Tiempo de Definiciones

Fernando Ramón Bossi

América Latina y el Caribe, toda la región tan precisamente definida por José Martí como Nuestra América, ha entrado, en estos momentos, en una etapa plena de definiciones. El agotamiento de las políticas neoliberales,bajo la hegemonía norteamericana, anuncia tiempos de cambio: para bien o para mal de nuestros pueblos.

Todo indica que ya no hay espacio para meras reformas, que la crisis es estructural y que toda iniciativa que pretenda sólo modificar los síntomas y no las raíces de nuestros males está condenada al fracaso. La realidad señala que el andamiaje donde se sostiene el sistema imperante presenta fisuras irreparables, volver atrás o quedarse en el mismo lugar no sólo es imposible, sino que también impensable. Asumir la responsabilidad de avanzar decididamente hacia un futuro siempre incierto, es el desafío de la hora actual y eso conlleva, insoslayablemente, la necesidad de agudizar el análisis de los terrenos donde se dirimirá la lucha.

Queda claro que son dos fuerzas bien definidas las que decidirán la suerte de nuestra región: las fuerzas integradoras, patrióticas y revolucionarias por un lado, y las fuerzas disolventes, pro imperialistas y reaccionarias por otro. En base a esto dos líneas de desarrollo se configuran claramente con sus matices propios y su dinámica interrelacionada: A) el camino revolucionario; B) el camino reaccionario.

A) El camino revolucionario. Palpables demostraciones de pueblos, países y organizaciones que se encaminan en esa vía:

  1. ) La Venezuela revolucionaria de Hugo Chávez. Allí se está produciendo un profundo proceso de transformaciones a favor de la democracia participativa, la soberanía política y la justicia social, donde el pueblo adquiere cada vez más el rol de protagonista fundamental. La experiencia venezolana de revolución pacífica y democrática, antineoliberal y patriótica está irradiando ideológicamente no sólo en su subregión sino también en toda América Latina y el Caribe.
  2. ) El constante avance de la revolución cubana, pese al férreo bloqueo y las permanentes agresiones imperialistas. Cabe destacar aquí, el proceso transformador acelerado que se está dando en el área cultural, generando una suerte de "revolución dentro de la revolución" de alcances y enseñanzas inéditas para el resto de los pueblos.
  3. ) Los diferentes pronunciamientos de los pueblos originales de Nuestra América en pos de sus concretas reivindicaciones -que en muchos casos las trascienden para posicionarse como una fuerza concreta de incidencia en el rumbo político de los países-. Desde la irrupción del zapatismo en Chiapas en 1994, el movimiento indígena ha encontrado momentos culminantes en la insurrección del 21 de enero de 2000 en Ecuador, hasta llegar a la espectacular elección del Movimiento al Socialismo liderado por Evo Morales en Bolivia.
  4. ) Los movimientos antiprivatizadores de masas, en defensa del patrimonio nacional contra la voracidad de las empresas multinacionales y los gobiernos corruptos. Estas expresiones multisectoriales han frenado, en muchos casos, la entrega de empresas del Estado, bajo la concepción patriótica que toda enajenación del patrimonio nacional atenta contra la soberanía y el bienestar de los pueblos. En los últimos meses se ha observado cómo estos movimientos han presionado en Perú, Costa Rica y Paraguay por ejemplo.
  5. ) La consolidación del Partido de los Trabajadores del Brasil como principal fuerza política. Si consideramos la importancia que tiene en la región el país de mayor extensión territorial, mayor población y mayor desarrollo económico de América Latina, también debemos tener presente las implicancias que tendrá el triunfo de su candidato Ignacio Lula da Silva en la elecciones que se avecinan para el mes de octubre de 2002.
  6. ) La permanencia y crecimiento relativo de diferentes fuerzas políticas con posibilidades no muy lejanas de acceso al poder: el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, el Frente Amplio en Uruguay y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en El Salvador, por ejemplo.
  7. ) La insurgencia colombiana que, pese a la tremenda ofensiva combinada del ejército, los paramilitares y los "asesores" norteamericanos, resiste heroicamente sin ningún indicio cierto de repliegue o retroceso.
  8. ) La revitalización del movimiento campesino bajo la impronta del Movimiento Sin Tierra del Brasil.
  9. ) La presencia de nuevos sectores sociales en la lucha contra el modelo neoliberal, como por ejemplo los desocupados (piqueteros), ahorristas y vecinos organizados en Asambleas Populares en la Argentina.

B) El camino reaccionario. Dos variantes de su desarrollo: 1) la continuidad del Consenso Washington: implementación del neoliberalismo en nuestra región y 2) las nuevas líneas de acción definidas hacia la configuración de un modelo de dominación, más perverso y deshumanizado aún que los ya conocidos.

B1) La continuidad del Consenso de Washington se configura a partir de:

- La imposición del ALCA -que incluye el Plan Puebla/Panamá-, como estocada final del moribundo modelo neoliberal a nuestras alicaídas economías. El acuerdo "del tiburón y las sardinas", como diría el patriota guatemalteco Arévalo, pondría fin a todos los intentos de desarrollo regional como el MERCOSUR, el CARICOM, el Pacto Andino, etcétera. De concretarse, esta iniciativa norteamericana generaría un fortalecimiento de los sectores más concentrados de la economía como asimismo una mayor expansión del capital estadounidense y de las empresas multinacionales. No vamos a analizar aquí todas las secuelas que esto, sin dudas, implicaría en el ámbito político, social, laboral y cultural, en detrimento de nuestros pueblos.

- El Plan Colombia o Iniciativa Andina, que tiene un solo objetivo: militarizar la región en función de los intereses geopolíticos estadounidenses, preparando a los ejércitos locales en la lucha contra todo tipo de resistencia a los proyectos imperiales. Con la excusa de la lucha contra el narcotráfico y más recientemente contra el "terrorismo internacional", los norteamericanos pretenden recuperar y ampliar las zonas militarmente estratégicas (canal de Panamá en el primer caso y Amazonia y Patagonia en el segundo). Esta militarización se apoya en la subordinación de las fuerzas armadas latinoamericanas caribeñas al Comando Sur, otorgándoles funciones de "ejército de ocupación interna" y reflotando la siniestra Doctrina de Seguridad Nacional. Asimismo en esta re-diagramación del tema militar y el rol asumido por los Estados Unidos de "gendarme del mundo", las fuerzas armadas latinoamericanas caribeñas serán utilizadas como "carne de cañón" en las aventuras bélicas extra-continentales de lucha contra el "eje del mal". Tanto el Plan Colombia como la Iniciativa Andina prefiguran una situación ya percibida por los propios impulsores de las políticas neoliberales: el sistema, en última instancia, sólo cierra con represión.

B2) Un nuevo modelo de explotación.

En este apartado se visualizan con mayor atención los elementos que pasan a configurar un nuevo modelo de explotación más allá del denominado modelo neoliberal, con muchos componentes de éste, pero con características propias y más complejas. Entre otros podemos mencionar los siguientes:

- Imposición de dictaduras camufladas -al estilo de Uribe Vélez en Colombia-, donde la derecha más recalcitrante accede al poder por elecciones, pero con un escaso caudal de votos dada la abstención generalizada o la atomización. Esta forma garantiza, de alguna manera, la vigencia del Consenso Washington y le da cierta legitimidad a gobiernos autoritarios y sumisos a los intereses yanquis. También hay que contemplar que, en caso de gobiernos hostiles al poder imperial, bajo la figura de la "ingobernabilidad" se pretende hacer pasar a los sectores golpistas como verdaderos demócratas, excusando las asonadas fascistas como simples formas de "normalizar" la situación bajo gobiernos de "transición". Este es el caso del Golpe de Estado frustrado en Venezuela donde Estados Unidos cumplió un papel protagónico.

- Refragmentación, a través de un nuevo diseño del mapa latinoamericano caribeño, más funcional a los actuales intereses geopolíticos de Estados Unidos y con la mira en desvertebrar las zonas de conflicto, como a su vez debilitar las regiones con posibilidades de un mínimo proceso de desarrollo autónomo. "Divide y reinarás" sigue siendo el lema central del Imperio y ese objetivo se perfila en el estímulo de localismos, autonomías y organizaciones separatistas (tener presente los incipientes pronunciamientos en regiones bien localizadas de Nuestra América: Patagonia, Río Grande del Sur, el Zulia, Guayaquil o el "Estado Chiapaneco", entre otros).

- Refortalecer la presión del cepo de la Deuda Externa en la concreción de canje de deuda por territorio. Esta política implicaría una nueva "vuelta de tuerca" hacia el ajuste que sufren cotidianamente nuestros países. Las reservas naturales más importantes pasarían a manos extranjeras que se garantizarían zonas estratégicas en el suministro de materias primas indispensables para tecnologías de punta como la biogenética, la biotecnología, la industria farmacéutica, la tecnología aeroespacial, etc. Asimismo, dentro de los objetivos primarios se contempla el adueñarse de espacios ricos en biodiversidad como también en la estratégicas zonas de nacimiento de los grandes ríos (se contempla el tema, como problema para las próximas décadas, del agua potable), las reservas minerales y las riquezas forestales (en la proyección no sólo del potencial en maderas sino también en el tema del oxígeno).

- Control cada vez más estricto de la natalidad de acuerdo a los postulados del Memurandum 200 de Henry Kisinger y absoluto descompromiso ante el genocidio generado por las políticas dictadas desde el Pentágono. Este real genocidio se expresa objetivamente a través de: hambre, enfermedades que podrían ser curables, precariedad laboral, delincuencia, accidentes por deterioro de la calidad de vida, suicidios, desatención de la ancianidad, problemas cardiológicos producto del constante stress a que es sometido el ciudadano común, drogadicción, SIDA, etcétera). En este sentido, es cada vez más notorio el estímulo que recibe desde los centros de poder y los medios de comunicación masiva la lucha "entre pobres", queriendo así enfrentar a los pueblos en guerras fratricidas (ayer Perú contra Ecuador), como también entre sectores de la misma población: argentinos nativos contra inmigrantes bolivianos, habitantes de los barrios contra habitantes de las villas miserias, trabajadores contra desocupados (ver el caso de los trabajadores de los supermercados COTO en la Argentina obligados por la patronal a enfrentar a los desocupados que piden alimentos), taxistas contra remiseros, comerciantes contra vendedores ambulantes, etcétera. El fin, nunca declarado pero siempre presente en el discurso imperialista, es excluir (hacer "desaparecer", marginar y exterminar) a más de 200 millones de latinoamericanos caribeños que "sobran" para el proyecto de recolonización de la región. Convertir las grandes metrópolis latinoamericanas caribeñas en junglas donde rige la ley del más fuerte es parte de un diseño para el exterminio planificado desde los centros del poder mundial, donde la delincuencia, la drogadicción y la prostitución emergen como herramientas fundamentales.

- La anulación del potencial revolucionario de la clase trabajadora a través de un nuevo sistema de disciplinamiento más concordante con los nuevos tiempos y las nuevas formas de trabajo. El estar incorporado al mercado laboral implica, de alguna manera, estar "incluido" en el sistema (más allá de salarios, horas de trabajo y condiciones laborales); lo contrario ya no importa como situación temporaria, sino que aparece como simple "condena a muerte", similar a la figura del "desaparecido" en el Cono Sur. Así, se ejerce una presión desmovilizadora sobre la clase obrera, desconcientizadora y con tendencia a la asunción de posiciones conservadoras cuando no reaccionarias. La flexibilización laboral recién se comienza a bocetar en nuestros países y es de esperar que, de progresar el avance imperialista, se efectivice con todo su siniestro potencial (el intento de implementar un sistema privado de control sobre las conductas de los trabajadores en la Argentina, el VERAZ LABORAL, es sólo una muestra de lo que aquí afirmamos).

- La incrementación de la dictadura ideológica ejercida por los medios de comunicación masiva y la concentración cada vez mayor de los centros generadores de matrices de opinión, se viene perfilando como una de las armas más sutiles y mejor implementadas desde el poder imperial. Si bien la aparición de Internet ha contrarrestado en parte el monopolio de los grandes medios, es de esperar que en la brevedad se comiencen a imponer sistemas más férreos de control, boicot y disciplinamiento de los medios alternativos de comunicación. En esta área debemos incluir también el estímulo a la permanente "fuga de cerebros", como asimismo a la acción disolvente que ejercen muchas ONGs y Universidades de los países metropolitanos, al "domesticar" con sus prebendas a una intelectualidad latinoamericana caribeña cada vez más vulnerable a los valores morales impuestos por el pensamiento hegemónico. La guerra psicológica que se practica contra el pueblo y todo tipo de planteamiento revolucionario se perfila como para ser conducida no solo por los comunicadores profesionales, sino que éstos bajo el mando directo de los sistemas de inteligencia y espionaje yanqui, la CIA entre otros.

Si bien este análisis parece apocalíptico, no lo es tanto en cuanto plantea la posibilidad de una alternativa a profundizar que es el punto A: El camino revolucionario. Si bien es cierto que podemos legar a las nuevas generaciones un mundo y una América Latina Caribeña plagada de muerte, campos de concentración, población absolutamente alienada y países en declarada desintegración, también es posible que dejemos planteada la configuración de una Patria Grande Latinoamericana Caribeña integrada, en igualdad de condiciones con el resto de las naciones, propugnadora de la paz y la tolerancia, con justicia social, autodeterminación de los pueblos y con hombres y mujeres libres dispuestos a transitar los caminos que conduzcan hacia la consagración de una humanidad plena.

No sabemos si las fuerzas reaccionarias podrán imponer su proyecto, pero no podemos caer en la ingenuidad de pensar que su enfermedad es terminal. Si bien el neoliberalismo ha entrado en crisis, el imperialismo ya está trabajando para reproducir su sistema de explotación. No sabemos cuál será la nueva máscara tras la cual se esconderá el verdadero rostro del capitalismo: ¿tercera vía?, ¿política social de mercado?, ¿globalización humanizada?, no lo sabemos, pero sí creemos que se acercará más bien a un modelo neoesclavista o neofascista.

Como dijimos al comienzo del artículo, América Latina y el Caribe entra en una etapa de decisivas definiciones. Si la única salida es avanzar, la suerte está echada: ¡Libres o muertos, jamás esclavos!, como decía el general San Martín.