Bush va a perder, o a lo sumo a empatar

Immanuel Wallerstein

Autor de El sistema mundo.
22.03.2003

Traducción: Milagros Belgrano.

Estados Unidos tiene un gran problema. Su presidente ha hecho una apuesta enorme desde una posición fundamentalmente débil. Hace aproximadamente un año decidió que le iba a declarar la guerra a Irak.

Hizo esto para demostrar su abrumadora superioridad militar y para conseguir dos objetivos: intimidar a todos los potenciales países con programas de proliferación nuclear para que abandonen sus proyectos.

Y, en segundo lugar, destruir todas las ideas europeas acerca de un rol político autónomo en el sistema mundial.

Militarmente, hay dos resultados posibles: el que Bush quiere (y espera) y otro diferente.

¿Qué probabilidades tiene Bush de lograr la rendición rápida de los iraquíes? El Pentágono dice que tiene el armamento y que lo conseguirá rápidamente.

Una larga lista de generales retirados, norteamericanos y británicos, han expresado su escepticismo. Yo creo (y estoy convencido de que así será) que el resultado de una victoria rápida y total no es muy probable. Pienso que una combinación de la desesperada determinación de los líderes iraquíes más el surgimiento del nacionalismo iraquí, más la anunciada falta de voluntad de los kurdos para pelear contra Saddam (no porque no lo odien, sino porque desconfían profundamente de las intenciones de Estados Unidos con respecto a ellos) complicará extremadamente los planes de Estados Unidos para terminar la guerra en pocas semanas.

Probablemente lleve varios meses y, para entonces, ¿quién podrá predecir por dónde soplará el viento, especialmente para la opinión pública británica y más tarde la norteamericana?

De todas maneras, supongamos que Estados Unidos gana rápidamente. Yo diría que, a esa altura, Bush saldrá apenas empatando. No como un ganador, pero tampoco como un perdedor.

¿Por qué digo esto? Porque una victoria dejará la situación geopolítica más o menos donde está ahora. Antes que nada, ¿qué pasará en Irak el día después de la victoria? Lo último que uno puede decir es que nadie lo sabe. Y no está muy claro que el mismo Estados Unidos tenga una visión clara de lo que quiere hacer. Lo que sí sabemos es que los intereses en juego son múltiples, diversos y totalmente descoordinados. Ese es un escenario para la confusión anárquica. Para Estados Unidos, jugar un rol significativo en la toma de decisiones de posguerra requerirá un compromiso de tropas a largo plazo y un montón de plata (realmente un montón de plata).

Cualquiera que se fije en la situación económica y la política interna de Estados Unidos sabe que la administración Bush tendría un trabajo muy duro si deja a las tropas por mucho tiempo. Y un trabajo mucho más duro para conseguir el dinero que necesita para este juego político. Además, todos los otros problemas del mundo seguirían intactos. En primer lugar, un progreso hacia la creación de un Estado palestino sería incluso más improbable que ahora.

El gobierno israelí tomaría la victoria de Estados Unidos como la reivindicación de su línea dura y simplemente la endurecería aún más. El mundo árabe se enojaría todavía más, si es que eso es posible. Es seguro que Irán no parará su entusiasmo por la proliferación nuclear. Por el contrario, este país probablemente se sienta a sus anchas con Saddam Hussein fuera de escena. Corea del Norte podría aumentar sus provocaciones y Corea del Sur se pondría aún más incómodo con la inclinación por la acción militar de su aliado estadounidense. Y es probable que Francia esté lista para echarle mano al botín. Así que, como digo, una rápida victoria estadounidense en Irak nos dejaría con el statu quo vigente, que ciertamente no es lo que los halcones de Estados Unidos planean. Pero supongamos que la victoria militar no es rápida. ¿Qué pasaría entonces? En ese caso, toda la operación sería un desastre geopolítico para Estados Unidos. Estallaría el caos y Estados Unidos tendría tan poca influencia en sus resultados futuros como, digamos, Italia. O sea, casi nada. ¿Por qué digo esto? Piensen en lo que pasaría, en primer lugar, en el mismo Irak. La resistencia iraquí convertiría a Saddam en un héroe y él ciertamente sabrá cómo explotar ese sentimiento.

Los iraníes y los turcos enviarán sus tropas al norte kurdo y probablemente terminen peleando entre ellos. Por el momento, los kurdos podrían alinearse con los iraníes. Si eso pasa, los grupos shiítas en el sur de Irak se mantendrán lejos de los esfuerzos militares de Estados Unidos. Los sauditas podrían ofrecerse como mediadores no bienvenidos y probablemente sean rechazados por los dos bandos. En el resto de la región, Hezbollah probablemente atacaría a los israelíes, que van a contestar el golpe duramente y probablemente traten de ocupar el sur del Líbano. ¿Los sirios se meterán en esa guerra para salvar a Hezbollah y, en general, su rol en el Líbano? Es muy posible pero, si esto ocurre, los israelíes bombardearán Damasco (tal vez con armas nucleares). ¿Los egipcios se van a quedar sentados? Y, oh, sí, está ese tipo, Osama bin Laden, que no dudará en hacer las cosas que usualmente le gusta hacer. ¿Y Europa? Probablemente haya un revuelo enorme en el Partido Laborista británico, que podría terminar con una fractura. Blair podría agacharse y formar una coalición nacional de emergencia con los conservadores. Aún sería primer ministro, pero habría mucha presión para llamar a elecciones y probablemente perdería estrepitosamente.

Y después está esta pequeña cuestión sobre la advertencia que le hicieron a Blair sus asesores legales: si Gran Bretaña iba a Irak sin el apoyo explícito de la ONU, él podría ser acusado ante el Tribunal Criminal Internacional. Los prospectos electorales de Aznar en España serían igualmente dudosos, dada la inmensa oposición que hay en su propio partido a la posición de España.

Berlusconi y Europa Central y del Este empezarían a arrugar. Mientras tanto, en Latinoamérica, uno podría despedirse del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). En cambio, Lula presionará por el fortalecimiento del Mercosur como estructura de comercio y moneda e incluso podría conseguir la entrada de Chile. Fox estará en grandes problemas en México. En el Sudeste asiático, las dos naciones musulmanas más grandes (Indonesia y Malasia) podrán tratar de copiar a Europa creando una zona de acción autónoma. Habrá mucha presión para que el gobierno filipino eche a los militares norteamericanos. Y es probable que China le diga a Japón que mejor vaya aflojando sus lazos políticos con Estados Unidos, si es que espera seguir teniendo futuro económico en la región. A principios del 2004, ¿dónde estará el régimen de Bush? Lo dejará enfrentando un creciente movimiento antiguerra en los Estados Unidos, que podría convertir al Partido Demócrata en una verdadera oposición a la política global de Bush. No es fácil, pero muy posible. Y si así ocurre, los demócratas probablemente ganen las elecciones. Si pasa todo esto, Bush realmente habrá logrado cambiar el régimen de Gran Bretaña, España y Estados Unidos.

Y su país no volverá a ser visto como una invencible superpotencia militar. Entonces, para resumir, si gana Bush, se enfrentará a un statu quo geopolítico que está muy lejos de lo que él quiere. Y si pierde, realmente pierde.

Yo diría que las probabilidades no son muy promisorias.

Los historiadores dirán que después del 11 de septiembre Estados Unidos no necesitaba ponerse en esta posición imposible.