El tiro por la culata

Alvaro Agudelo

Tomado de El Mundo (09-01-2003)
Opinión
La gran tarea opositora


Un trabajo bien penoso tiene pendiente la Coordinadora Democrática: convencer a quienes la apoyan, a los ciudadanos comunes y corrientes a quienes no les gusta este gobierno, de que el paro fracasó, que no lograron sus objetivos políticos, que Chávez no caerá en cuestión de días, pero que un poco más adelante sí conseguirán su ansiada meta.

No será tarea fácil. La verdad es que no le arriendo la ganancia a quien le deba explicar al comerciante que perdió las ventas navideñas y está irremisiblemente quebrado, que su esfuerzo y su ruina fue en vano. Al final, el Gobierno tendrá que ver cómo hace para que no linchen a los dueños de centros comerciales.

No sé cómo hará Carlos Fernández para decirle a los dueños de cerveceras, embotelladoras o cigarreras, que no sirvió de nada el terrible daño a su imagen corporativa. Esas compañías gigantes tienen reservas, músculo financiero, para soportar eso de no vender en diciembre. Les duele, pero no quiebran. Eso sí, al sucesor de Carmona Estanga en Fedecámaras le van a exigir explicaciones. Lo van a regañar bien feo, como se hace con un empleadito especialmente incapaz. Porque hay que ver cuánto perjudica a un grupo empresarial el haber dejado sin cerveza a los venezolanos durante las festividades navideñas. Me daría vergüenza ajena escuchar los homicidios gramaticales, los balbuceantes “la razón de nuestro fracaso es de que...”, los “hubieron razones...” de Carlos Fernández.

Y Carlos Ortega. ¿Cómo le explicará a Carlos Andrés Pérez este nuevo fracaso? Ya me parece escucharlo:

-Pero, Presidente, no se ponga así... Es que Chávez nos jugó sucio al no renunciar...

- Vusté es un pingo, Ortega; lo único que sabe es justificar sus derrotas- dirá el prófugo de Rubio.

Y otra vez las televisoras a dar explicaciones y a sembrar esperanzas. A la próxima sí que tumbamos al Presidente, dirán algunos canales debilitados por haber perdido la facturación publicitaria en el mes que representa el cuarenta por cien de sus ventas anuales.

El problema para la oposición es qué hacer para explicarle al ciudadano de a pie que su hijo puede perder el año escolar, o tendrá que sacrificar sus vacaciones, por un “ligero” error de cálculo sobre los efectos de la huelga.

Claro, tampoco es pequeño problema justificarse ante el hombre de la calle que pasó horas y horas haciendo cola para comprar gasolina. Porque ya no se vale decir que el culpable es Chávez; todos vimos que el Presidente no dormía buscando combustible, mientras que la Gente del Petróleo se desvelaba para que no lo hubiese.

Y cómo hará Juan Fernández para decirle a sus antiguos compañeros de Pdvsa que perdieron un tremendo sueldo y cambiaron la oportunidad de hacer carrera por ir a la lista de desempleados. Porque en la petrolera estatal, ahora sí propiedad de Venezuela, cortaron las cabezas que sobraban. Ya están irreversiblemente botados los conspiradores, los que sabotearon instalaciones, los que querían que explotaran refinerías.

La verdad es que la oposición no perdió una batalla. Sufrió la derrota definitiva. Perdieron la guerra. No podía ser de otra manera. Son generales sin tropa intentando vencer a un comandante que tiene tras sí a la inmensa mayoría del país.

La tarea opositora es terrible. Pero tampoco es un lecho de rosas lo que le espera al resto de Venezuela. Viene el trabajo difícil: enfriar el clima político, restañar las heridas, retomar la costumbre de ver como adversario, no un enemigo, al que piensa de otra manera. Porque mientras no se aplaquen pasiones y odios, el país no podrá echar a andar.

Ahora, derrotados golpistas y conspiradores, hay que dar paso a una oposición democrática, que actúe de acuerdo a la Constitución, que respete plazos y lapsos, que no pretenda obtenerlo todo a cambio de nada y, encima, inmediatamente. Que comprenda la imposibilidad de hacer referendos revocatorios disfrazados de consultivos, sin medios de comunicación que garanticen el equilibrio de opiniones y, además, con el árbitro públicamente a favor de uno de los bandos.

En fin, una oposición civilizada, pues en alguna parte debe existir algo distinto a esos energúmenos expertos en fracasos. Sin duda que fuera del chavismo tiene que haber personas capaces, honorables y democráticas, que puedan realizar la tarea de oponerse al gobierno –que en las democracias es tan importante como gobernar- después de sepultar a los ortegas y los fernández en alguna olvidada fosa común del cementerio político.

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