El ex presidente soviético y padre de la Perestroika, calzando ahora la chaqueta socialdemócrata, arremete en contra del autoritarismo, a su juicio en alza mundial, aun cuando se explica el fenómeno advirtiendo que sus agentes políticos ofrecen soluciones fáciles y rápidas a los más acuciantes problemas sociales. No obstante, defiende a Chávez y le advierte a la oposición que no se trata sólo de acusar al Presidente sino de buscar soluciones a un país agobiado por un 80% de pobreza.

"¿Por qué no organizar un diálogo nacional para discutir los problemas, explorar el consenso y encontrar soluciones a la crisis? Porque si las cosas siguen así se van a complicar aun más". M. Gorbachov

Es el mismo Gorbachov, más viejo, algo más lento y pesado, pero con su proverbial encanto intacto y la bonhomía del sólido campesino del Cáucaso que nunca dejó de ser. El hombre bajo cuya mano el mundo cambió para siempre con la disolución del imperio más extenso de la Tierra y el derrumbe del mito comunista, a diferencia de su país, donde despierta pocas simpatías y goza un relativo olvido, sigue brillando en Occidente con la luz sólo destinada a los grandes. Caracas no fue la excepción y en los encuentros que Banesco organizó para los periodistas, Gorby hizo gala de su magnetismo de siempre para confesar lo que parece inconfesable: "Chávez está aguantando y yo le recomendaría que siga así".

LG: ¿Continúa usted siendo comunista

MG: Yo soy líder y fundador del Partido Social Demócrata de Rusia.

LG: Pero cuando uno ha sido comunista tantos años y ha accedido al poder gracias a esa condición, ¿no queda en el fondo una huella, un rescoldo de la vieja creencia?

MG: No niego esa gran experiencia de mi vida. Nunca quise pisotear esas cosas por las que tanto se luchó. Uno carga consigo todo lo positivo que puede llevarse en el marco de la responsabilidad política. En cuanto a las reformas, yo siempre defiendo la experiencia de la Unión Soviética en lo que se refiere al acceso a la educación de cada ciudadano. Me pronuncio también por un servicio médico básico y accesible a toda la población. Si los periodistas o los empresarios quieren viajar al exterior y tratar sus dolencias en otros países, no hay problema, pero el pueblo debe tener garantizado un servicio médico, al menos primario. Nuestro pueblo es muy sensible en lo que se refiere a la justicia y por eso la opinión y el clima son muy críticos hacia quienes promovieron la privatización a la manera de Yeltsin, porque simplemente saquearon al país.

LG: Usted tuvo la amplitud mental, la inteligencia política y el sentido del tempo para iniciar un proceso de reformas, además de descentralizar, desconcentrar y democratizar el poder...

MG: Tiene usted toda la razón. Se ve que no estuvo usted allí en vano.

LG: ¿Cómo interpreta usted los intentos de gobernantes que intentan en sus países dar marcha atrás o ir a contravía del tránsito emprendido por usted en los años de la Perestroika, como parece ser el caso de Venezuela?

MG: Tiene usted razón. Estamos observando ciertos cambios en las democracias y eso se trató en el Congreso Mundial de los Politólogos celebrado en Quebec. Allí, incluso, se llegó a afirmar que el autoritarismo se convertiría en una tendencia líder. Los cambios que se están experimentando son profundos y tienen que ver con las bases de la civilización. Cuando ya no sabemos qué más decir acerca de estas transformaciones afirmamos, entonces, que se trata de un cambio de paradigmas.

Elaborar un proyecto con razonables probabilidades de éxito, haciéndolo marchar por los rieles como si fuera un ferrocarril, resulta imposible. Cuando se trata de elaborar planes referidos al desenvolvimiento de la política, la economía y la sociedad, es factible cometer errores. El pueblo quiere vivir bien y mejor que ayer, pero nosotros retamos su paciencia diciéndole que todavía es necesario esperar un poco más.

LG: Eso también lo decían los comunistas. Sacrificarnos hoy para parir el hombre nuevo del mañana.

MG: Y allí está la base del descontento, porque las reformas no ofrecen resultados rápidos. Y aquellos que quieren sacar provecho de la política comienzan a explotar ese descontento. Es así como observamos a dirigentes con tinte autoritario que participan en campañas electorales, a diferentes niveles, y reciben cada vez más votos.

LG: ¿Por qué ocurre eso?

MG: Porque la gente quiere resultados rápidos, exige velocidad y ellos no sólo la ofrecen sino que la prometen. Al final no hacen nada. Pero la gente quiere que la democracia espere porque debemos resolver problemas económicos y sociales y lo que se pide es educación, empleo, que crezcan los ingresos. No es cuestión de democracia, no perdamos el tiempo con la democracia, se dice. Se trata de un proceso muy contradictorio.

LG: ¿Acaso es posible resolver todos esos problemas sociales y económicos, salud, empleo, educación, centralizando y concentrando el poder?

MG: Es necesario incrementar los niveles de democracia en una economía de mercado orientada socialmente y estar preparados para situaciones en las cuales sea necesario aplicar medidas autoritarias. Pero el camino del autoritarismo y la dictadura está condenado al fracaso. Quizás en determinado momento se pueda resolver un problema con el uso de la fuerza, autoritariamente, pero a la larga garantizar la pervivencia de una sociedad sólo se puede conseguir con democracia, libertad e iniciativa privada.

LG: ¿Es ese un consejo para Hugo Chávez?

MG: La llegada de Hugo Chávez al poder es un hecho objetivo porque un 80% de pobreza en cualquier país es algo muy grave y su elección por el pueblo no puede ser negada. Aquí todo transcurrió de acuerdo con la democracia y no hubo ningún tipo de violación en ese sentido.

LG: El problema es que la pobreza, antes que disminuir, ha venido aumentando, además de que Hugo Chávez ya no quiere más elecciones, o por lo menos elecciones donde esté en juego su cargo.

MG: El no pretende nada. A él lo eligieron por seis años y quiere concluir su mandato tal y como lo señala la Constitución. Quienes cuestionan a Chávez por su actitud tienen a su disposición foros como la Asamblea Nacional. No se trata sólo de acusar sino de buscar soluciones. Hay que tener en cuenta lo que significa el descontento del 80% de la población en un país rico.

LG: Muy bien, pero ¿qué propondría usted?

MG: Yo propondría un consenso nacional. Creo que en situaciones muy difíciles el presidente Chávez no llegó a los extremos, ni metió preso a nadie. El está aguantando y yo le recomendaría que siguiera así. Pero, ¿por qué no organizar un diálogo nacional para discutir los problemas en conjunto y explorar el consenso para encontrar soluciones? Si la situación continúa así, las cosas se van a complicar aun más.

Y en conclusión le digo: ese problema es suyo (de Venezuela). Vaya pensando en eso.




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