Editorial - La respuesta del Gobierno

Miguel Henrique Otero

EL NACIONAL - LUNES 14 DE OCTUBRE DE 2002
Opinión

Luego de la marcha multitudinaria del jueves, organizada por los sectores independientes y la oposición en general, no sólo el Gobierno sino también otros sectores nacionales e internacionales debieron haber dado una respuesta y expresar, firmemente, su posición sobre lo que está pasando en Venezuela. No se trata de exigirle a estos últimos que intervengan en nuestros asuntos internos, lo cual sería un grave error, pero sí que abandonen esa actitud de ver los problemas que vivimos como simples enfrentamientos entre partidos, movimientos o grupos que luchan por el poder. Aquí lo que está en juego es el futuro de la democracia y el sistema de libertades que hemos disfrutado en los últimos 40 años (con sus errores y aciertos), pero que está siendo sustituido progresivamente no por un modelo que tienda a eliminar los vicios de los anteriores, como lo habíamos exigido a través del voto, sino por un régimen de corte totalitario, policial y mesiánico.

La respuesta que el Presidente y su entorno le han dado a las preocupaciones de la sociedad venezolana sobre la grave crisis que vivimos (en lo económico, político, militar e institucional) consistió en volver a traer del interior del país al mismo lumpen de siempre, convertidos en sempiternos pasajeros de autobuses, con un bollo de pan y una carterita de ron, para que vengan a dar vivas al gran embaucador de la comarca. Ya el show se le desinfla y por mucho que vuelva a repetirlo perderá audiencia porque el hambre, el desempleo, la caída del poder adquisitivo de los salarios, la inseguridad y los robos, atracos y asesinatos de fin de semana golpean a los más pobres.

En el discurso de ayer usted se negó a hablar de elecciones adelantadas, ni de someterse a ningún procedimiento que permita a los venezolanos buscar una salida pacífica y democrática. Para usted, el problema fundamental es que no lo dejan gobernar en paz. ¿Acaso, nos preguntamos, la crisis fiscal la inventamos nosotros? ¿La inflación, el desempleo, las quiebras de empresas, los allanamientos y persecuciones a lo generales y vicealmirantes de la Fuerza Armada, la masacre del 11 de abril en Puente Llaguno, la orden de inhabilitar y sabotear el trabajo de la Policía Metropolitana, la de sacar a la calle a los soldados y los tanques salió de una oficina de la Coordinadora Democrática?. ¿Fueron sus críticos quienes nombraron a los bandidos de Weffer y a López para que se robaran los dineros del Estado cobrando comisiones multimillonarias, a través de faraónicos proyectos de construcción y del Plan Bolívar 2000? ¿A usted no le da pena usar el nombre del Libertador para que sus compinches se llenen los bolsillos? El viernes reveló que estuvo a punto de sacar del aire la señal de las radios y las televisoras que no le son afectas. Le molesta la crítica democrática, la libertad de expresión y no poder imponer una pauta diaria de trabajo a los periodistas que salga redactada desde Miraflores. Ya usted compró unos periodistas (un grupito) y les dio unos cargos en radios, periódicos y televisoras. Deje que los demás sigan siendo independientes. Así ha sido siempre, menos cuando Pérez Jiménez. Pero usted predica pero no practica: ayer sometió al país a una cadena nacional sólo para que escucharan su mitin, con las mismas tonterías que ha dicho en los últimos tres años. La verdad, Presidente, es que la crisis es mucho más compleja de lo que muchos imaginan y su simplificación extrema contribuye muy poco en el proceso de búsqueda de una salida democrática y pacífica que todos queremos. Las propuestas de diálogo han sido tomadas a broma por usted y sus colaboradores y, desde luego, sólo dejan pasar apenas unos días para traicionar los acuerdos que se proponen en las mesas de diálogo.

Las ONGs que se ocupan de vigilar el comportamiento de los gobiernos no han cesado de advertir que los índices de corrupción crecen en Venezuela de manera vertiginosa. Nunca como antes en la OEA se habían acumulado tantas denuncias contra Venezuela. Decenas de periodistas han sido apaleados por estas bandas de facinerosos pagados desde el Gobierno y las sedes de los medios de comunicación han sido asaltadas. A los oficiales de la Fuerza Armada se les ha sometido a una presión intensa para que intervengan violentamente en contra de los ciudadanos. Esto suena horrible, pero las pruebas están allí, en las declaraciones de los propios oficiales. Es como retroceder la película de lo ocurrido en Chile, Argentina y Brasil. Con ritmo cubano.