La importancia de Internet en la revolución

Antonio Doctor

O P I N I Ó N
17 de marzo del 2003
Rebelión

Si, no hace falta que lo relean ni que se restrieguen los ojos. Ahí pone revolución. Ya es hora de que empecemos a llamar a las cosas por su nombre. Desde una perspectiva histórica lo que está en marcha en todo el mundo es una revolución. Las contradicciones del capitalismo estallan por todas partes incontroladamente. Mientras los centros del consumismo (Europa Occidental, EE UU y Japón) despilfarran los recursos naturales inventando más y más productos y recortan su vida a través de la dictadura de las modas, de los productos de diseño, de los cambios incesantes de modelo, etc. el resto del mundo se sumerge en la miseria. Cada día que pasa se hace más visible que este desarrollo es imposible que pueda llegar a ser extensivo a toda la población mundial, y que tiene como base la perpetuación y el aumento incesante de la polarización entre un desenfrenado consumismo de un lado y la creciente miseria del otro. La pugna en torno al ataque a Irak ha acelerado la hasta ahora oculta, pero siempre latente pugna por el control de mercados y materias primas de los países capitalistas. "Aliados" en la última guerra, "amigos" mientras enfrentaban juntos, como una piña, a los países "socialistas", se ven forzados ahora, por la propia dinámica del capitalismo, a lanzarse al terreno de la confrontación. Los recursos que ofrece la naturaleza son limitados y cada uno quiere controlarlos, sujetos como están a los dictados de la acumulación de capital, (crecimiento económico, que le llaman) a los que no pueden sustraerse.

Pero en la medida en que las leyes de la acumulación ya no sirven para mejorar la vida de los pueblos, y una vez que ha desaparecido el gran enemigo que representaba para ellos el comunismo, hace su aparición una creciente resistencia a ese destino por parte de los ciudadanos sin poder, como nunca antes en la historia. Y ya no son sólo los muy pobres, los que no tienen nadas a perder, ya son amplios sectores de la población los que empiezan a ver el abismo que tenemos ante nuestros pies. Se desmorona aquella llamada "mayoría silenciosa" que les servía de parapeto frente a los minoritarios "radicales". Invocar hoy esa "mayoría silenciosa" para legitimar el estado de cosas carece ya de toda fuerza persuasiva cuando se cuentan por millones los ciudadanos que salen a la calle a protestar. Aparece así un nuevo enemigo a batir: Los ciudadanos, mezcla de obreros, campesinos, clase media, profesiones liberales, artistas, etc. Y precisamente la desaparición del enemigo comunista de la escena deja sin apoyo ninguno la vieja táctica usada durante la guerra fría de achacar toda protesta a los "agentes de Moscú" o a los comunistas y disolver en la pugna EE UU - URSS toda confrontación armada o no entre facciones en cualquier país del mundo.

Aunque se siga usando localmente (estos días atrás la citó uno de nuestros ministros) ya no cala, no satisface a nadie porque se ha quedado sin base.

La búsqueda de dar salidas a esta situación, de seguir vendiendo el mismo producto como sea, ha encontrado un cauce en el control de la información. Los hechos reales diarios tienen, en su simple devenir y sin necesidad de cargar tintas, tal poder de denuncia que se hace necesario ocultarlos o deturparlos, y eso en tal dimensión en el tiempo y en el espacio, que ha terminado por sacarnos de la realidad e introducirnos en una "realidad virtual" conformada de tal manera que pueda crear una concatenación supuestamente lógica de los hechos (lo que Ramonet llama "pensamiento único") que sea capaz de suplir a la que nace de nuestro propio entendimiento. Por poner un ejemplo de los mecanismos usados, una cuestión poco conocida del público que pretende estar informado: Una de las mayores agencias de Prensa norteamericanas, la Associated Press, tiene su sede central en Nueva York y unas pocas delegaciones repartidas por el mundo, cada una cubriendo un área determinada. Pues bien: todo lo que se recibe en esas delegaciones ha de ser enviado a Nueva York, donde se decide si se publica o no, y en caso de hacerlo, cual es el tratamiento que se le debe de dar. Una vez decidido se envía de vuelta para su publicación, lo que se hará después de pasar por la siguiente criba en la delegación que lo ha enviado. Añádase a esto la creciente concentración de los medios en pocas manos y la publicidad de las grandes corporaciones como principal fuente de ingresos y tendremos todos los datos para completar el cuadro. Todos a una para introducir a los "consumidores" en ese mundo virtual.

Pero hete aquí que aparece Internet con una potencialidad capaz de dar al traste con todo este montaje. Nada menos que la información horizontal, directa y en tiempo real desde el lugar del suceso a todo el mundo. Habrá pornografía infantil, habrá estafas, habrá comunicación entre terroristas, habrá todo lo que se quiera poner de malo, pero eso es inevitable cuando es la expresión de la libertad total, donde tiene que aparecer irremediablemente desde lo más bajo de que es capaz el ser humano hasta lo más elevado. Para nosotros lo que importa es que a través de la red podemos combatir a ese "pensamiento único", divulgar los hechos reales y, en suma, mantenernos fuera de ese mundo virtual que crean para nosotros y permanecer en el real. Sin Internet, todo el mundo sabe que los zapatistas estarían masacrados hace ya mucho tiempo (que se les saque todos los defectos que se quiera, es un bastión de la resistencia), sin Internet el movimiento contra la globalización no habría alcanzado la dimensión que tiene hoy, y sin Internet, a buen seguro que el pueblo venezolano estaría hoy contando sus muertos. Lo de Venezuela merece capítulo aparte, no solo por la intensidad del acoso de los medios de comunicación sino porque ha puesto a la luz, de forma descarnada la miseria conceptual e ideológica que sirve de estructura a ese mundo virtual en el que quieren introducirnos.

Tras el fallido golpe del 11 de abril de 2002, siguió un periodo turbulento marcado por la toma de la Plaza Altamira por los militares despojados de mando, que apoyados por los medios de comunicación privados se lanzaron a una campaña de acoso y derribo del presidente Chávez.

No importa que en algún pequeño reportaje enviado por algún periodista más decente, nos enterásemos de que se transformó rápidamente en el lugar de aterrizaje de los jóvenes de la clase media, después de su habitual juerga de fin de semana, en busca del ligue que no se había conseguido durante la noche. Los editoriales y reportajes de los medios españoles seguían hablando impertérritos del territorio libre. En vista de que Chávez no se inmutaba, acabaron por lanzarse al paro general indefinido a partir del 2 de diciembre, que fue seguido de la paralización de pozos de petróleo y refinerías. El acoso se transformó a partir de entonces en algo nunca visto en este mundo que llaman civilizado. Las emisoras de radio y televisión, prácticamente en cadena, modificaron todo su programación (abandonando culebrones, programas infantiles, etc.) para dedicarse durante las 24 horas del día a hacer reportajes en la calle y entrevistas a los opositores, que vomitaban de forma constante calumnias y mentiras de toda especie, llegando incluso a utilizar imágenes subliminales. A lo largo de la primera quincena de diciembre, nadie en el mundo daba un duro por Chávez. La proliferación de páginas Web de los defensores de la legalidad constitucional, y su infatigable tarea informativa, tuvo una influencia decisiva para que amplios sectores de la clase media se uniesen con el pueblo (que resistía en principio más que nada por instinto) para retomar el control de la situación. Uno de los grandes logros de este proceso, que precisamente por causa de ello hay que calificarlo como EPISODIO HISTÓRICO - así con mayúsculas - ha sido el de haber desenmascarado las falacias que encierra ese "mundo virtual", carente por completo de recursos dialécticos abiertos a un debate. La "defensa de la democracia", su principal baluarte, se viene abajo cuando se ven obligados, como ha visto todo el pueblo venezolano, a combatir con ese arma a...la extensión de esa misma democracia. Hasta patético resulta acusar un día y otro, durante meses y meses a Chávez de dictador sanguinario, sin que les ocurra nada por ello. Y repetir sin descanso que hay miseria con Chávez, personajes que jamás se preocuparon con ella. Y utilizar datos macroeconómicos contra Chávez (cifras de inversión, desempleo, inflación, deuda, etc.) cuando todo el mundo sabe que ellos son los dueños del dinero, los que deciden invertir o no invertir, despedir obreros, evadir impuestos, trasladar sus capitales en el exterior, etc. etc.

Y lo mejor viene al final: En estos dos meses han florecido una gran cantidad de organizaciones populares, y cada vez más ciudadanos están participando del debate nacional sobre recursos y prioridades en lo necesario a la población (infraestructuras, colegios, clínicas, etc. etc.). Lo más lógico por parte de un autentico y convencido demócrata en cualquier parte del mundo sería que estudiase desapasionadamente ese proceso y lo divulgase como una tentativa de profundizar la democracia, con sus luces y sus sombras. No hay nada de eso, sino un silencio total de los medios sobre ese proceso y la descalificación de los Círculos Bolivarianos, a los que si citan es para llamarlos "hordas chavistas". Cada día que pasa queda más claro cual es la democracia que contempla ese mundo virtual: Elegir periódicamente entre opciones políticas comprometidas en la defensa y perpetuación del capitalismo y esperar a ver lo que hacen, hasta la próxima votación. Y nada les impide, como está sucediendo ahora en España, tomar decisiones contrarias a lo que quiere el 90 % de la población. Nadie, de entre los que se mueven dentro de ese "mundo virtual" piensa ni por un momento que eso borra a Aznar y todos los que le apoyaron en el Congreso, del mundo de los demócratas. Sin Internet, yo no podría escribir esto, yo no sabría al detalle la magnitud de los actos de sabotaje cometidos por los gerentes despedidos en las instalaciones petrolíferas para impedir su funcionamiento, los que la prensa internacional califica hoy de "perseguidos políticos", yo no habría leído el acuerdo para la venta de petróleo a Cuba, que desmiente por si solo la falacia extendida internacionalmente según la cual se le regalaba, yo no conocería los estatutos de los Círculos Bolivarianos ("hordas chavistas" en los medios) y su función social, yo no sabría de la existencia de las agrupaciones que han nacido en todo el país de la "clase media en positivo" formada por sectores de la misma, familias hartas de sufrir vejaciones en sus barrios por no participar de las manifestaciones contra Chávez, yo no conocería los términos de la reforma Agraria, ni los proyectos para crear huertos familiares en los suburbios de Caracas y otras zonas, para el autoabastecimiento de la población, ni las obras de infraestructura que tiene iniciadas el gobierno. Sin Internet no habría podido mantener contactos con venezolanos a través del correo electrónico para recibir información mas directa y más humana.

A medida que se va expandiendo la información por Internet se va abriendo el abismo entre los que necesitamos mantenernos en el mundo real y los que están a gusto en el virtual, y no solo los que sacan beneficios de él sino también los que, sin querer ver otra perspectiva personal que la de sobrevivir en el rincón que esta sociedad le ha asignado, no quieren ni pensar que se empiece a poner en cuestión los "valores" sobre los que se asienta: Jerarquía (unos están para mandar y otros para obedecer) y división de trabajo (el obrero a trabajar, el estudiante a estudiar, el policía a poner orden, el pintor a pintar, etc. etc.) Sólo tengo que lamentar que entre la izquierda en sus bases obreras en España no se preste el debido y necesario interés a la herramienta que es Internet. Poco a poco se va perfilando, en lo que se refiere a información, una sociedad dual: de un lado los que se quedan satisfechos con la radio, la prensa y la televisión, del otro, los que indagamos por Internet. Sobre todo y ante todo es en la izquierda donde más lo necesitamos, si somos serios en nuestro empeño por cambiar este mundo. Pero la observación directa nos permite decir que aún existen muchos en este campo que van por la vida leyendo a lo sumo las publicaciones de su partido, rechazando la "prensa burguesa" por embustera y predicando la buena nueva, no con información en la mano, sino con versículos ideológicos. El mejor camino para terminar en las filas de la derecha, como ha sucedido con tantos "revolucionarios" de acné en nuestro país.

Quizás hay que buscar las causas en la diferencia que existe entre la información de los medios y la de Internet. Aquella entra gratis (la tele en casa, el periódico en el bar, etc.) mientras que la de Internet hay que moverse para buscarla, hay que indagar, seleccionar sitios, etc. Parece una cosa banal, pero estoy convencido de que esta diferencia es uno de los obstáculos, y no de los menos importantes.