Buena parte de los asesores que gritan los números son tramposos de abolengo, forjados en una tradición de fraude. Los publicitan con bombos y platillos a través de unos medios que nunca han atendido a intereses nobles, sino explotadores y descarnados. Les lanzan un tobo con 27 millones en UN solo día, algo matemáticamente imposible, y se lo tragan completico. Les lanzan otro tobo en UN día de malcriadez con el que anuncian casi 7 millones, y se lo vuelven a tragar. Les ponen una serie de reglas simples y lanzan entonces un tobo "blindado" (supongo que el origen de la expresión viene de blind) con 3,4 millones, aunque esta vez pudieron estar gritando por CUATRO días. Y resulta que al final, cuando le meten la lupa, el número que consiguen, lo que da es vergüenza: llegaron a la orilla con la lengua afuera.

Quiero hacer una reflexión, luego de confirmar los resultados oficiales de la recolección y excrutinios, del tan cacareado "referéndum", de la supuesta barrida del "dictador" por una inmensa mayoría que aparentemente nunca existió. Les confieso que hubiera preferido que los resultados hubieran sido menos contundentes, al menos se hubiera justificado un poco de todo ese esfuerzo y tiempo -y dinero- que se utilizó para disfrazar una realidad que quedó "virtualizada de facto" al contar en el papel la voluntad popular. Tantas expectativas falsas, tantas confrontaciones, tanta molestia, tanto uso indiscriminado de la palabra "mayoría", tamaño abuso e insulto comunicacional. Tanta infamia, tanta denuncia oportunista devaluada por una enorme complicidad en las omisiones del denunciante. Tanta burla, en fin, tanto daño y tanta maldad que se causó y que, seguramente, se seguirá causando, en la medida en que prestemos nuestro intelecto para ayudar a mantener una campaña infame que no ha cesado desde hace unos cinco años. ¿Seguiremos cantando al coro de los "dirigentes" de la supuesta oposición?, o ¿Llegó la hora de crear nuestro propio coro?

No quiero dejar pasar la ocasión para manifestar mi inmensa molestia, pero voy a dividir a esa supuesta "oposición" en tres grupos, de modo de poder asignarles una cuota de responsabilidad y dirigir mejor mi arrechera personal, en función del daño que han provocado y de acuerdo con mi perspectiva.

El primer grupo: el de los ideólogos, el de los tecnócratas, el de los ilusionistas de oficio. El grupo de los que saben el mal que están haciendo y además, saben el por qué. Ese grupo de personas que se pusieron de acuerdo para utilizar consciente e intencionalmente sus conocimientos y experticias. Manipularon con su ciencia a una disidencia genuina y necesaria, para convertirla en una masa fanatizada llena de odios y ansiosa de revancha. Aquellos que utilizaron su ciencia y sus recursos de una manera inhumana para robarnos la paz, la Navidad y la "tolerancia" que supuestamente había existido en nuestro país (pudiera agradecerles que hayan desenmascarado tanta miseria humana escondida detrás de esa supuesta "tolerancia"). Aquellos que lograron hacer creer a un grupo minoritario de la población que tenían más del 80 por ciento de la razón. A ellos los detesto, les hago llegar mi más profundo sentimiento de odio y rabia. Sólo puedo desear que todo el mal que provocaron intencionalmente se les revierta, y que la vida se encargue de cobrarles una a una sus perversiones. Púdranse.

El segundo grupo es de aquellos, quienes habiendo detectado "cositas" irregulares, "detallitos" raros y habiéndose percatado, sin duda alguna, de que el tren en el que estaban montados no iba en la dirección de la justicia, sin embargo, se hicieron los locos y avalaron cualquier acción, todo en función de lograr el objetivo que ya tenían sembrado en la mente. Un poco de "...el fin justifica los medios". Son tan culpables como los primeros (quizás no tan despreciables). La consciencia existe, y cuando permitimos que esas "cositas" pasen por nuestra nariz y no asumimos una verdadera actitud crítica, entonces somos también responsables de las consecuencias. No se arrechen cuando los llamen fascistas y golpistas. Les recuerdo que la palabra "prójimo" no es sólo un eufemismo. Prójimo pudiera ser "alguien" muy cercano afectivamente, que inclusive pudiera sufrir las consecuencias directas de nuestra vista gorda.

El tercero y último grupo, aquellos genuinamente opuestos y con planteamientos válidos, pero embarcados emocionalmente en un tren de odios, con un chofer que los aglutina y utiliza como carne de cañón. Continuamente envenenados y desengañados por tantas expectativas falsas sembradas y no cubiertas, y por esa sensación permanente de angustia y de terror a que fueron expuestos, sin sospechar siquiera las verdaderas intenciones que estaban detrás de sus "dirigentes". Les pido que abran los ojos, que salgan del cascarón. Ya está bueno de jugar el papel de pendejos y tontos útiles. La realidad se construye con trabajo y no con slogans y cancioncitas de libertad. La prosperidad de la república se consigue con el esfuerzo, y no comprando un pasaje de avión para largarse. Si queremos un país bonito, entonces hay que bajarse de las gradas y meterse en el ruedo. Hay que dejar la cantadera y ponerse a trabajar por un proyecto de país. Es hora de que asuman su gentilicio, su deber como ciudadanos y que se dejen de pendejadas. O terminen de irse y no jodan más.

De estos tres grupos, el único que pudiera respetar es el último. A ellos los invito a que desmontemos ese infierno que nos fabricaron y que nos sentemos a trabajar por ese proyecto de país que estoy seguro compartimos. Los invito a que dejen de creerse la tapa del frasco. Los invito a que duden cuando un grupo de ratas, con máscaras de demócratas, los hipnoticen y les hagan creer que sus opiniones representan las de más del 75 por ciento de la población. Ya está buena la cancioncita del fraude. No son ni más ni menos que nadie, entiéndanlo de una buena vez. Mejor asuman que son una minoría, pero que con un aporte sincero y constructivo pudiéramos llegar a ser la totalidad. Todos nos necesitamos.




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