VENEZUELA: El imperio contrataca

Fabiola Zerpa

Abrirá una oficina en su embajada en Caracas

Estados Unidos advierte "etapa de transición" en Venezuela

La percepción que tienen las autoridades norteamericanas, particularmente en el Departamento de Estado, luego de los sucesos del 11-A, es que Venezuela avanza, a pasos agigantados, hacia una "ausencia de gobernabilidad", cuya consecuencia, a largo plazo, será un drama social similar al que se vive en Colombia o Centroamérica. David Taylor, director de la Oficina para Iniciativas de Transición de la Agencia para el Desarrollo Internacional, confirmó que Washington planea abrir una estación de este tipo "en las próximas semanas"

En el pasado reciente, el gobierno de Estados Unidos desestimó abrir una oficina de la USAID en Venezuela. La razón principal es que el país no calificaba para recibir ayuda humanitaria, debido a su elevado ingreso per cápita. Pero desde 1999 la situación ha cambiado y la iniciativa comenzó a considerarse en los corrillos de Washington. La decisión de acudir a Venezuela se fundamentó en que es un país prioritario para los intereses nacionales de Estados Unidos (petróleo, comercio y seguridad hemisférica)

Tiempos de crisis. El Departamento de Estado considera que la ausencia de gobernabilidad socava las bases del Ejecutivo Nacional Al igual que en el Perú post Fujimori, la ex Yugoslavia de Milosevic o el Congo de Kabila, Estados Unidos prevé para Venezuela un período de inestabilidad política que debe ser encauzado hacia una transición democrática y pacífica. Bajo esta premisa, Washington planea abrir en las próximas semanas una oficina para la transición en Caracas por dos años, con el objetivo de responder rápidamente a los imprevistos de una crisis de gobernabilidad, mediante asistencia y asesoría en campos tan disímiles como la protección de líderes opositores, respaldo para organizar un referéndum o apoyo técnico para la Comisión de la Verdad.

Diversas razones llevaron al gobierno de George W. Bush a tomar esta decisión hacia finales del año pasado. Fuentes del Departamento de Estado señalan que la esencia de la crisis venezolana radica en "ausencia de gobernabilidad". Explican que los hechos del 11-A -a los que niegan la calificación de golpe- probaron que el binomio de legalidad y poder, que debe sostener a todo gobierno, se rompió en Venezuela: "El de Chávez es un gobierno legal, pero hace tiempo que perdió el poder para gobernar".

Apuntan que "los pactos básicos de reparto y balance de poder", entre el Gobierno y la sociedad, "no existen". "No hay acuerdos en el área de la educación, ni en el campo sindical, ni en política exterior...", añaden. Esta percepción también es compartida por diversos think tanks de derecha y centro en Washington (Center for Strategic and Internacional Studies, Interamerican Dialogue, American Enterprise Institute, Heritage Foundation, Soros Foundation), así como por ONG's dedicadas a derechos humanos. El objetivo básico de la misión, cuya sede funcionará en la embajada estadounidense en Caracas, será "fortalecer las instituciones democráticas" y "construir espacios para el diálogo constructivo", según dijo a El Nacional David Taylor, director de la Oficina para Iniciativas de Transición (OIT) de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID).

Una visita en caliente

Taylor visitó Venezuela durante 12 "intensos" días, entre el 11 y el 23 de marzo, con un equipo del Buró de Democracia, Conflicto y Asistencia Humanitaria del USAID, para conocer las raíces de la crisis venezolana de los propios labios de los protagonistas, según dijo, y calibrar si es pertinente que la comunidad internacional juegue un papel más activo en el diálogo y la concertación nacional. Aseguró que su delegación, que también viajó a la provincia, exploró las posibilidades de trabajo conjunto entre el Gobierno venezolano y la sociedad civil. El funcionario dijo que encontró voluntad, en uno y otro interlocutor, para trabajar en ese objetivo. Informó que la oficina para la transición está en discusiones presupuestarias y logísticas. Espera que esté abierta "en cuestión de semanas" porque será mejor "más pronto que tarde". "En estos ambientes la realidad cambia a diario", aseveró.

"La democracia venezolana está siendo desafiada. La metáfora que escuchamos de los venezolanos es que la situación actual es como un matrimonio que está en graves problemas y cuyos esposos no se hablan constructivamente". Descartó de plano que la oficina sea un plan encubierto para derrocar al gobierno de Hugo Chávez, como se ha aseverado en otros países, a propósito de misiones similares de USAID en el pasado. "La política exterior de Estados Unidos está abocada a fortalecer las instituciones democráticas y no destruirlas. Esa es nuestra intención en Venezuela".

No obstante, el argumento central de USAID para asistir a Venezuela está explicado en la síntesis sobre el país que se le ofrecía a principios de junio a quien quisiera postularse para el cargo de jefe de la OIT en Caracas. "El presidente Chavez ha secuestrado lentamente la maquinaria del gobierno y ha desarrollado estructuras de gobierno paralelas no democráticas. La corrupción, supuestamente uno de los males a ser eliminados por Chávez, está presuntamente desatada". Para contrarrestar ese hecho, USAID abrirá un programa para "apuntalar las voces e instituciones democráticas" de Venezuela, similar al que sirvió de apoyo a la resistencia civil serbia en la República Federal de Yugoslavia que, con sus masivas protestas, logró la caída de Slobodan Milosevic.

Elecciones en mente

Fuentes consultadas en Washington señalan que el foco central de la OIT es la preparación del terreno electoral a mediano plazo para un probable referéndum, lo que incluye incluso trabajar y asistir a entidades del Estado como el Consejo Nacional Electoral y la Asamblea Nacional. La oficina también podría ayudar a la constitución de la Comisión de la Verdad, como ocurrió en Perú, o ayudar en el desarme de la población, ya que en Estados Unidos existe gran preocupación por los reportes en medios venezolanos sobre círculos armados afectos al Gobierno. La oficina también podría proveer fondos a ONG que conforman parte de la sociedad civil venezolana, que están sufriendo el corte del financiamiento acordado en Washington a raíz de la investigación que adelanta el Congreso norteamericano sobre los hechos ocurridos el 11-A.

Consultado al respecto, Thomas Carothers, del Carnegie Endowment y autor de libros sobre asistencia a la democracia, se mostró de acuerdo con la apertura de la Oficina para la Transición en Caracas. "Su misión es dar ayuda de forma rápida en situaciones difíciles y de crisis. No hay nada especialmente siniestro en ella. Las elecciones libres y los derechos democráticos no son nada malo para nadie". Carothers afirma que Chávez, aunque haya sido elegido democráticamente, no se ha comportado como tal. "Al igual que Mugabe, en Zimbabwe, piensa que el mundo se está confabulando contra él cuando se apoya a los grupos que se le oponen". Pero existen voces que disienten. Johana Mendelson, ex funcionaria de la OIT y ahora especialista en un think tank, afirma que "Venezuela no vive una transición y por eso no le encuentro sentido a esa oficina allí".

Señala que siempre es bueno prevenir la violencia, pero no cree que algún programa de acción pueda hacerlo." La mejor opción para Venezuela es realizar un referéndum para evaluar la necesidad de cambiar al poder ejecutivo mediante la vía pacífica. Es algo que los venezolanos, y no el gobierno de Estados Unidos, tienen que decidir". En todo caso, la misión es del conocimiento del gobierno de Chávez. La visita de Taylor incluyó encuentros con la vice presidencia, diputados de la Asamblea Nacional y otras autoridades, a las que explicaron el alcance de su trabajo.

Primer obstáculo: Dodd

La apertura de la oficina para la transición en Venezuela revela la determinación del gobierno de Bush en abordar la crisis institucional que afecta al país -que aunque no es nueva, se encuentra en un momento crítico- de una manera rápida, mientras otros actores deshojan la margarita para involucrarse o no en el terreno diplomático. Uno de ellos, el ex presidente Jimmy Carter, acaba de regresar a Atlanta con las manos vacías, luego de una gestión que no tuvo el menor eco en Washington. La lista incluye a Naciones Unidas, un grupo de ex mandatarios y la misma Organización de Estados Americanos (OEA), a pesar de la férrea oposición del presidente Bush. Pero la oficina, que para enero ya tenía un jefe designado que luego renunció, enfrenta un enemigo interno: la investigación que el Senado realiza sobre la actuación del Departamento de Estado en el golpe del 11-A. El próximo 26 de julio el fiscal interno del departamento deberá entregar al senador Christopher Dodd -del Comité de Relaciones Exteriores- un informe sobre la actuación de la misión diplomática durante los 6 meses antes del 11-A, incluyendo "análisis de documentos relevantes, correos electrónicos, memorándums, cables, transcripciones telefónicas, orientación a periodistas, registro de llamadas y entrevistas, y recolección y análisis de inteligencia". Dodd -quien es un conocido adversario de Otto Reich, el encargado de América Latina en el Departamento de Estado- anunció que abrirá interpelaciones al respecto, un procedimiento que asusta hasta "al más pintao" en Washington por la ferocidad de los congresistas. Se especula que el destino de la oficina de transición pudiera estar atado a la reacción inicial de los congresistas al reporte, puesto que el tema de Venezuela también ha polarizado a demócratas y republicanos en la capital. Se conoció que oficiales de la USAID asistieron hace unas semanas a la sede del Congreso para solicitar los dineros requeridos. Taylor se excusó de suministrar el monto en cuestión, pero una fuente señaló que podría ser una cifra entre 2 y 7 millones de dólares, a ser gastados en un plazo de dos años, tiempo máximo que puede durar una oficina de transición en cualquier parte del mundo. Se estima que en ese período, al que califican de crítico, puede volver a estallar el conflicto y la inestabilidad.

¿Qué es la oficina?

La naturaleza de los esfuerzos de la USAID y de la oficina de transición responde a uno de los pilares fundamentales de la política exterior de Estados Unidos: la promoción de la democracia. Las iniciativas de "construcción democrática" se remontan al Plan Marshall, diseñado para la Europa de postguerra, y la Alianza para el Progreso en América Latina, fundada en 1960 como respuesta a la sovietización de Cuba. A partir de los años 80, con la tercera ola de democratización en Europa del Este, Asia, Africa y América Latina, su énfasis cambia de ayuda económica a asistencia institucional. Hace más de una década era muy fácil calificar una transición: el paso de una dictadura a una democracia. Ahora, explican las autoridades estadounidenses, con el afianzamiento del sistema democrático en el mundo, el término se ha vuelto "más poroso". Actualmente, la transición incluye procesos de reconciliación nacional, advierten los voceros en Washington, y por lo tanto no implican forzosamente la caída de un gobierno y la instalación de otro. Y como lo demuestra el caso de Venezuela, de Perú y Colombia (donde actuó la USAID), la oficina se establece en lugares donde Estados Unidos percibe un deterioro de la democracia. Elecciones, reforma judicial, modernización de partidos, liderazgo político y programas anticorrupción son las nuevas áreas de trabajo de la USAID, una vez que la realidad obliga a concluir que la celebración regular de elecciones no es el único requisito para el buen funcionamiento de una democracia.