30 días en la Venezuela Bolivariana

Eduardo Núñez

Rebelion

El 22 de julio salimos de Barcelona con destino a la República Bolivariana de Venezuela, dispuestos a sumergirnos en la realidad política y social de la patria del libertador Simón Bolívar. En nuestro trayecto desde el aeropuerto internacional Simón Bolívar hasta Caracas me llamó la atención la gran cantidad de coches y su tráfico caótico por autopistas modernas y bien pavimentadas, el olor a gasolina, el clima bochornoso, el paisaje espectacular de sus grandes montañas precipitándose hacia el mar. A medida que nos acercábamos a la capital divisé los barrios humildes situados en las laderas de las colinas que rodean el famoso valle de Caracas. El valle, en otro tiempo, fue espacio exclusivo de la oligarquía venezolana y de su minúscula y superficial clase media. Ahora las calles del centro de Caracas están repletas de puntos de venta ambulantes, de compradores de oro, de limpiadores de zapatos, etc. todo ello evidencia la crisis económica que en estas últimas décadas está asolando a Venezuela y al conjunto de América Latina. El casco antiguo colonial ya no existe, queda poca cosa a parte de la Plaza Bolívar, la que fuera Plaza Mayor en tiempos del Imperio iniciado por Cristóbal Colón. Según los venezolanos el petróleo condujo, en la segunda mitad del siglo pasado, a un desarrollismo capitalista cuya consecuencia, entre otras, fue la eliminación de los últimos vestigios arquitectónicos del colonialismo español.

En los barrios de Caracas y sus afueras, en el Valle, en Petares, en la Vega, etc. nos encontramos a un pueblo dispuesto al trabajo y a cambiar su situación de pobreza. Los venezolanos afirman irónicamente: "la riqueza de nuestro subsuelo provocó la pobreza de nuestro suelo". En nuestras visitas hemos podido ver a un pueblo entusiasmado que está descubriendo sus propias posibilidades, que está aprendiendo a organizarse de forma comunitaria para resolver sus problemas, que exige ser escuchado por las instituciones y que es sujeto activo y protagónico del cambio social que está viviendo el país. Un elemento que no dejó de asombrarnos era ver como los ciudadanos han hecho suya la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en cada conversación o charla la esgrimían al aire para citar sus derechos e ilusiones. El pueblo venezolano ve en su constitución un proyecto de país por el cuál moverse y organizarse, no un conjunto de leyes muertas sobre el papel que sólo sirven a la jurisprudencia.

Pudimos constatar que los habitantes de los barrios humildes de Caracas ven en su presidente, Hugo Chávez Frías, al líder que aglutina las esperanzas de todo un pueblo por la consecución de un futuro repleto de felicidad y justicia social. El apoyo al presidente es mayoritario, por más que se empecinen en decir lo contrario los cuatro medios de comunicación de la oligarquía, los cuatro jinetes del apocalipsis. Los obreros, los campesinos, todos los históricamente excluidos por la burguesía nacional dependiente, ven en Chávez a un hombre surgido de las entrañas del pueblo, con su mismo origen social, que padeció en su niñez sus mismas necesidades, que habla criollo como ellos, que es mestizo, que no es ajeno a las necesidades y fatalidades de los más necesitados.

Chávez ha conseguido incluso que la gente vuelva a sentirse orgullosa de ser venezolana. En las concentraciones, en los encuentros, en los actos públicos escuchábamos música salsera cuyo estribillo era " ¡ uh ! ¡ ah ! ¡ Chávez no se va ! ". Y, efectivamente, no se fue porque el pueblo lo rescató durante el golpe fascista de abril de 2002.

El gobierno bolivariano en sólo tres años ha iniciado programas destinados a mejorar la situación social de los más necesitados. El Plan Bolívar 2000: militares trabajando junto al pueblo para rehabilitar o construir, según el caso, viviendas dignas y seguras en los cerros de la capital. Antes de que se iniciase el proceso bolivariano, muchos barrios estaban pero ni siquiera existían legalmente.

Ahora vimos como la gente se organiza con sus propios y escasos medios en los comités de tierras urbanas, como dibujan los mapas urbanos del barrio, como realizan censos de población, etc. todo ello para que finalmente se les adjudique, por el precio simbólico de un bolívar, el título de propiedad del terreno que ocupa su vivienda. Ahora existen, no podrán echar abajo sus casas ni ser desalojados como en tiempos de la República bipartidista de Acción Democrática y Copei. También pudimos sentir los efectos del Plan Barrio Adentro. Por primera vez, los venezolanos que habitan en los cerros tienen acceso a un médico y a medicinas de forma totalmente gratuita, a un trato humano y respetuoso en la consulta. Cuando llegamos a uno de los barrios se expandía el júbilo y la alegría por las calles empinadas de la ladera, " ¡ el médico cubano ! " gritaban, los habitantes estaban a la espera de ese acontecimiento y creyeron que el médico era uno de nosotros. La revolución bolivariana también es consciente de que sólo un pueblo con cultura es dueño de su futuro. Se está formando al pueblo de manera integral, están en funcionamiento planes de educación que incluyen la alfabetización masiva (Plan Robinson) y el acceso a la universidad de aquellos que antes no se lo podían permitir por motivos económicos (Plan Sucre). Los niveles de escolarización se han incrementado drásticamente, en los lugares más apartados de la Guaira los hijos de los campesinos pueden aprender a leer y escribir con los métodos más modernos e innovadores, etc. Visitamos varias escuelas bolivarianas que estaban desarrollando el Plan Robinson, pudimos ver gente de todas las edades con un denominador común: La motivación por aprender a leer y escribir para ser dueños de su destino con conocimiento de causa, para ser útiles a la comunidad y a la patria de Bolívar. Nos decían: " ¡ Nos querían ignorantes para poder manipularnos, para que no levantáramos nuestra voz y fuéramos eternamente ignorados ! ¡ Eso terminó para siempre ! ¡ Aquí no hay marcha atrás ! "

Cuando dirigimos nuestros pasos hacia el Occidente del país estuvimos en Yaracuy, estado eminentemente campesino gobernado por un fascista que, como no, secundó el golpe de abril de 2002. Estuvimos en los Cañizos y en Camunares la Roja, dos enclaves de gran tradición de lucha campesina contra el latifundio. En Camunares, el 12 de Julio de 2001, el susodicho gobernador ordenó una auténtica masacre contra sus habitantes, hubieron disparos, heridos graves de bala, mujeres con los brazos quebrados, allanamiento de casas, etc. La memoria de aquellos sucesos sigue presente en la conciencia de los campesinos. A pesar de que teóricamente el noventa por ciento de las tierras son propiedad del Estado, los terratenientes fueron adueñándose de grandes extensiones que comprendían las mejores tierras para el cultivo, en ellas imponían el monocultivo y condenaban a la miseria y al hambre a los campesinos. En la actualidad, los campesinos se amparan en la nueva ley de tierras -emitida por el gobierno bolivariano- para realizar el rescate de las tierras que los terratenientes mantienen ociosas e improductivas. Los campesinos se organizan en cooperativas que están al servicio de la comunidad, reciben microcréditos y tractores del gobierno, establecen sus propios proyectos para la diversificación de la producción agrícola y aspiran a que Venezuela sea en un futuro no muy lejano una potencia agropecuaria con soberanía alimenticia. Los terratenientes y la oligarquía responden a todo esto contratando a sicarios y matones que asesinan y atemorizan a los dirigentes campesinos. Estuvimos de visita en los campamentos campesinos de El Diamante y también en otro cercano a la central azucarera Matilde, propiedad de un cubano batistiano que huyó de Cuba tras la revolución de 1959 encabezada por Fidel. Pudimos ver como, a escasos metros de los campesinos, estaban esos sicarios armados hasta los dientes, con predisposición amenazante, llegaron incluso a cargar sus armas y a pegar algunos tiros al aire para intimidarnos, los campesinos nos contaban como los presionaban de diversas formas (amenazas de muerte, paseos en calzoncillos para ruborizar a sus mujeres, etc.) y que, en lo que va de año, ya han sido asesinados más de setenta dirigentes campesinos en Venezuela.

En Oriente, visitamos a los obreros petroleros de Puerto la Cruz y a los pescadores de la zona cercana a Carúpano. El encuentro con los trabajadores de PDVSA (Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima) fue muy emotivo, nos explicaron de qué forma vivieron los sucesos del golpe de abril de 2002 y el paro patronal de diciembre. Nos explicaban orgullosos y emocionados cómo habían tomado, en ambas ocasiones, el control y la gestión de la industria, como la comunidad había bajado de los barrios para proteger la refinería y el puerto de las acciones de sabotaje que buscaban paralizar el país y derrocar el gobierno democráticamente elegido, que la refinería de Puerto la Cruz había sido la única en todo el país que los golpistas no habían conseguido parar en ningún momento, etc. Los trabajadores nos ponían de relieve que la meritocracia y la gerencia ha sufrido una gran derrota tras los sucesos de diciembre y enero. Estos mercachifles de cuello blanco se creían imprescindibles, subestimaron y maltrataron siempre a la clase obrera, pero ahora tuvieron que ver, con sus propios ojos, como los obreros asumían todo el funcionamiento de la industria petrolera sin la necesidad de sus indicaciones, prescindiendo de ellos totalmente. Los trabajadores afirman que los más de 18.000 saboteadores que abandonaron la industria "no volverán" porque está en juego el futuro de sus hijos, así como el de las generaciones venideras. La gerencia golpista de PDVSA actuó siempre al servicio de los intereses de las transnacionales del petróleo, los beneficios de la mayor riqueza de Venezuela nunca revertieron sobre el bienestar del ochenta por ciento de venezolanos que vivían en la pobreza. Ahora, los trabajadores quieren poner bajo su control y gestión a PDVSA porque han demostrado no sólo que son capaces de hacerla funcionar en condiciones adversas y de saboteo sino también que la articulan de forma más eficiente, segura y, sobretodo, al servicio del pueblo venezolano.

En Venezuela está en marcha una nueva revolución de los humildes, con los humildes y para los humildes, el eco ya está llegando a toda América Latina, los pueblos vuelven a escribir su historia.