VENEZUELA: LA REBELIÓN POPULAR QUE NUNCA EXISTIÓ

Roberto Viciano Pastor
Rubén Martínez Dalmau

Ha sido publicado hoy, 17 de abril de 2002, en los periódicos del grupo Prensa Ibérica de España, entre ellos Levante-EMV.

La crisis venezolana se ha mostrado como un ejemplo esclarecedor de cómo la desinformación y, lo que es más grave, la información conscientemente falsa, puede propagarse a nivel mundial desde los medios de comunicación de un país, al actuar como única fuente de información; un efecto más de la globalización de la información, en manos de pocos pero cuya función es esencial para el correcto funcionamiento de los sistemas democráticos. Las equivocaciones cometidas por periodistas, comentaristas y, en general, creadores de opinión pública del planeta, quedaron patentes cuando, a la luz de los sucesos que se habían producido la noche del sábado 12 de abril; cuando el chavismo retomó el control político del país andino; se procedía a la lectura de noticias, columnas y editoriales varias que proclamaban firmemente la caída del chavismo. Los redactores de la información se habían dejado influir firmemente por los mensajes elaborados por sus colegas venezolanos, asumiendo sus apreciaciones como la única verdad, y no contrastando la información con otras fuentes, imparciales o no. Y la consigna que transmitían unánimemente los medios de comunicación venezolanos era, en este sentido, clara: el mundo debía creer que Chávez había renunciado a causa de la rebelión del harto pueblo venezolano, y lloriqueaba que se le dejase volar a Cuba.

Chávez, como ahora es sabido, nunca firmó ningún documento de renuncia, ni solicitó un avión para salir del país. Pero la consigna única formaba parte de una estrategia comunicacional en la que convergían los mass media venezolanos, que habían acordado apoyar el golpe de Estado en cuanto hubiera víctimas por actos violentos que pudieran achacarse al oficialismo, lo que ocurrió en la manifestación del jueves anterior, aunque las primeras víctimas fueron del bando chavista (El Nacional, 13 de abril 2002, pág. D4);exagerando dramáticamente los sucesos, manteniendo a la sociedad desinformada respecto a cuál era la versión oficial de los sucesos y, el aspecto de mayor gravedad, mintiendo lo que fuera necesario para que llegara a su clímax un supuesto clamor, que durante años habían promovido, contra al régimen constitucional venezolano. Estrategia que, por otra parte, se alzaba como un elemento imprescindible en la orquestación del golpe de Estado que organizaban los sectores más poderosos de la sociedad venezolana.

Por lo tanto, los medios de comunicación venezolanos debían usar sus influencias para que el mundo creyera que una rebelión popular, sólo accidentamente acompañada por el ejército, había obligado a Chávez a renunciar a la Presidencia de la República. Rebelión popular que nunca existió, como la misma renuncia del Presidente que muchos periódicos internacionales dieron por incuestionada, y en titulares, apenas ocurridos los sucesos. Las radios y las televisiones de todo el mundo se afanaron en buscar testimonios de la información de periodistas venezolanos que, siguiendo la estrategia acordada,les mintieron. Algunos creadores de opinión pública, honestamente, han rectificado estas precipitadas posturas, y han pedido perdón por la mala calidad de la información manejada. Otros, ni lo han hecho ni parece que lo vayan a realizar.

De hecho, la expresión "golpe de Estado" prácticamente no fue usada por los medios de comunicación de todo el mundo porque, en sus redacciones originales, los informadores venezolanos habían acordado llamar al pronunciamiento "rebelión cívico-militar", recordando aquella coalición entre pueblo y ejército que terminó, más de cuatro décadas atrás, con la dictadura de Pérez Jiménez, y que los venezolanos todavía celebran cada año. Aunque las circunstancias eran absolutamente diferentes;entre otras diferencias muy importantes, Pérez Jiménez gobernaba ilegítimamente y Chávez ha ganado en cinco ocasiones en los tres últimos años votaciones transparentes en las urnas; la identificación del término facilitaba, en opinión de los conspiradores contra el sistema democrático, la asunción por parte de la población venezolana y de los medios de comunicación internacionales de que, en efecto, se había tratado de una rebelión popular y no de un golpe militar.

Por esta razón, cuando el repuesto;esta vez sí, por la presión del pueblo; Presidente Chávez, en su primer discurso tras la intentona golpista la madrugada del 13 de abril, agradeció a los medios de comunicación internacionales su colaboración en la victoria del orden constitucional, y adelantaba que sobre los medios de comunicación venezolanos ya se tomarían las medidas oportunas, daba directamente en el clavo y demostraba que conocía perfectamente el papel que habían jugado unos y otros en el fin de semana de revueltas. De hecho, en el fracaso del golpe de Estado incidió directamente el hecho de que los responsables políticos del chavismo consiguieron,por vías la mayor parte de ellas casuales, incluso anecdóticas, llevar al exterior el mensaje de que no existía ninguna renuncia del Presidente, y que desconocían el gobierno golpista. Pero, con todo, la sociedad internacional estuvo durante dos días convencida de que había provocado la renuncia del Presidente venezolano una rebelión popular, que solamente existió en los periódicos, radios y televisiones de todo el mundo.