Duro de voltear

Modesto Emilio Guerrero

(Fecha publicación:31/12/2002)

Nuestro colaborador Modesto Emilio Guerrero publicó su opinión sobre la crisis venezolana en la revista argentina VEINTITRES, la semana del 26 de diciembre al 2 de enero. La reproducimos textualmente.

Tiene que haber algo más racional que la buena suerte, para explicar el fenómeno de un gobierno que ha logrado sobrevivir a un año de marchas y concentraciones masivas, cinco intentonas golpistas, la fractura de las FF.AA. y un derrocamiento militar fulminante el 11 de abril pasado. Cómo logra mantener el aliento el presidente Hugo Chávez, con tan enorme pérdida de base social y un asedio mediático interno e internacional, que en algunos aspectos ha superado las operaciones de prensa realizadas contra gobernantes que fueron más lejos en sus programas y métodos de acción. La explicación está debajo de cada uno de estos hechos, metódicamente ocultos bajo lo que no se dice.

En los últimos 12 años, con mucho menos de lo que le tocó en suerte a Chávez, fueron desmantelados tres presidentes en Ecuador, uno en Perú, casi dos en Paraguay.

Para que De la Rúa se subiera al helicóptero que lo enterró en vida, bastaron una noche y un día de movilizaciones en la Capital que no sobrepasaron las 150 mil personas entre la Plaza de Mayo y Congreso, más otras miles en 7 ciudades, y una operación político-policial que utilizó los saqueos como factor desestabilizador.

El 'huracán del Caribe'

Si Chávez y el chavismo sobreviven, después de tanto asedio social, militar y mediático, es porque se sostiene en un formidable y desconocido movimiento social que mantiene dividida a la burguesía venezolana y en ascuas su tradición Estado. Ese movimiento es cada vez más independiente, y eso, hasta ahora, ha beneficiado al presidente y su gobierno.

El es el triunfador de cinco procesos electorales y referéndum donde salieron derrotados todos los candidatos opositores. Por primera vez, desde 1962, todo el arco político venezolano se dividió a causa del efecto Chávez. Tanto en la izquierda como en la derecha, como ocurrió hace 40 años cuando triunfó a Revolución Cubana. No quedó un solo partido sobre sus dos pies. La prensa norteamericana, sorprendida por el fenómeno, lo llamó 'el huracán del Caribe'.

Pero desde el 11 de abril de 2002 la cosa pasó a mayores. Ya no se trata de votos, consignas y carteles bien pintados. Más de cuatro millones de pobladores pobres coparon ese mes las calles y le propinaron, en 36 horas, una paliza política al golpe militar. Un hecho que no tiene antecedentes en la historia latinoamericana.

En agosto derrotaron en la calle otro golpe. En diciembre derrotaron dos más. Pero esta vez, en medio de una grave crisis del gobierno chavista. Tuvieron que resistir 20 días de lock-out patronal-sindical con apoyo popular y el sabotaje masivo de la industria petrolera. La Coordinadora Democrática se dio por vencida y se retiró 'en paz' después del fracaso golpista el día 20. La prensa mundial se cuidó de llamar a esto 'fulminante derrota de la oposición', pero los dirigentes del paro insurreccional llamaron a sus seguidores a volver a las casas.

Chávez y la coalición de las 5 fuerzas que lo acompañan desde entonces, son los beneficiarios de un proceso que ha pasado de grandes triunfos electorales a conquistas sociales y políticas. No se derrotan golpes militares y paros insurreccionales como si fueran partidos de fútbol entre las selecciones de Argentina y Venezuela. Y cuando eso grandes hechos sociales ocurren los efectos son profundos.

Los sectores más pobres de Venezuela se están transformando al calor de esos efectos. No sólo están aprendiendo sobre lo que quieren y lo que no quieren, es que, además, empujan hacia destinos no contemplados en el programa y la Constitución del régimen.

Dentro de ese contexto se hacen comprensibles otros hechos clave. El golpismo fue desplazado de los puestos de mando con tropa dentro las Fuerzas Armadas. De las cuatro corrientes militares internas que actuaron hasta abril de 2002, quedan sólo dos con importancia: la pro chavista y la denominada 'institucionalista'. Ambas jugaron hasta diciembre contra el golpismo.

Uno de los efectos de las derrotas sufridas por la oposición es que no tienen unidad de mando político ni disciplina social, algo de lo que goza, por ahora, el chavismo con Chávez a la cabeza.

Los representantes de la Coordinadora se reunieron el 15 de noviembre con el sub Secretario de Estado en Nueva York y con altos jefes de la CIA, cuyos nombre no fueron revelados. Lo que sí se conoció fue parte de la respuesta que recibieron de sus mejores aliados externos: 'Esperaremos a que tengan mayor coherencia política en vuestras fila' (Tal Cual, 29 de noviembre 2002).

La yugular petrolera

Quién podía imaginar a Chávez más de una semana en el poder, después que la oposición logró agarrotar la yugular de la Nación. Entre el 7 y el 16 de diciembre, Venezuela sufrió el primer sabotaje global a su industria petrolera y por segunda vez en 100 años vivió un boicot internacional a sus exportaciones y puertos.

El día 7 se alzaron los capitanes de buque de PDVSA Marina y los gerentes de la llamada 'Nómina Mayor' (mandos medios) se fueron con las claves secretas, sin las cuales no se mueven las plantas de refinamiento y distribución. El día 8 los tanqueros norteamericanos se negaron a cargar crudo pesado. El día 10 el Estado venezolano ofrece las cargas de crudo a cargueros de la Unión Europea, del mundo árabe y del Caribe, y se niegan en línea, a pesar de las ventajas comerciales ofrecidas.

Ni el bloqueo de la armada imperial alemana en 1902 (que provocó en Argentina la 'Doctrina Drago' [1]), ni la huelga petrolera durante la Revolución Popular de 1958 contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, provocaron tal grado de vulneración en el sistema portuario, en las exportaciones de crudo, en la cadena de distribución interna y en el control tecnológico de la industria petrolera.

El crack sufrido por la industria energética venezolana, base del 83% de su PBI territorial, flotó en las aguas de una economía en estado de turbulencia. Desde el año 2001 comenzó un sabotaje a la base monetaria del país con la huída en masa de capitales internos y externos, dos lock-out patronales y una crisis de inversión desquiciante que destruyó 4.700 empresas medianas desde octubre del año 2001 al mismo mes de 2002.

La gente se organizó y derrotó con sus acciones el quiebre de la industria petrolera. Un protagonista de esos hechos, Francisco López, escribió este testimonio: 'Con ingenieros y técnicos del Ministerio de Energía y Minas, de diversas Universidades, jubilados y trabajadores activos de PDVSA, ha venido restableciendo gradualmente el suministro de combustible... a pesar de los saboteos vamos ganado esta batalla. Por ejemplo, el día domingo 8, luego de más de 24 horas descifrando las claves (de las computadoras), en horas de la tarde logramos que arrancara la Planta de Distribución de Yagua, que según tengo entendido es el llenadero más grande y moderno de América Latina, ubicada en el Estado Carabobo, con una producción promedio de 240 gandolas diarias. Sólo pudimos llenar 9 gandolas porque el sistema fue saboteado vía Internet. El lunes 9, después de restablecido el sistema logramos llenar 45 gandolas. Cada civil tenía un soldado a su lado a sus órdenes. El martes alcanzamos a llenar 77 gandolas, el jueves llegamos a 204 y el viernes a 277 Hoy no estuve en Yagua, pero entiendo que casi llegamos a las 300 gandolas.

Esto que sucede hoy en Yagua, está sucediendo en varias partes del país y entre todos nos damos apoyos trasmitiendo la experiencia acumulada'.[2]

Los 'Escuálidos' están bravos

Cuál es, entonces, el secreto del presidente venezolano, para resistir el embate del odio desatado de más del 20% de su población media y alta (medida por sus ingresos, bienes y propiedad).

Una suma a vuelo de pájaro de lo que movilizó la Coordinadora Democrática en Caracas, desde el 10 de diciembre de 2001 hasta el 20 de diciembre de 2002, arroja el siguiente dato: En once ocasiones (casi una por mes) acumularon alrededor de cuatro y medio millones de personas, en un país con menos de 24 millones de habitantes.

El peso político de este dato es despiadado, y no se debilita por la obviedad de que ese total haya que dividirlo en once pedazos y hacer un promedio. En realidad, complica más la cosa. ¿Cómo podrá gobernar Chávez y su coalición política sin crisis recurrentes? No habrá estabilidad social mientras esa franja mayoritaria de la clase media asalariada siga militando masivamente en las calles. Hace cuatro años, más de la mitad de ella apoyó al líder bolivariano cuando fue candidato en las elecciones de 1998, al punto que hizo crecer el voto por Chávez hasta el 57% con el que ganó.

Hoy, los sentimientos sociales están polarizados. Cinco estudios de opinión realizados entre junio y noviembre pasados, dan cuenta del siguiente mapa de guerra: Cerca de un 25% de la población que sigue cerradamente en contra de Chávez y sus postulados político-sociales. Cientos de miles militan activamente por su salida inmediata, más de un millón firmaron entre junio y octubre para exigir un Referéndum Consultivo para echar al presidente. Pero enfrente hay un 30% que respalda con entusiasmo y acción a Chávez y su revolución, sale a las calles cuando la convocan y cuando no, también, se organiza en Círculos Bolivarianos, sindicatos de base y asambleas de barrio.

Duro de matar 10

Cómo sobrevive Revolución Bolivariana a una campaña mortal de multimedios tan omnipresentes como Venevisión Globovisión, CMT y CNN. En palabras de Guillermo Zuloaga, director de Venevisión (Caracas), la oposición ha gastado 'más de 100 millones de dólares en horas-TV para concienciar a la población y al mundo de la tiranía que gobierna Venezuela', para convencer a medio planeta que Venezuela está gobernada por un tirano.[3] Lo curioso es que pudieron convencer a medio mundo de eso, pero el 'demonio' sigue instalado en Miraflores, el Palacio de Gobierno, blandiendo el librito azul de la Constitución bolivariana.

Pero hay cosas menos comprensibles a estas alturas de la crisis venezolana. El Estado norteamericano no logra voltear al gobierno de ese país, a pesar de estar colocado en el centro de su 'patio trasero', de ser su principal fuente hemisférica de abastecimiento petrolero y una pieza clave en la geopolítica del Caribe y Andina desde 1960.

Chávez y su revolución bolivariana fueron ubicados en el 'eje del mal' y no tienen, como Irak, la ayudita diplomática que recibe de vez en cuando de Rusia, China y partes de la Unión Europea. Cuando The New York Time publicó el 15 de abril, apenas 3 días después del golpe, las informaciones sobre la 'Operación Venezuela' del Pentágono, confirmadas luego por voceros de la propia oposición, quedaron claras dos cosas: La decisión de echar a Chávez por la fuerza estaba tomada en el Pentágono, desde octubre de 2001. La segunda cosa fue esta: Las cosas salieron mal.

En los días finales de junio de 2002, mientras una parte de la Coordinadora Democrática (donde se junta toda la oposición), preparaba otro golpe de Estado para el 29 de agosto, se filtró parte del informe Dossier Confidencial N° 3, Coordinadora Democrática, 28 de junio 2002, con la siguiente declaración: 'Esta vez no contaremos con el mismo apoyo operativo de nuestros amigos en EE.UU., ellos siguen con nosotros .../... pero evalúan de otro modo la situación del gobierno: Creen que salió robustecido de abril, que hay que esperar'.

Toda una revelación que explica, por un lado, que en las derrotas no todos aprenden las mismas cosas, lo cual no significa un cambio de naturaleza.