Tomado de: www.rebelion.org

Desde que en Venezuela se comenzó a hablar de "revolución" se abrieron las compuertas del infierno y los diablos se soltaron para iniciar una danza inédita que únicamente tiene de autóctono el realismo mágico que caracteriza nuestra idiosincrasia. Al principio, los dueños del poder económico en Venezuela, le siguieron el juego, convencidos de que Chávez no sería más que otro político marioneta, acostumbrados a sucumbir a los halagos y al lujo de Miraflores. El discurso de Chávez no les había espantado, sin embargo, el tiempo pasaba y los apetitos de la clase burguesa, dueña de empresas poderosas y de medios de comunicación que le habían facilitado el acceso al poder, no llegaban a satisfacerse.

Muchos habían invertido grandes cantidades de dinero en las elecciones para presidente del país y no veían los frutos de su cosecha. ¿Cómo es eso que ahora hay que impulsar a los pequeños y medianos comerciantes?, ¿gobernar para los más necesitados?, ¿dar tierras ociosas en manos de terratenientes a los campesinos? "Del dicho al hecho hay mucho trecho". Siempre se prometió, pero nunca se cumplió. ¿Cómo es que ahora este "pardo" venezolano advenedizo desatienda las órdenes de los verdaderos dueños del país - tres o cuatro familias poderosas que dirigen el destino de 24 millones de personas - tomando las riendas de la economía y el petróleo de todos los venezolanos? La paciencia la perdieron cuando no tuvieron éxito en imponer a sus testaferros en cargos claves del nuevo gobierno. ¿Acaso habían dado un cheque en blanco durante su campaña? Había llegado la hora de cobrar y Chávez los estaba dejando de lado.

Durante mucho tiempo la pobreza en Venezuela fue vista con indiferencia, siempre sobraban migajas que los más humildes se conformaban en recibir. La salud y la vivienda se convirtieron en banderas electorales que sólo sirvieron para enriquecer a unos cuantos. La educación dejó de ser una prioridad, y se constituyó en un lujo que a duras penas la clase media podía sufragar. Los pobres ni siquiera pensaban en educar a sus hijos, la deserción escolar no le importaba a nadie. El 27 de febrero de 1989 miles de personas de bajos recursos tomó por asalto las calles ante una escalada de los precios. Para entonces, las llamaban hordas. Nunca se sabrá cuántos murieron por la represión de la Guardia Nacional. Hoy se enfrenta a esta misma Guardia Nacional esa ultra derecha radical de la burguesía, quemando cauchos, lanzando bombas molotov, encapuchados a los que los medios definen como manifestantes pacíficos. Se rasgan las vestiduras y hacen marchas por el luto del país. Nunca los vimos marchar por las víctimas del 27 de febrero o por la matanza de El Amparo, nunca reclamaron derechos humanos para los más pobres, nunca salieron a reclamar la corrupción de más de 40 años de gobiernos "democráticos". ¿Dónde estaban entonces? Por supuesto que tras bastidores, guardando con celo sólo sus propios intereses económicos.

Cuando se produjo la renuncia de Carlos Andrés Pérez por hechos de corrupción, nadie lloró, nadie lo extrañó, nadie salió a las calles a protestar y a pedirle que volviera. Paradójicamente, cuando el presidente Chávez sufrió el golpe de estado, los más pobres salieron a la calle a reclamar su regreso. Entonces los cerros bajaron a sacar al dictador de Miraflores, estaban dispuestos a defender sus logros. Por primera vez en toda la historia política de Venezuela, un pueblo defendía a su presidente. Hoy, los más pobres, ven sus esperanzas cifradas en los planes de salud, vivienda y educación que el gobierno de Chávez ha emprendido con fuerza, desafiando todas las críticas y haciendo frente a todo un poderío mediático nacional apoyado por fuerzas internacionales neoliberales que tratan de impedir por todos los medios que esta nueva democracia se consolide y que peor aún, pueda picar y extenderse por otros países despertando realidades.

¿Será que la democracia dejará de ser por fin un arma del poderío económico para convertirse en un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, como afirmara Abraham Lincoln? ¿Podrá Hugo Chávez dar felicidad a un pueblo que estuvo callado durante siglos y que ahora despierta para sentir que su tierra, su petróleo, sus riquezas minerales y sus derechos jurídicos le pertenecen? ¿Habrá capacidad de amor y solidaridad en quienes durante siglos miraron al pueblo como simples hordas de ignorantes? ¿Se le permitirá a este Presidente cumplir su sueño de justicia social? ¿O simplemente lo harán morir en el intento?

marsillie@hotmail.com


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