendo paso a los manifestantes de la oposición”. En El Universal del día siguiente varios heridos testimonian: “la Policía Metropolitana apuntaba a mansalva a todo el mundo” y “era un policía metropolitano que me sacó de la camioneta donde venía, me tiró al piso y me disparó”. Todos son acribillados con balas de armas largas, como las que disparaban la Metropolitana y los francotiradores. Casi todos son bolivarianos.

La oposición sólo puede señalar dos bajas fatales entre sus filas: Alexis Bordones y Jesús Orlando Arrellano.

¿LLEGÓ LA HORA DE LA VERDAD?

Sume a esto las declaraciones de Otto Neudstaldt según las cuales los conspiradores sabían desde la noche anterior que “iba a haber unos muertos” y las del vicealmirante Héctor Ramírez Pérez que explica el nombramiento de un presidente de Fedecámaras: “Porque ellos eran los que iban a poner los muertos”. El apagón comunicacional impuesto por los Embusteros de Llaguno dura todavía. Que resucite la verdad, ya que no pueden hacerlo tantas víctimas queridas.