Hondas Preocupaciones

Noam Chomsky

En estos desalentadores momentos, no podemos hacer nada por parar la invasión en curso. Pero eso no significa que la tarea haya acabado para la gente a la que le preocupa la justicia, la libertad, y los derechos humanos. Ni mucho menos. El cometido será mucho más urgente que antes, sea cual sea el resultado del ataque. Y sobre eso nadie tiene la menor idea, ni el Pentágono, ni la CIA, ni nadie. Las posibilidades van desde horrorosas catástrofes humanitarias, de las que han estado avisando agencias de ayuda que trabajan en Irak, a resultados relativamente benévolos. El hecho de que no se le roce el pelo a nadie, no mitiga de ninguna forma la criminalidad de los que están dispuestos a someter a gente indefensa a tan terribles riesgos, a cambio de sus vergonzosos propósitos.

En cuanto a los resultados, pasará mucho tiempo antes de que se puedan hacer juicios preliminares. Un objetivo inmediato es aportar todo el peso que podamos para lograr los resultados más benignos. Eso significa, básicamente, atender las necesidades de las víctimas. Y no sólo de esta guerra sino de las del despiadado y destructivo régimen de sanciones de Washington de los últimos diez años, que ha destrozado a la sociedad civil, reforzado al tirano y obligado a la población a depender de él para sobrevivir. Tal y como se ha señalado durante años, las sanciones han minado, por lo tanto, la esperanza de que Sadam Husein se fuera de la forma que lo hicieron otros tiranos asesinos no menos despiadados que él. Eso incluye una terrible galería de criminales que también fueron respaldados por los que ahora llevan el timón en Washington, en muchos casos hasta los últimos días de su sangriento mandato, como Ceausescu, por mencionar sólo un caso evidente y sumamente pertinente.

El más mínimo decoro exigirá grandes reparaciones por parte de EE.UU. Si no es así, al menos un flujo de ayuda a los iraquíes para que puedan reconstruir lo que ha sido destruido en sus nombres y no como dicten los que están en Washington y Crawford, cuya mayor convicción es que el poder emana del cañón de una pistola.

Pero las cuestiones son mucho más fundamentales y de más alcance. La oposición a la invasión de Irak no ha tenido precedente histórico alguno. Por eso Bush tuvo que verse con sus dos compinches en una base militar de una isla, donde estarían a salvo del pueblo llano. La oposición puede que esté centrada en la invasión de Irak, pero sus preocupaciones van mucho más allá. Existe un gran temor al poderío estadounidense, al que se considera como la mayor amenaza a la paz en la mayor parte del mundo y probablemente por una gran mayoría. Y con la tecnología destructiva que tiene ahora, volviéndose cada vez más letal e inquietante, amenazar la paz equivale a amenazar la supervivencia.

El temor al gobierno de EE.UU. no se basa solamente en la invasión, sino en los antecedentes de los que surge: una determinación declarada abiertamente de gobernar el mundo por la fuerza, dimensión en la que el poder de EE.UU. es supremo, y asegurar que nunca existirá un desafío a su dominación. Las guerras preventivas están para que se luchen a voluntad: Preventiva (de prevenir)[1]. Sean cuales sean las justificaciones que en un momento dado puedan darse para una guerra preventiva, no sirven para una categoría tan diferente como la guerra preventiva (de destruir), es decir, el uso de la fuerza militar para eliminar una amenaza imaginada o inventada. La meta anunciada abiertamente es prevenir un desafío al "poder, la posición y el prestigio de EE.UU.". Tal desafío, ahora o en el futuro, y cualquier señal que pueda emerger, será afrontada con una fuerza arrolladora por los dirigentes del país que gasta más que el resto del mundo junto en medios violentos y que está fraguando nuevos y peligrosísimos caminos en contra de una casi unánime oposición mundial, como por ejemplo, el desarrollo de armas mortíferas en el espacio.

Merece la pena tener en cuenta que las palabras que he citado no son las de Dick Cheney o Donald Rumsfeld u otros extremistas radicales ahora en el poder. Son palabras del respetado estadista Dean Acheson, hace 40 años, cuando era asesor de la Administración de Kennedy. Justificaba las acciones estadounidenses contra Cuba, sabiendo que la campaña terrorista internacional enfocada al "cambio de régimen" acababa de llevar al mundo al borde de una guerra nuclear irreversible. No obstante, ordenó a la Sociedad Americana de Derecho Internacional que no levantara ninguna "cuestión legal" en caso de una respuesta de EE.UU. a un desafío a su "poder, posición y prestigio", especialmente si se trataba de ataques terroristas y guerra económica contra Cuba.

Saco esto a colación para recordar que estas cuestiones están profundamente arraigadas. La Administración actual se coloca en la punta extremista del espectro de la planificación política, y su aventurismo y predilección por la violencia son extraordinariamente peligrosos. Pero el espectro no es tan ancho, y a menos que estas cuestiones tan profundas se traten, podemos estar seguros que otros extremistas ultra reaccionarios se harán con el control de increíbles medios de devastación y represión.

La "ambición imperial" de los actuales dirigentes, como francamente se le llama, ha suscitado estremecimientos por todo el mundo, incluidas las altas esferas del establishment en casa. En otros lugares, por supuesto, las reacciones son mucho más temidas, especialmente entre las víctimas tradicionales. Éstas saben mucha historia, a base de sufrirla, como para que se les consuele con una retórica exaltada. Han escuchado sobradamente lo mismo durante siglos al tiempo que eran golpeados por el club de la "civilización". Hace sólo unos días, el líder del movimiento de países no alineados, que incluye a los gobiernos de la mayoría de la población mundial, tachó a la Administración de Bush de ser más agresiva que Hitler. Resulta que este líder es muy pro-americano y está muy involucrado en proyectos económicos internacionales en Washington. Y caben pocas dudas de que habla por muchas de las víctimas tradicionales, y en estos momentos, incluso por muchos de los opresores tradicionales.

Es factible continuar de esta forma, e importante considerar detenidamente estas cuestiones, con cuidado y honestidad.

Incluso antes de que la Administración de Bush intensificara vertiginosamente estos temores en los últimos meses, especialistas en asuntos internacionales y de inteligencia estaban informando al que quisiera escuchar, que la política que Washington está siguiendo lleve probablemente a un aumento del terror y de la proliferación de armas de destrucción masiva, como medio de venganza o simple disuasión. Washington dispone de dos formas de responder a las amenazas derivadas de sus acciones y proclamaciones alarmantes. Una forma es tratar de mitigar las amenazas prestando atención a quejas justificadas y acordar formar parte como miembro civilizado de la comunidad mundial. La otra forma es construir maquinarias de destrucción y dominación cada vez más abrumadoras, para que cualquier desafío que se perciba, por remoto que sea, pueda ser aplastado, provocando nuevos y mayores desafíos. Esta forma conlleva serios peligros para la gente de EE.UU. y del mundo, y puede, muy posiblemente, llevar a la extinción de la especie, lo que no es una cuestión descabellada.

Una guerra nuclear irreversible se evitó en el pasado por puro milagro. Por ejemplo, unos meses antes del discurso de Acheson, por citar un caso que debería estar fresco en nuestras mentes hoy. Las amenazas son serias y crecientes. El mundo tiene buenas razones para advertir lo que está pasando en Washington con temor e inquietud. La gente que está mejor situada para disipar esos temores y encabezar el camino hacia un futuro más esperanzador y constructivo son los ciudadanos de EE.UU.

Esas son algunas de las preocupaciones que, creo, deben tenerse en mente con claridad mientras observamos cómo los hechos se van produciendo de manera impredecible, al tiempo que la más impresionante fuerza militar en la historia de la humanidad se desata contra un enemigo indefenso junto a un líder político que ha acumulado un récord aterrador de destrucción y barbarismo desde que tomó las riendas del poder hace más de 20 años.

Nota: Juego de palabras entre Preventive, que se refiere a prevenir o impedir algo y Pre-emptive, que se usa para referirse a reducir o destruir la fuerza atacante de un enemigo antes de que pueda hacer uso de ella.(N.del T.)