¿Crisis o Manipulación?

Enrique Plata Ramírez

Fuente: http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=1262

Reflexiones
Por: Enrique Plata Ramírez - Escritor y Profesor ULA
Publicado: 08/12/02

A partir de la llamada "Crisis de Septiembre", con la cual se suele identificar los actos terroristas acaecidos en los Estados Unidos, los venezolanos hemos devenido en una "crisis insoportable". Más allá de saber si la crisis de septiembre fue preparada por la Casa Blanca o no, a los venezolanos nos interesa deslindar los acontecimientos que los últimos meses nos están estremeciendo.

Por doquiera escuchamos expresiones como: "la crisis venezolana actual", atribuida o producto del triunfo electoral del chavismo, para reflejar un aparente estado de ingobernabilidad. Esta crisis venezolana se desmonta, desde el discurso político, económico, cultural, periodístico, etc., con argumentaciones como: "crisis militar", "crisis social", "crisis educativa", "crisis económica", etc. Es decir, un universo venezolano completamente entrópico, desordenado, sin rumbo. Pero para todo aquel, del bando que sea, que se sienta responsablemente preocupado por el país, surge de inmediato una interrogante: ¿A quién o a quiénes les interesa mostrar ese supuesto estado de crisis?.

Lo primero que tenemos que puntualizar es que Venezuela está viviendo hechos históricos que continúan rebasando a sus protagonistas por la sencilla razón de falta de perspectivas y de no querer mirar más allá de sus narices. Es decir, ese universo entrópico, de desorden, se vislumbra por la falta de claridad de ciertos sectores que parecieran empeñados más en mostrar ciertas fisuras políticas que analizar los cambios violentos que se están produciendo en Venezuela. Violentos no sólo por la espiral agresiva que se ha desatado en el país, sino más bien por la brusquedad de sus rupturas al interior de la sociedad y de sus distintas instituciones. Se sataniza, por ejemplo, a los "Círculos Bolivarianos", clasificándolos como "grupos armados", pero se obvia por completo, y se llega a la desvergüenza de negar su existencia, a las bandas armadas llamadas "Cabilleros", de Acción Democrática, y los "Camisas Negras" de Copei, que aterrorizaron, saquearon y asesinaron a cientos de venezolanos en nombre de la democracia alternativa y puntofijista

Aceptado lo anterior como hecho irrefutable, debemos convenir que en todo proceso histórico se producen momentos y sucesos sísmicos, rupturas y quiebres que darán paso, quiérase o no, al nuevo status. Ello no equivale a que exista una profunda crisis. Y esto es fácilmente desmontable. En Venezuela no hay una crisis de ingobernabilidad, pues existe un gobierno democrático, con un presidente elegido abrumadoramente por la gran mayoría electoral y reconocido por las instituciones y organismos internacionales correspondientes. No hay tal ingobernabilidad, pese a que sectores poderosamente económicos desplazados intenten mostrar lo contrario, valiéndose para ello del mismo porcentaje electoral que adversó a Chávez en las distintas confrontaciones a las cuales fueron llamados. Al existir un gobierno, que esté dirigiendo bien o mal al país, no puede existir ingobernabilidad. Si su actuación es negativa, pues, como se fundamenta en cualquier carta magna democrática, el llamado electoral siguiente lo desplazará.

Unos cuantos medios de comunicación social, no todos afortunadamente, han venido sosteniendo con firmeza y más asiduidad publicitaria que reflexiva, la existencia de una profunda crisis venezolana. Distintas editoriales, editorialistas, artículos de opinión, etc., están dirigidos a mostrar únicamente el estado de crisis e ingobernabilidad venezolanos desde el arribo del presidente Chávez. Ello sin mencionar los noticieros televisivos y radiales, y los distintos programas de opinión. Con ello es fácil deducir que en Venezuela, más allá de un profundo resquebrajamiento social, producto de ese proceso histórico irreversible, existe una enorme manipulación mediática, que pretende mostrar al país como si no tuviese ni gobierno ni rumbo alguno, manifestando incluso que el 90 % de la población lo adversa, cosa que desde el 12 de abril se comprobó como falso.

Por ello en Venezuela no podemos hablar de la existencia de una profunda crisis social, sino más bien de una sostenida manipulación informática, avalada por ciertos sectores económicos, religiosos, militares, etc., demostrada en la constante repetición de videos con amenazas militares de supuestos comacates, sacasol, huelgas, definidas e indefinidas, llamados a desobediencia civil, y pare usted de contar. La llamada Oposición o Sociedad Civil, plagada de militares de dudosa reputación, cerró su círculo de actuación en torno a una idea obsesiva: expulsar a Chávez de la Presidencia de la República. Esta obsesión kafkiana los llevó a perder el rumbo y con ello a ejercer su verdadero rol democrático: la oposición desde el marco de la seriedad y el respeto.

Muchos venezolanos, quizás, que adversan a Chávez, se han sentido en el camino correcto al leer a esos mismos editorialistas, articulistas, ensalmadores y demiurgos, que resuman su odio visceral contra un proceso que les niega toda participación, no por mero placer sino a causa de su discutida seriedad moral, de su discutida probidad, de sus hechos falaces y bochornosos en tiempos no muy pretéritos. Artículos y articulistas, además, que más allá de mostrar un discurso ramplón, simple, no tienen una verdadera trascendencia para el pueblo venezolano, pues no aportan más que odio y miseria y cierto estado fascista.

En resumen, no hay una oposición seria en Venezuela, y la prueba más fehaciente fueron los mismos hechos del tristemente célebre Golpe de Estado de abril, en donde comenzaron a pelearse y a dividirse entre sí, por el reparto del botín venezolano. Ello mismo nos lleva a sostener que no puede ser considerado, ni siquiera como Presidente de Facto, el sátrapa que pretendió adueñarse del poder político con el aval y el expreso consentimiento de ciertas organizaciones de toda índole, cada vez más desprestigiadas en el verdadero interior de la sociedad venezolana. Usurpador o sátrapa que, por cierto, y junto a otros de su estirpe, huye cobardemente del país, amparado en la socorrida figura del "asilo político o diplomático"

Las manidas expresiones de "crisis e ingobernabilidad" deben ser dejadas de lado por todos aquellos que continuamos creyendo en este proceso; pero igualmente, el gobierno nacional debe dejar de ser timorato en algunas cuestiones y mostrarle, de alguna manera y pese a la desventaja en cuanto a los medios de comunicación social, a los venezolanos todos, la manipulación mediática, la existencia de laboratorios políticos en donde se fabrican artimañas que sustentan la angustia y la desesperación del venezolano común, que harto de estas incertidumbres, no desea más que vivir, trabajar y estudiar en paz.

El venezolano común, por su parte, y cualquiera que sea su posición política, debe entender que más allá de toda crisis artificial, los hechos históricos siempre muestran una verdad y tarde o temprano esa verdad triunfa. Por ello, serenamente, los espacios de opinión que se aperturen han de ser para mostrar no la superación de una crisis, evidentemente artificial, sino la discusión y la reflexión en torno a la sostenida manipulación mediática de unos medios que debieran estar objetivamente al servicio de todos los venezolanos sin distingos de ningún tipo.

La prueba más fehaciente de manipulación política, fue la abrupta salida del Tribunal Supremo al dictar la inocencia de unos cobardes que, amparados en su uniforme militar de alta jerarquía, intentaron un Golpe de Estado que fue apreciado a través de las pantallas televisivas, en cualquier parte del mundo. Si un militar, que ha de ser garante de la paz social nacional, se rebela, está incurriendo en dicho delito. La insurrección militar es un delito en cualquier parte del mundo. Ese delito, precisamente, llevó a Chávez, en su momento, a pagar su osadía y a luchar por la Presidencia venezolana desde los ámbitos fijados por la democracia.

Con la incongruencia de tamaña decisión, violatoria de cualquier principio de Derechos Humanos, se abría el abanico de posibilidades para que cualquier uniformado, desde un policía, un bombero o el más alto jerarca militar, se lance a la aventura de la rebelión; y más aún, para que cualquier "cerebro caliente", experto en armas, coloque un aviso en la prensa solicitando un militar dispuesto a rebelarse.

Por otra parte, si estos militares de marras en su fuero interior fuesen honestos, hace rato le hubiesen pedido perdón al pueblo venezolano por su irresponsabilidad y el enorme daño causado al país, no sólo con las distintas muertes producidas, sino también con la destrucción de todo un pueblo que desea y añora vivir en paz. Ampararse en la alta jerarquía militar, en el poder de un uniforme prendido de condecoraciones ganadas quién sabe en que heroicas actuaciones, para eludir su responsabilidad y con ello a la verdadera justicia, es un acto de vil cobardía. Considerarse victoriosos por que un Tribunal les exonera de culpas no les limpia la conciencia, y como Caín, deberán cargar con su culpa por el resto de sus días sin poder ocultarla; tampoco borra, esta arbitraria decisión, de la memoria de los venezolanos, la vileza de su actuación en momentos conflictivos para el país. Conflicto generado, como sabemos, por los intereses creados en torno a la usurpación del poder en Venezuela.

Estos seudos "Señores de la Guerra", por cierto, saben perfectamente que "todo es válido" para ganar la batalla, incluso los autoatentados, como el de Altamira, y la paralización de PDVSA, aunque ello signifique un inmenso daño patrimonial para Venezuela, total, lo importante es la victoria al precio que sea. Por ello, dentro de las pautas que dicta la democracia, cada uno deberá ser juzgado y condenado de acuerdo a sus "delitos", sólo así podremos volver a creer en la justicia en este vilipendiado país.

Enrique Plata Ramírez
Escritor venezolano.
Profesor en la Universidad de Los Andes (ULA)
enriquepr@mi.madritel.es