"Acabo de renunciar al canal". Con esta frase me saludó un antiguo compañero de trabajo, reportero de una estación de televisión de Caracas.
Como él, cientos de periodistas venezolanos estuvieron durante los últimos días al dilema ético de elegir entre su responsabilidad como profesionales de la comunicación y las órdenes que les impartieron sus jefes de redacción.
En las estaciones privadas de televisión sorprendía la ausencia no sólo de imágenes sino de también de informaciones con respecto a los graves disturbios que paralizaron la capital venezolana durante todo el día sábado.
La mordaza y la violación a la libertad de expresión que tantas veces se le criticaron al gobierno de Hugo Chávez eran aplicadas sin miramientos por los mismos propietarios y gerentes de los medios de comunicación.
Transmisiones en cadena
Apenas tres días antes, en medio de una huelga general, los canales de televisión privados se rebelaron antes las constantes transmisiones en cadena que realizaba el presidente Hugo Chávez.
Para contrarrestar el mensaje presidencial, las estaciones dividieron sus pantallas en dos para mostrar simultáneamente imágenes de una monumental marcha opositora y las palabras de Chávez.
Pocos horas después, y prácticamente depuesto el mandatario, las televisoras recuperaron su señal y pusieron en el aire mensaje rechazando la decisión de silenciarlas.
Palabras como "Libertad, Independencia y Democracia" abundaron en estos mensajes, algunos de ellos cuidadosamente producidos.
Pero los valores que encarnan estos vocablos no fueron percibidos por los periodistas de las radios y los canales de televisión cuando llegaron el viernes en la mañana a su trabajo.
Por el otro, sus jefes de redacción los limitaron a una estrecha agenda informativa.
Limbo informativo
Para empeorar las cosas, los manifestantes que exigían el regreso de Chávez al gobierno se presentaron en las puertas de estos canales de televisión a gritar consignas, lanzando piedras a las fachadas de los edificios.
Con las emisoras de radio y televisión voluntariamente silenciadas y el canal del estado fuera del aire, los venezolanos se encontraron en un limbo informativo sin precedentes en la historia reciente del país, un limbo que sólo comenzó a disiparse con los primeros intentos por restituir al depuesto presidente Hugo Chávez.
El canal del estado volvió al aire y las estaciones comerciales comenzaron a decir, poco a poco, lo que estaba pasando.
Durante las últimas horas del sábado el vicepresidente, temporalmente encargado de la presidencia, hizo dos transmisiones en cadena.
Esta vez, los canales comerciales no dividieron la pantalla y mi amigo el
reportero está buscando trabajo fuera del país.