Tomado de www.aporrea.org

Publicado el Domingo, 01/08/04 04:01am

Desde la campaña electoral presidencial de 1998, los grupos oligárquicos han invertido enormes recursos financieros, técnicos y tecnológicos en virulentas y multimillonarias campañas mediáticas, que han pretendido imponer matrices de opinión contrarias a la Revolución Bolivariana; entre esas matrices de opinión está una que ha calado en un segmento minoritario, aunque importante de la población, y que reza: “Chávez dividió al país”

En el transcurso de la actual campaña electoral previa a la celebración del referendo popular del 15 de Agosto, esas campañas han sido intensificadas, siendo una de las principales ofertas electorales de la autocalificada “oposición” la de “superar la división ‘creada por Chávez’ y reunificar al país”, evitando profundizar en las causas, origen y desarrollo de las divisiones sociales, así como respecto a cuál debe ser la base ideológica y política que sustente esa supuesta “unidad”, pretendiendo así ocultar su adscripción a la forma exclusivamente representativa de la democracia y al neoliberalismo. Intentaremos contribuir al esclarecimiento de las causas, el origen y desarrollo de las divisiones sociales y de la actual situación del país.

Las causas de la división social y de su origen en América

En Abya-Yala, América en lengua kuna, tierra milenaria poblada por cientos de pueblos y naciones originarios, que tendían a convivir en paz y cooperación y que desconocían la propiedad privada y, por tanto, la pobreza, la invasión de 1495 impuso el colonialismo con particular violencia, de acuerdo a las formas que imperaban en Europa: la explotación, la opresión y sus consecuencias, exclusión social y política, pobreza, desigualdad e injusticia social, manifiestas en relaciones sociales de semiesclavitud, vasallaje y servidumbre, consideradas normales por quienes las practicaban. Esa mentalidad se impuso en América, iniciándose la apropiación de las tierras, riquezas naturales y habitantes (de sus cuerpos y de sus conocimientos ancestrales). Al no ser blancos ni cristianos, los pueblos indígenas fueron identificados como demoníacos, negándoseles la condición humana “por no estar provistos de alma”. El régimen de la encomienda, continuó la explotación del indígena bajo la “tutela” o “protección” de los propietarios y señores usurpadores de la tierra.

La resistencia indígena encontró en la evangelización su principal obstáculo, rindiéndose las poblaciones colonizadas ante el poder de un dios extranjero “infinitamente bondadoso y todopoderoso”, más que ante el poder de las armas. Las instituciones igualitarias indígenas, entre ellas las asambleas comunitarias y la producción colectiva de la tierra, fueron sistemáticamente perseguidas o desvirtuadas; las instituciones coloniales sembraron la división social en América con el latifundio y las cárceles, manicomios y tribunales de inquisición.

El discurso burgués de la división de Venezuela

Como todos los pueblos americanos, los(as) venezolanos(as) somos hijos(as) de una violación, ejercida con violencia clasista y racista por más de cinco siglos, sus herederos hoy conforman las élites partidistas, empresariales y eclesiásticas que han pretendido presentar el genocidio, la destrucción de culturas y el saqueo sistemático de las riquezas como una “empresa civilizadora”, institucionalizando la división de clases sociales. Son esos sectores quienes acusan al Presidente Hugo Chávez de haber “dividido” a la sociedad venezolana. Preguntémonos y preguntémosles:

1. Durante los tres siglos de colonialismo: ¿Podía un indio, un negro esclavo, un blanco de orilla, un pardo, una mujer, un no bautizado, un pobre (campesino o artesano) aspirar a ejercer los mismos derechos que los hombres provenientes de familias “nobles” de la España peninsular, católicos y propietarios de grandes bienes?; ¿Tenían derecho a usar sus idiomas ancestrales y practicar sus creencias sin restricciones, así como a la tenencia de la tierra, a la educación universitaria, a organizarse políticamente o a ejercer el voto?

2. Después de la independencia formal: ¿Cambiaron esas condiciones de discriminación clasista, racista y machista?; ¿Acaso se cumplió con la promesa de convertir la Independencia en Justicia Social, entregando tierras agrícolas, prestando servicios educativos y sanitarios para todas y todos y consultando a la generalidad del pueblo para tomar decisiones? La Guerra Federal (1859-64) fue una de las consecuencias de la estafa en la que fue convertida la Independencia. Posteriormente, las reformas emprendidas no fueron suficientes para corregir el rumbo del país y, cuando finalmente hubo un asomo de autenticidad en las mismas (1941-45), éstas fueron violentamente interrumpidas por un golpe de Estado.

3. Una vez instaurada la democracia formal (1945-48 y 1958-99): ¿Fueron aprovechados adecuadamente el desarrollo de las fuerzas productivas, de la ciencia y la tecnología, de las comunicaciones y del pensamiento y las teorías sociales para combatir la pobreza, la desigualdad y la exclusión social?; ¿Hubo una real apertura a reconocer y respetar la diversidad étnico-cultural y político-ideológica como fundamentos de las democracias?

Partiendo de la necesidad de contestar a esas preguntas, el necesario debate público sobre esos aspectos de nuestro proceso histórico-social no sólo nos conducirán a las respuestas sobre ¿Quiénes realmente dividieron al país? Además, conllevarán a preguntarse ¿Quiénes continuaron y continúan dividiendo a Venezuela?:

· Profundizando la división del país entre “ricos” y “pobres”, “administrando” las riquezas y el ingreso nacional en provecho de minorías y generando una de las mayores concentraciones de la tierra y del capital en el mundo.

· Reprimiendo salvajemente al pueblo que se opuso y se opone a esa situación de deterioro generalizado.

· Invadiendo a sangre y fuego las tierras ancestral y tradicionalmente ocupadas por los pueblos y comunidades indígenas para convertirlas en grandes haciendas, extendiendo y consolidando el régimen latifundista.

· Proscribiendo a organizaciones políticas y sociales, persiguiendo a sus miembros(as), encarcelando, torturando y aniquilando físicamente a miles de personas para imponer o restaurar el régimen puntofijista.

· Creando divisiones facticias político-partidistas (AD-COPEI) y entre civiles y militares, para facilitar la repartición de privilegios.

· Excluyendo a las clases desposeídas del acceso al crédito; a las universidades públicas y a las becas de estudio en el exterior; a los eventos culturales en grandes teatros y recintos deportivos a quienes no podían pagar onerosas entradas.

· Negando a millones de personas nacidas en el país o con varias décadas de permanencia en el mismo su derecho a disfrutar de la nacionalidad venezolana, con el único fin de mantenerlas excluidas para usarlas como mano de obra barata y sin derechos laborales ni sociales, y para mantener las mafias que hacen un negocio altamente lucrativo con el tráfico de documentos.

· Abandonando y segregando a los pobladores del campo y de los barrios y sometiéndolos al atraso (ausencia de servicios básicos de agua potable, electricidad y otros, así como de viviendas dignas, vías de penetración, educación y salud y acceso al mercado de los productos agrícolas para los pequeños productores) y a una brutal represión; negándoles la propiedad de las tierras agrícolas y urbanas y construyéndoles “soluciones habitacionales” endebles y concebidas “para los pobres”.

· Negando el acceso a la justicia oportuna e imparcial a quienes no podían pagar abogados ni comprar jueces; usando una ley de “Vagos y Maleantes” y un Código Penal heredados de la tiranía gomecista -principios del siglo XX- para criminalizar y castigar a los desposeídos; creando campos de concentración para torturar y someter a largas condenas a adversarios políticos y; negando el derecho al debido proceso y sometiendo a retardos procesales injustificados a decenas de miles de ciudadanos(as).

· Impidiendo el ingreso a la administración y empresas públicas a quienes no formaran parte de las redes clientelares bipartidistas-empresariales. Poniendo los recursos (instalaciones, conocimientos y finanzas) al servicio de minorías privilegiadas.

· Violando los derechos laborales y a la seguridad social de los(as) trabajadores(as): implementando despidos masivos (por privatizaciones o retaliaciones políticas, al negarse a paralizar actividades en apoyo a paros patronales); reducciones salariales; aumentos pírricos por debajo de los índices de inflación; contrataciones temporales; bonificación del salario y precarización-privatización de facto de servicios de salud.

· Criminalizando y estigmatizando a las mayorías populares, con epítetos como “patas-en-el-suelo”, ignorantes, delincuentes, y tantos otros dirigidos a generar miedos y odios clasistas y racistas. Tolerando la prohibición de facto a “gente de color” a ingresar a lugares de esparcimiento ubicados en dos municipios caraqueños gobernados por la ultraderecha y; promoviendo la burla y el desprecio del pueblo en talk shows televisivos, entre ellos el venezolano “Justicia para Todos”, que denigran de la condición humana tras el disfraz de “justicia”, “servicio público” o “beneficencia”.

· Censurando sistemáticamente las voces del pueblo en los ámbitos académicos y mediáticos, así como de cualquier opinión crítica del estado de cosas imperantes en el país entre 1945-48, durante los 40 años de falsa democracia comprendidos entre 1959-99 y los últimos 5 años y medio (1999-2004) de ejercicio de falsa “oposición”.

· Dividiendo mediáticamente al país entre “ciudadanos decentes” y “hordas salvajes” durante los últimos cinco años, atentando contra la integridad psicológica, física y moral y contra los bienes públicos y privados de quienes se han negado a respaldar las aventuras desestabilizadoras y golpistas.

Unidad, Unidad, Unidad…

La causa independentista no fue homogénea, ya que un sector de las fuerzas patriotas luchaba por una Independencia con Justicia Social, en tanto que otro sector luchaba por una independencia meramente formal para ocupar posiciones de poder en sustitución de los realistas. Después de más de 300 años de divisiones sociales, Simón Bolívar, en el Discurso de Angostura en 1819, alertando sobre las tendencias divisionistas que tras el discurso de la democracia y el federalismo escondían intereses inconfesados y ambiciones de poder, expresó fielmente el compromiso igualitario y libertario sembrado en el proyecto independentista más radical: “El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política.” (…). “Un gobierno republicano ha sido, es, y debe ser el de Venezuela; sus bases deben ser la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios”. “Mi deseo es que todas las partes del gobierno y administración, adquieran el grado de vigor que únicamente puede mantener el equilibrio, no sólo entre los miembros que componen el gobierno, sino entre las diferentes fracciones de que se compone nuestra sociedad.”

Para alcanzar la justicia social, Bolívar expuso: “Para sacar de este caos nuestra naciente república, todas nuestras facultades morales no serán bastantes, si no fundimos la masa del pueblo en un todo; la composición del gobierno en un todo; la legislación en un todo, y el espíritu nacional en un todo. Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa. (…) “Necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo, la especie de los hombres, las opiniones políticas y las costumbres públicas. Luego, extendiendo la vista sobre el vasto campo que nos falta por recorrer, fijemos la atención sobre los peligros que debemos evitar.”

Aun siendo Bolívar defensor y promotor de la democracia y el federalismo, advirtió de los riesgos que la aplicación descontextualizada y desvirtuada que esas formas de gobierno entrañaban para la unidad, el progreso y la paz de sociedades afectadas por largas y cruentas guerras y por la pobreza e ignorancia planificadas por los poderosos en función de sus intereses: “Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir, ni saber, ni poder, ni virtud. (…) La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia, de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad; la traición por el patriotismo; la venganza por la justicia”. Simón Rodríguez aconsejó formar ciudadanos republicanos para construir verdaderas Repúblicas.

Las ideas de los(as) próceres de la Independencia no fueron consideradas, más aun, fueron traicionadas las expectativas del pueblo: entre 1830 y 1999, ya habiéndose asesinado, encarcelado o exiliado a dichos(as) próceres, e intentando extirpar el legado revolucionario y libertario, se instaura la IV República, profundizando la división política y social de la Gran Colombia y obstaculizando el intento de convertir la Independencia en la base de la Justicia Social. El resultado de la imposición de las pretensiones oligárquicas derivó en una larga historia de guerras intestinas y todo tipo de conspiraciones, rebeliones y golpes de Estado, que sumieron al país en la violencia y en el atraso, postergando la concreción del proyecto bolivariano de Igualdad y Libertad. Los vicios de la ambición de poder, la codicia y la mezquindad oligárquicas fueron denunciados por Bolívar.

Como en la actualidad, la Venezuela de la Independencia fue reflejo de la pugna del capital, las ideas dogmáticas del “libre mercado” provocaron situaciones difíciles para los sectores productivos y generaron una gran conflictividad social y política.

Esos mismos grupos lanzan una idílica y seductora promesa electoral: “unir a los venezolanos superando la división del país ‘creada’ por Chávez”; pero amplios sectores del pueblo han despertado, y escuchan a Bolívar: “Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición.” Siendo que las “artes” más conocidas y practicadas por la oligarquía son la mentira y el engaño, en función de su ambición de poder y codicia desmedidas, ¿podemos esperar de esos sectores un ejercicio de honestidad que los lleve a asumir las responsabilidades por sus actos? Mientras esa oligarquía caracterizada por ser socialmente irresponsable decide si rectifica o no, cada ciudadano(a) debe reflexionar sobre la histórica, estructural e impuesta división del país.




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