A confesión de firma

Earle Herrera

El Nacional, martes 26 de noviembre de 2002, p. A/8
Documentos sobre los sucesos de abril de 2002 en Venezuela

La firma empresarial que recogió las firmas para convertir en revocatorio un referendo consultivo, ahora confiesa que de los dos millones de rúbricas (términos redondos), 500 mil no llenan los requisitos, o sea, son chimbas. Supongamos que soy panadero y tú me encargas 100 panes. Yo te los llevó, me hago acompañar de testigos y, además, juro y pregonó que el pedido cumple las normas comerciales y sanitarias.

Dos días después te llamó para advertirte que 25 panes están malos, es decir, que cuando los descubras, no vengas con que te engañé.

La firma recolectora de firmas hizo lo mismo. Los medios pregonaron la hazaña democrática. Un gobernador candidato declaró que las rúbricas estaban blindadas porque fueron sometidas a cuatro auditorías (cuatro, o sea, 4). Al reconocer una semana después que medio millón son chimbas (no concuerdan con las cédulas, repeticiones, firmantes no inscritos en el REP, etcétera, etcétera), se le dice al Consejo Nacional Electoral que al dar con ellas, no hay engaño ni fraude porque ellos lo confesaron antes. Silogismo: si yo te engaño y luego (no antes) te digo que te engañé, no hay engaño. Súmate.

Con la revisión cuantitativa no hay problema. Allí pueden encontrar no dos, sino hasta diez millones de firmas. Lo importante es su cotejo cualitativo. Si el CNE saca una muestra correcta -he aquí la duda-, de entrada va a tropezar con 25 por ciento de error confesado.

Ignoro si existe algún país del mundo donde se valide una estadística con la cuarta parte absolutamente desechable, errónea, chimba de toda chimbonería.

Con el léxico abrileño de Enrique Mendoza, cualquiera puede preguntarse: ¿creen que somos pendejos?

A ese 25 por ciento fraudulento -confesado luego de la entrega- se agrega un margen probable de error de entre 3,5 por ciento, es decir, que estamos rondando 30% del pícaro universo presentado en tomos empastados como emocionantes tesis de grado, camión blindado y encadenado despliegue mediático. Un CNE serio no perdería el tiempo en revisar lo que ya los mismos recolectores (si es que recogieron) aceptan que tiene la cuarta parte desechable.

Si se salta todo esto a la torera, el organismo comicial estaría convocando a un acto inconstitucional mediante firmas fraudulentas.

Tal aberración jurídica, estadística, política y pare de nombrar, solo podría equipararse con la sentencia de que golpe de abril no fue golpe sino custodia.

Resulta sospechoso que partidos pantalleros de la Coordinadora que desgarran y matan por un micrófono en una tarima, tuvieran un repentino ataque de bajo perfil y, generosamente, dejaran a Primero Justicia todo el provecho mediático de la entrega de las susodichas firmas. No se extrañen entre los firmantes aparece Hugo Chávez firmando contra Hugo Chávez, pidiéndose él mismo la renuncia, mediante un inconstitucional refrendo consultivo. Aquí cabe plenamente principio jurídico de: «a confesión auditores, relevo de firmas».

¿Qué haría usted con un carro si la empresa que se lo vendió lo llama a semana para confesarle que la cuarta parte no sirve? Bueno, perdonen el símil. Un país no es un carro. La pregunta no solo es revocatoria con disfraz de consultiva, sino que en forma y contenido es un disparate. Se le pregunta a la gente si está de acuerdo con que el Presidente renuncie de manera inmediata voluntariamente. Primero habría que consultarle al aludido tiene la voluntad de renunciar. Luego, la preguntica impone un plazo: «manera inmediata». Bueno, si es voluntariamente, ¿a qué viene ese plazo, ese ultimátum? En fin, un doble crimen contra Andrés Bello, como jurista y como lingüista, bajo las narices de un CNE doblemente obtuso.

P.S.: ¿Tendrá cura la paromanía? Los paromaníacos de la oposición se obstinan en que con paros a cada rato se adueñarán del poder. Ya en abril el pueblo los paró en seco. Pero lo olvidaron rápido, lo que es uno de los signos perniciosos de las manías.