El dictadorzuelo llamado Pedro Carmona Estanga visto a través de su discurso político sobre la pobreza y el vacío de poder

Jorge Dávila

Profesor Titular en la Universidad de Los Andes (Mérida, Venezuela) adscrito al Centro de Investigaciones en Sistemología Interpretativa.

"Toda depravación de la palabra permite reconocer la depravación del mundo" (Karl Kraus)

"Alguien consciente de lo que son las palabras estará en mejores condiciones para resistir todas las formas de manipulación" (Rafael Cadenas)

Al calificar como dictadorzuelo al personaje cuyo discurso aquí analizamos, apelamos más a la brevedad de su intento de gobierno de facto que a la connotación peyorativa del término. Analizaremos dos de sus discursos: el primero, referido al tema de la pobreza, ocurrió antes del golpe de Estado del 11 de abril a propósito del llamado "pacto para la gobernabilidad"; el segundo discurso, referido a la noción de "vacío de poder", ocurrió después del golpe de Estado a propósito de la interpelación por parte de la Asamblea Nacional.

Antes del golpe

Supongamos la buena intención del discurso. Escojamos como muestra representativa el discurso más denso y pensado: el declarado a propósito de las llamadas "Bases para un acuerdo democrático" conocido también, a través de los medios de comunicación, como el "Pacto para la gobernabilidad".

El día 5 de marzo de 2002, con el habitual despliegue comunicacional de cobertura de los actos de opositores al gobierno del Presidente Chávez, se presentó el acuerdo entre Fedecámaras y la CTV con la bendición de la Conferencia Episcopal de Venezuela. Las cúpulas de estos tres sectores, muy poco representativos de la población venezolana[1], presentaron lo que llamaron "bases programáticas de un acuerdo" que permitiera salir de lo que denominaron "una verdadera emergencia nacional" caracterizada, según ellos, por "la incertidumbre creciente, los claros signos de ingobernabilidad, los riesgos que se ciernen sobre la estabilidad democrática y la negativa oficial a propiciar los entendimientos necesarios para que el país avance".

Téngase en cuenta para lo que diremos más adelante que se afirma tanto una falta de gobierno (¿qué otra cosa querrá decir "claros signos de ingobernabilidad"?) como una negativa del gobierno a ofrecer entendimientos necesarios para que el país avance (es de suponer que los autores se refieran a entendimiento como acuerdos entre personas, pero ¿cómo se entienden las personas si no es precisamente con el entendimiento? ¿quieren decir que el gobierno no entiende cómo hacer para que el país avance? El documento nunca define qué es "avance del país" aparte de vagas afirmaciones como: "responder a las legítimas aspiraciones económicas, sociales y políticas del país" o mantener "la vocación humanista, inclusiva, democrática, productiva y pacífica de la sociedad venezolana").

El Sr. Carmona, en su discurso de ese día, se refirió al acuerdo así: "Se trata de un acuerdo de alto contenido social, sostenible en el tiempo, cuyo eje principal lo constituye la superación de la pobreza, bajo una visión que no se limita a la distribución de la riqueza, sino a lograr una producción y productividad mayores capaces de transformar las condiciones político-institucionales y socioeconómicas de la nación, la concertación productiva, la solidaridad social, sin populismos o engaños y apuntando a la promoción de inversiones que permitan crear empresas competitivas generadoras de empleos de calidad en áreas productivas". Agrega, más adelante, que "se concibe la lucha contra la pobreza en función del acceso a servicios sociales de calidad, educación, salud y seguridad, y el estímulo a los espacios de concertación productiva como mecanismos modernos de negociación social. Y estos son conceptos nuevos e importantes de los cuales estamos escuchando ahora hablar en el país".

El dictadorzuelo no hacía otra cosa que repetir, al pie de la letra, el contenido del acuerdo, dando muestras de su enorme capacidad de mero repetidor de un discurso que no le es propio. Es posible afirmar esto último porque la raíz intelectual de ese discurso sobre la pobreza es muy conocida en Venezuela. Se trata, como mostraremos después, del discurso intelectual capitaneado por los investigadores en ciencias sociales de la UCAB[2]. Téngase en cuenta, por ahora, que el sacerdote que bendijo el acuerdo en el referido acto es precisamente el Rector de esa Universidad (uno de esos investigadores). Miremos con atención, y en primer lugar, lo que el acuerdo dice sobre la pobreza y lo que oculta en su decir (aun mostrándolo).

En las primeras líneas del acuerdo ciertamente se afirma el lugar central dado al tema de la pobreza. En efecto, dice: "Tenemos la convicción compartida de que la masiva pobreza es el principal problema del país y de que la estrategia para su superación debe constituir el eje inspirador de políticas públicas cuyo contenido sustantivo sea la base de un acuerdo nacional sostenible a mediano y largo plazo". Si tomamos esta proposición con sana gramática vemos que afirma tres cosas: 1) la pobreza es el gran problema del país, 2) la superación de la pobreza debe ser el eje de las políticas públicas y 3) el contenido de esas políticas debe ser la base de un acuerdo nacional. Quien haya puesto atención al discurso político del Presidente Chávez y sus seguidores desde el año 1998 reconocerá con gran facilidad que esas tres afirmaciones son también de ellos. En ninguna parte del acuerdo se reconoce ese hecho. Menos aún, aparece referencia ni a la estrategia del gobierno actual ni a las políticas públicas diseñadas, especialmente, en el plan de la nación 2001-2007[3]. No parece lícito suponer que los redactores de ese documento (el acuerdo) no conozcan que lo que escribieron, en esta frase que comentamos, está en perfecta armonía (¡en acuerdo!) con el discurso del gobierno. Más lícito parece suponer que se trata de un ardid demagógico, porque ¿quién puede enfrentar el discurso de Chávez en el terreno político diciendo sin ambages que se propone una conducción del Estado que sea desfavorable a los pobres? Pero supongamos todavía buenas intenciones. Miremos con atención los contenidos del acuerdo donde se despliega la estrategia para la superación de la pobreza. Tal vez en este plano estratégico aparezcan las diferencias con el gobierno que permiten a los proponentes del acuerdo acusar una falta de gobierno y de entendimiento de este último. Veamos.

La "superación de la pobreza" es el primero de los diez puntos del acuerdo. Dice el documento (y es exactamente lo que repitió el futuro dictadorzuelo en su discurso): "La superación de la pobreza no se limita a un problema distributivo de la riqueza que el país tiene, sino que requiere la participación de múltiples sectores para lograr, de manera mejor distribuida, una producción y productividad mayores". He aquí una frase ambigua en extremo: "un problema distributivo de la riqueza que el país tiene". Para quien conozca el drama de la pobreza en Venezuela y el mundo, esa frase debiera leerse así: el país tiene un enorme problema en la distribución de la riqueza[4]. Pero, seguramente, lo que solapadamente el discurso quiere decir es la ya consagrada afirmación de la ideología neoliberal según la cual no se gana nada con distribuir la riqueza que un país tiene sin generar mayor riqueza (de ese modo la frase dice que el problema no es sólo distribuir la riqueza que el país tiene). Nótese que al afirmar eso se desvanece, aún sugiriéndola, la primera posibilidad que es la raíz profunda del problema, a saber, la injusta estructura de la distribución del ingreso asentada en el correr del siglo XX en la inmensa mayoría de los países con estructura de producción capitalista (altamente industrializada, industrializada o dependiente). La estrategia que plantea el acuerdo para la "superación de la pobreza" es entonces, la de oscurecer el centro radical del problema pasando a primer plano la afirmación propia de la ideología neoliberal: lo que hay que distribuir es mayor producción y productividad. Enseguida, el documento del acuerdo despliega la orientación de políticas para esa estrategia. Veamos cómo esa orientación, definida en cinco aspectos que revisaremos uno a uno, es casi toda pura demagogia puesta al servicio de la convicción neoliberal.

Primer aspecto: "Garantizar a todos los venezolanos el acceso efectivo a los servicios sociales básicos de calidad en educación, salud y seguridad como mecanismo para dotarlos de oportunidades". Esta es una afirmación que parece ridícula en el contexto del documento. Quien haya leído la Constitución habrá caído en cuenta que el Título III (y especialmente sus capítulos V, VI, VII, VIII y IX) establece con vigor inusitado, comparado con otros textos constitucionales, los derechos de la población. Allí se despliegan los derechos sociales y de la familia, culturales y educativos, económicos, de los pueblos indígenas y los derechos ambientales. La Constitución garantiza esos derechos, pero además no sólo los coloca bajo la orientación de medios que le permitan a la población ser "dotada de oportunidades" (término propio de la orientación al asunto meramente productivo), sino que los concibe como legítimos derechos humanos. De hecho, el Título III se denomina "De los derechos humanos y garantías y de los deberes". Es ridículo entonces invocar para un acuerdo nacional, y como política de superación de la pobreza, lo que ya consagra la Constitución y que, en consecuencia, obliga a la nación.

Segundo aspecto: "Estimular los espacios de concertación productiva como mecanismos modernos de negociación social". Es esta la frase en la que insistía el dictadorzuelo Carmona en su discurso (decía al respecto que son "conceptos nuevos e importantes de los cuales estamos escuchando ahora hablar en el país"). Ciertamente "concertación productiva" es un neologismo que, por lo demás, es falso y engañoso. Concertar quiere decir "traer a identidad de fines cosas diversas". Si esas cosas diversas tienen de suyo fines incompatibles y se logra una concertación, inevitablemente la concertación es una imposición. Al hablar de una concertación calificada como productiva, lo que quieren decir es una concertación en la que se impone el fin de la producción en sentido económico (porque si "productivo" quiere decir, en general, que se genera algo, la concertación es inevitablemente productiva; luego, sería una redundancia decir "concertación productiva"). "Concertación productiva" es un eufemismo para decir que el fin de la concertación es la acumulación, el profundo fin de la producción de corte capitalista. El término, como todo neologismo difundido masivamente por la ideología neoliberal, pasa a ser moda de manera incomprendida. Así se transforma en elemento guía de la llamada "negociación social". Este otro término hace ver el espacio de las relaciones sociales al calco de las relaciones propias del mundo de los negocios, del mundo de la economía capitalista. En resumen, lo que en el fondo clama este discurso es por una participación de los pobres de manera que el fin que siga el concierto de la relación social plagada de injusticias sea el de la acumulación que es raíz, precisamente, de la mayor injusticia.

Tercer aspecto: "Procurar la solidaridad social entre los distintos sectores a fin de permitir la generación y distribución de oportunidades, con especial énfasis en los grupos más pobres". Con mucha insistencia el documento se refiere a "distintos sectores"; ambigüedad que esconde sutilmente una relación social que opone los sectores que claman por justicia (la mayoría de la población) y los sectores que buscan mantener la injusticia (la minoría de privilegiados). Por ello la insistencia, en esta frase que comentamos, en la "generación y distribución de oportunidades" y no en la riqueza que es finalmente el meollo del problema de la pobreza. Pero es más importante notar en la frase que la noción más densa que se invoca es la de la "solidaridad social". Enorme desparpajo, por decir lo menos. ¿Se ha visto una solidaridad que no sea social? Quien conozca someramente la noción de solidaridad desarrollada en la sociología clásica por Emile Durkheim, sabe que la noción de solidaridad se refiere al lazo de cohesión social; él distinguió con claridad la solidaridad mecánica, propia de las sociedades tradicionales, de la solidaridad orgánica, propia de la sociedad moderna. Precisamente a esta última dedicó su empeño intelectual y también político. Ese empeño sirvió de base para el desarrollo de lo que la sociedad industrial conoce como Estado de Bienestar con su poderoso brazo institucional que es la seguridad social; cosa que para nuestros países es todavía un sueño consagrado en nuestras constituciones. Aún sin esta referencia intelectual, los escribanos de este documento reflejan, al menos, una profunda ignorancia. La definición más elemental de solidaridad indica con precisión que no puede ser menos que social; ¿qué otra cosa puede decirse de un término cuya acepción básica es la de un "sentimiento que impele a los hombres a prestarse una ayuda mutua"? Por supuesto, al evocar la noción de solidaridad, así como el neologismo ambiguo de "concertación productiva", se quiere fabricar un discurso a tono con la terminología propia del momento, vale decir, con el discurso imperante y puesto en circulación por los grandes centros del poder mundial, especialmente los organismos financieros multinacionales. Si se revisa con atención lo propuesto en el plan de la nación del gobierno para el lapso 2001 - 2007 se encontrará una visión bastante clara de políticas que se inspiran en la construcción de la solidaridad no sólo entre diversos sectores económicos y sociales sino, muy particularmente, entre las clases más desposeídas. Con certeza puede decirse que los artífices del acuerdo desconocen en absoluto (u ocultan) esa proposición del gobierno. De manera que así se pone en claro que el contenido del acuerdo refleja más una jugada de la irracionalidad política de sectores opuestos al gobierno que una preocupación por el drama de la pobreza[5].

Cuarto aspecto: "Combatir las visiones populistas que engañan a los sectores populares con mesianismos o visiones erradas de la realidad del país". Esta es la afirmación más clara del carácter estrictamente manipulador (político) del acuerdo. En dos palabras, esa frase quiere decir "fuera Chávez". Desde antes de las elecciones de 1998 los opositores del Presidente han insistido en caracterizarlo como populista y mesiánico, usando estos adjetivos de manera absolutamente hueca, es decir sólo como clichés propagandísticos. Veamos someramente el término mesianismo. Apartando el sentido figurado en nuestra lengua ("confianza inmotivada o desmedida en un agente bienhechor que se espera") que obviamente es más metafórico que analítico, debe entenderse rigurosamente por mesianismo la suposición de que, aparte del caso judaico, pueden conseguirse sociedades o etnias (es decir, un pueblo) cuya vida está guiada por una doctrina colectiva de carácter carismático o teocrático que tiende a atribuir a un individuo el poder de asegurar la salvación por venir para todo un pueblo. Nótese que es más importante la doctrina carismática teocrática que el individuo que la expresa. Es obvio que en el caso venezolano no puede hablarse de la existencia de tal doctrina. El término mesianismo dejaría de ser ambiguo si se aclarara siempre que, en fin de cuentas, Mesías fue y es uno único. Desgraciadamente las pocas veces que se hace esta aclaratoria sólo se hace para ridiculizar a quien se acusa de mesiánico (por ejemplo, con la frase: "¡ah! entonces él se cree Dios") y así se incrementa la construcción del cliché. Fue el compañero de discurso del dictadorzuelo Carmona quien expresó con claridad ese día la intención abierta de esa frase relativa al populismo y el mesianismo (es decir, "fuera Chávez"). El Sr. Carlos Ortega[6], más braveador que su compinche, afirmó ese día: "la solución pasa por la salida del actual gobierno", el acuerdo contiene "propuestas muy claras, muy contundentes, para un proceso de transición frente a la eminente [sic] salida del actual Presidente de la República, frente a la eminente [sic] salida de la actual administración" (conocido como es el mal hablar del Sr. Ortega, suponemos que quiso decir "inminente"), "estas bases son o servirán para ese gobierno de transición", "estamos sumamente optimistas y creemos realmente en la unidad del pueblo de Venezuela para salir de este gobierno", "para salir de una vez por todas de esta grave pesadilla que vive Venezuela en los actuales momentos". Al terminar el discurso de Ortega los asistentes al acto coreaban con estridencia "se va, se va, se va ...". Quien no haya oído en estas expresiones un anuncio del golpe de Estado del 11 de abril debió estar sordo.

Quinto y último aspecto: "Promover inversiones masivas (nacionales y extranjeras) creadoras de empresas competitivas y generadoras de empleo de calidad en áreas productivas". Esta frase no puede quedar mejor caracterizada que con la expresión del lenguaje popular que reza "más claro no canta un gallo" o con esta otra "por fin, llegamos al llegadero". ¿Qué puede significar en el caso venezolano tener empresas productivas con empleo de calidad cuando más del 60% de la población económicamente activa no alcanza siquiera un nivel de educación básica? ¿Qué puede significar con esa calificación del trabajo abrir las puertas a masivas inversiones nacionales y extranjeras? La respuesta ya es muy conocida, basta mirar la experiencia de los países atrasados en los que las grandes compañías transnacionales explotan la mano de obra barata o mirar el fenómeno de la maquila en los países centroamericanos. He ahí, sin desparpajos, la estrategia y la política que en nombre de la superación de la pobreza, adornadas con eufemismos y ambigüedades, buscan mantener el orden de injusticia reinante en el mundo.

Habíamos afirmado antes que la raíz intelectual de ese discurso sobre la pobreza, repetido insaciablemente por el dictadorzuelo Carmona en muchos espacios públicos, es muy conocida en Venezuela. Se trata del discurso intelectual capitaneado por los investigadores en ciencias sociales de la UCAB. El Rector de esa Universidad, el sacerdote jesuita Luis Ugalde, fue el compañero de discurso de Carmona y Ortega. Habló como representante de la presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV). La CEV, dijo, "nos ha delegado para expresar su satisfacción y alegría" y el agradecimiento por "que la superación de la pobreza sea puesta en el centro del acuerdo nacional para el cambio democrático". Señaló, además, que tanto la CTV como Fedecámaras desde el año pasado "pidieron el apoyo de la Iglesia a través de algunos investigadores de la UCAB". Vale la pena preguntarse si los ideólogos de este malévolo discurso sobre la pobreza que es el tal acuerdo democrático son los investigadores de la UCAB, entre ellos el padre Ugalde. O si tal vez fueron víctimas de una manipulación o tergiversación de sus conocimientos sobre la pobreza en Venezuela. Desgraciadamente, lo decimos como universitarios, las dos cosas parecen ser ciertas. Veamos por qué.

La tesis central de esos investigadores, para quienes es muy cara la expresión "superar la pobreza", se resume así (en palabras de Luis Pedro España, director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB): "Crecer económicamente es crucial para superar la pobreza. El crecimiento global de la economía es necesario pero no suficiente (...) los límites que tiene el 'simple crecimiento' como palanca para la superación de la pobreza, tienen que ver con el tema de la distribución del ingreso. De allí que la mejora en la distribución del ingreso es crucial, no sólo para extender la participación en la riqueza, sino para que sea sostenible en la propia producción de bienes y servicios con los cuales satisfacer necesidades"[7]. Con toda claridad esta tesis está completamente tergiversada en el acuerdo democrático. Nótese que mientras España señala que el crecimiento económico es necesario pero no suficiente, el discurso carmoniano dice que la superación de la pobreza no se limita a un problema distributivo de la riqueza sino que se requiere lograr una producción y productividad mayores. En términos menos ambiguos, como ya lo hemos mostrado, el discurso carmoniano dice que no es necesaria la distribución de la riqueza y es suficiente el crecimiento económico. Así las cosas, es evidente que el razonamiento de los investigadores de la UCAB fue, al menos, trastrocado. Pero ocurre que en la investigación de la UCAB sobre la pobreza en Venezuela, el mismo España afirma que "el tema distributivo conduce directamente al papel del Estado en el desarrollo social y la superación de la pobreza", para afirmar enseguida, "aquí el tema nos podría llevar muy lejos..."[8].

En efecto el tema de la distribución de la riqueza es prácticamente abandonado a favor de iluminar un panorama sobre la superación de la pobreza donde la estrella más brillante y firme es, precisamente, el crecimiento económico. Las políticas públicas, y no públicas, que los investigadores van encontrando repiten de manera firme las recomendaciones propias del discurso globalizado sobre la pobreza[9]. El mismo España lo dice así: "con lo que sabemos sobre la pobreza y su forma de enfrentarla es posible formular un conjunto de recomendaciones -las cuales no se alejan mucho de lo que son las conclusiones de otros estudios sobre la pobreza realizados por las agencias internacionales de desarrollo y cooperación- que en el caso de nuestro estudio, su virtud y valor agregado consiste en la adaptación de los conocimientos generales a lo que es la especificidad y los énfasis que deben tenerse en cuenta para atender el problema de la pobreza en nuestro país" [10]. El discurso carmoniano puede muy bien parafrasear a España y decir: hemos adaptado sus conocimientos generales a lo que es la especificidad y los énfasis que deben tenerse en cuenta para atender las exigencias de manipulación con miras a deshacernos, a como dé lugar, de Chávez y su gente empeñada en ese anacronismo que es la justicia social; si para ello es necesario pisotear la Constitución que declara a Venezuela como "Estado democrático y social de Derecho y de Justicia", allá iremos.

El profesor España, ingenuidad política de por medio, sin embargo afirmó después de conocido el documento carmoniano (el acuerdo), y antes del 11 de abril, lo siguiente: "La ambigüedad [señalada en un análisis de PROVEA[11]] no es enteramente obra de los protagonistas de este acto. Más bien fue el resultado de la captura, por parte de polos irreconciliables de la sociedad política venezolana, que trataron de hacer suyo, por medio de fuertes presiones sobre los oradores, el contenido del acuerdo"[12] (imaginamos que esos tales polos irreconciliables fueron los mismos que movieron a Carmona como marioneta los días 11, 12 y 13 de abril). En todo caso, la afirmación de España es incomprensible pues cómo pueden ser irreconciliables los polos tras las figuras de Carmona, Ortega y el propio Rector de la UCAB (¿una marioneta más, en este caso de la presidencia de la CEV?) si a todos los unía un único clamor: "fuera Chávez". La ingenuidad política del profesor España resulta fuera de límites; cree firmemente que, a pesar de la ambigüedad, vale decir de la manipulación de sus conocimientos, el asunto tiene un elemento muy positivo; en efecto, afirma: "por primera vez, los sectores productivos y organizados de la sociedad aceptan unas bases para fijar un rumbo que trasciende sus propios intereses y hacen un llamado para que el resto de la sociedad se sume al diseño de políticas públicas para la superación de la pobreza; entonces no todo está perdido..."[13]. ¿Trascender sus propios intereses? La expresión popular diría: "sí, cómo no".

Después del golpe

En la interpelación ante la Asamblea Nacional el dictadorzuelo decía: "la firma de las bases del acuerdo democrático con una visión del país, con un propósito de lucha contra la pobreza, de creación de empleo productivo y sustentable, con un carácter amplio inclusive, fue un precedente histórico de cooperación entre los sectores laboral y empresarial". Usaba el ex-dictador este elemento como justificación antecedente de su golpe de Estado. No necesitaba referirse más a la pobreza, de hecho no lo hizo durante el golpe de Estado (los que ingenuamente lo acompañaron en el derrocamiento de Chávez tal vez esperaban que las "bases" del nuevo gobierno fuesen las "Bases para un acuerdo democrático"; se quedaron esperando, pues lo que el dictadorzuelo presentó fue las bases para una firme dictadura cuyo propósito, en el plano económico, sí estaba en aquel acuerdo). Ahora, después del golpe de Estado y la efímera dictadura, su discurso pretendía "enriquecer" el léxico de nuestro lenguaje político con la noción de "vacío de poder". Apeló para ello al conocimiento de la ciencia jurídica y del derecho constitucional. Claro está, no su propio conocimiento, sino el conocimiento de otros. En fin, su ambiguo discurso está caracterizado por la repetición insaciable de palabras plásticas; las mismas que en boca de tantos empresarios en el mundo dan jugosos dividendos (manejando empresas y manipulando la política a favor de las empresas). Para llegar al asunto de conocimiento jurídico invocado es necesario detenerse en algunas expresiones del discurso carmoniano. Analizaremos tres afirmaciones del dictadorzuelo.

Primera afirmación: "El anuncio hecho por el General en Jefe, Lucas Rincón, de la decisión del Alto Mando Militar, de solicitar la renuncia del Presidente de la República y que ésta había sido aceptada fue un hecho público y notorio. Los juristas señalan que hechos de esta naturaleza tienen efectos incuestionables a través del llamado hecho comunicacional. Dicha situación condujo a un indudable vacío de poder, el Presidente de la República quedó bajo custodia de la Fuerza Armada mientras se decidía su situación y entretanto el gobierno abandonó sus funciones. Fue así que la sede del gobierno, el Palacio de Miraflores, estaba el día viernes en horas de la mañana abandonada, sin personal, lo que inclusive dificultó la labor inicial encomendada. Tampoco estaban visibles los integrantes de los otros órganos del poder público, de las demás dependencias y hasta del Canal Ocho de Televisión". En primer lugar haré una referencia menor, a saber, que el dictadorzuelo y sus asesores se aprovechan de la ambigüedad de la declaración del General Rincón para afirmar que el Alto Mando Militar solicitó la renuncia del Presidente. La verdad es que el texto de Rincón no dice eso; la frase en cuestión dice "se le solicitó la renuncia" con un impreciso impersonal; por ello el General Rincón ha dicho que quienes sí solicitaron la renuncia fueron los generales conspiradores, no el Alto Mando Militar. El centro de atención de esta primera afirmación es, sin embargo, la referencia a los estudiosos de la jurisprudencia quienes sostendrían que el anuncio por otro de una supuesta renuncia confirma el acto del supuesto renunciante. De manera que, usando un ejemplo, bastaría que a mí me informen que tres o cuatro Decanos de mi Universidad declararon en la radio que el Rector renunció, para que yo crea que esa renuncia es cierta. Pero, más aún, esa novísima jurisprudencia me acordaría la legalidad del acto consistente en ir con unos cuantos profesores a ver si la oficina del Rector está vacía para entre ese grupo designar un nuevo Rector. Semejante barbaridad jurídica, afirma el dictadorzuelo, está argumentada por estudiosos de las leyes (no lo dudamos; más adelante heremos referencia uno de sus prototipos, el Dr. Allan Brewer Carías). Ese es el meollo de lo que Carmona llama un "vacío de poder". Por lo demás, el argumento descansa en que el Palacio de Miraflores estaba vació; como para creer que allí no había nadie, cuando todos nos enteramos de la abierta conspiración civil y militar desde la noche del 11 de abril; como si nadie hubiera estado interesado en tomar el poder y sólo un angelito como Carmona, bañado de un ilimitado espíritu de sacrificio, aceptase llenar el palacio de gobierno. Con razón tanta gente dice que el "vacío de poder" es más bien un vacío del cerebro de Carmona Estanga. Segunda afirmación: "No se juramentó pues ningún funcionario y el equipo que pretendía fuese plural y representativo no llegó a asumir funciones y como demostración de voluntad de establecer un adecuado seguimiento de la comunidad internacional, sí se invocó la Carta Democrática Interamericana, artículo 17, para que la OEA supervisase la rápida restitución del hilo constitucional en la República". Después de la ridícula auto-juramentación del dictador, violadora de toda norma constitucional (de nuestra Constitución y de cualquier otra conocida), qué sentido puede tener la invocación del argumento de que ningún funcionario se juramentó; no hubo la tarde del 12 de abril mejor juramentación que los aplausos desenfrenados de los elegidos por el dictadorzuelo para ocuparse ilegalmente de cargos públicos. Pero en esta segunda afirmación el asunto central radica, más bien, en la invocación a otro nivel de jurisprudencia, a saber, la Carta Democrática Interamericana (CDI) de la OEA. Carmona reiteró el asunto una vez más, al decir: "Estuve dispuesto también conforme a mis convicciones y a mi experiencia diplomática, a someter a la transitoriedad al severo escrutinio de la comunidad internacional y especialmente a la Carta Democrática Interamericana, suscrita el pasado 11 de septiembre en el marco de la OEA, así consta en la conversación sostenida con el Secretario General y las comunicaciones que en ese sentido dirigiera". La verdad, como veremos más adelante, es que la jugada del golpe de Estado esperaba contar con el apoyo de la OEA invocando la susodicha Carta. Sin embargo, como dice el refrán popular, lo cierto es que a los conspiradores "les salió el tiro por la culata". Quede no obstante la claridad de que el dictador pretende convencernos de su espíritu democrático acudiendo al refugio de lo establecido en la CDI; un segundo refugio que se añade al de los estudiosos juristas que darían plenitud a la oscura tesis del vacío de poder. Sin embargo, queda un tercer subterfugio.

Tercera afirmación: "Otras razones avalarían las actuaciones esos días, en el marco de lo dispuesto en el artículo 350 de la Constitución, pero centro mis planteamientos en la existencia de un vacío de poder, se puede o no estar de acuerdo con el camino elegido, pero lo que no puede señalarse es que la intención haya sido otra que la de restablecer la plena vigencia de la Constitución de 1999 que había sido transgredida especialmente durante los sucesos del 11 de abril". Es patético escuchar al dictador que pisoteó la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela invocarla en su pretendida defensa política. Se habrá notado que jamás llama a la Constitución por su nombre; suele decir de ella "la Constitución de 1999"; por recordar solamente la violación menor, el primer punto del decreto que lo auto-juramentó cambiaba el nombre de la República. Pero, detengámonos en las afirmaciones parciales de este fragmento del discurso carmoniano; las siguientes: 1) la Constitución había sido transgredida; 2) lo fue especialmente el 11 de abril; 3) el "camino elegido" (eufemismo para no decir golpe de Estado) está avalado por lo dispuesto en el artículo 350 de la Constitución. Las tres afirmaciones se reúnen en una sola que podría parafrasearse así: si el texto de la Constitución es transgredido por el gobierno, se puede invocar la Constitución misma (el artículo 350) para derrocar (inconstitucionalmente) ese gobierno y esa Constitución. En otras palabras más sencillas: la Constitución permite la inconstitucionalidad. ¿De dónde saca esta atrocidad jurídica el dictadorzuelo? Ya lo dijimos en relación con el tema de la pobreza: el discurso carmoniano es una burda repetición de lecciones aprendidas de memoria de otros. ¿Quiénes en este caso? ¿Quiénes son los juristas que invoca Carmona? ¿Quiénes han producido tan aberrante interpretación del artículo 350? En fin, ¿quiénes se han dado a la tarea de hilvanar el tejido de los tres subterfugios del ex-dictador, a saber, el vacío de poder, la invocación a la CDI de la OEA y la interpretación malsana del artículo 350 de la Constitución? No lo sabremos con exactitud; pero el caso de Allan Brewer Carías parece suficiente para entender el asunto.

El conocido jurista escribió un largo texto, fechado 12 de febrero de 2002, y que circuló libremente, después del golpe de Estado, a través de la página web de Globovisión, en el que analiza la situación venezolana guiado por el contenido de la Carta Democrática Interamericana de la OEA. Según Brewer, "la importancia de la Carta Democrática Interamericana es que su incumplimiento puede producirse por un gobierno de un Estado Miembro que aún cuando haya tenido formalmente su origen en una elección popular, genere alteraciones graves al propio orden democrático y constitucional, en cuyo caso también podría conducir al aislamiento del Estado del sistema interamericano. Por tanto, constituyendo la Carta Democrática Interamericana el instrumento internacional más actualizado para preservar la democracia en nuestros países, a continuación analizaremos la situación de la democracia venezolana a la luz de las disposiciones de dicha Carta. Si se confronta el texto de dicha Carta con la práctica política del gobierno del Presidente Hugo Chávez, puede concluirse que el país está al margen de la misma y que la brecha que nos está separando de ella se abre y profundiza rápidamente".

La intención no podía ser más clara: mostrar que el gobierno de Chávez, sometido a juicio desde el contenido de la CDI, debe ser aislado por la OEA. Realmente la CDI no habla de aislamiento sino de "suspensión del Estado miembro del ejercicio de su derecho de participación en la OEA". En cualquier caso, la estrategia política del jurista es sumamente clara; se trata de dar un paso adelante en lo que, precisamente él llama "aislamiento" del gobierno de la comunidad internacional. O en términos más precisos, de poner en bandeja de plata la intervención política de gobiernos fuertes del continente en la situación venezolana (es decir, los Estados Unidos).

Antes de describir los ardides de Brewer en este documento, vale la pena recordar lo siguiente. Este jurista viene haciendo una abierta y confusa oposición al gobierno de Chávez al menos desde que este último salió victorioso en las elecciones de diciembre de 1998. En efecto, bastó que el Presidente anunciara el referéndum para llamar a una Asamblea Nacional Constituyente para que el Dr. Brewer Carías mostrara su oposición con la idea del referéndum. Según él eso sería inconstitucional (de acuerdo con su interpretación de la Constitución de 1961); primero debería, según su criterio, reformarse la Constitución del 61. Claramente una simple estrategia política para que el viejo Congreso, dominado aún por la vieja casta política, acomodara el régimen de la Constituyente a su favor. Demanda tras demanda, Brewer vio su estrategia fenecer. Como jurista debió aprender del extraordinario ejercicio de hermenéutica jurídica dado por el fallecido magistrado Humberto La Roche. En memorable ponencia ante la Corte Suprema de Justicia, el Dr. La Roche articuló el profundo sentido del Art° 4 de la Constitución del 61 ("la soberanía reside en el pueblo, quien la ejerce mediante el sufragio") abriendo paso constitucional tanto a la Asamblea Nacional Constituyente como al llamado a referéndum del Presidente Chávez. La verdad es que el Dr. Brewer no parece haber aprendido aún la lección sino a medias. Se afanó por hacer oposición a lo que sería el resultado de la Constituyente aún participando en ella (fue candidato y miembro electo, oponiéndose prácticamente a todo el contenido sustancial de la nueva Constitución); posteriormente estuvo en contra de la nueva Constitución cuando fue sometida a referéndum popular. Luego del aplastante triunfo a favor del sí, es decir, desde diciembre de 1999, se ha dedicado afanosamente a divulgar su tesis según la cual la Asamblea Nacional Constituyente, la nueva Constitución y todos los poderes de ellas desprendidos son fruto de lo que, con cierto glamour jurídico, ha llamado un "golpe de Estado constituyente"; de hecho, uno de sus recientes libros se titula: "Golpe de Estado y Proceso Constituyente en Venezuela" editado por la UNAM este mismo año[14].

¿Cuál es el análisis de Brewer en el que invoca la CDI de la OEA? Es lo que todos conocemos como un círculo vicioso. Usando el articulado de la Carta, describe el incumplimiento de su contenido en el caso venezolano. ¿Cuál incumplimiento? Pues bien, se refiere Brewer a hechos narrados por los medios de comunicación venezolanos en los últimos años y también a sus propios análisis jurídicos anteriores. Es decir, la fuente de los hechos que, según él, muestran fehacientemente la violación de la CDI, es su misma opinión (revestida de la investidura jurídica que el viejo régimen le otorgó a su persona -la de ser uno de los más "brillantes juristas"-) y la opinión sesgadísima y malsana de los medios de comunicación venezolanos irracionalmente volcados contra el Presidente Chávez. Así puede llegar a ambiguas afirmaciones, dignas de los pésimos titulares de la prensa venezolana, como las siguientes: "todo ha cambiado para peor, habiendo desaparecido toda efectividad en el ejercicio de la democracia representativa"; "la democracia participativa ha sido enterrada por los órganos del Estado (...) ello se ha agravado con el desmantelamiento de las políticas descentralizadoras y, al contrario, con la política centralizante del Poder Ejecutivo"; "la situación de los derechos humanos en Venezuela es sombría y amenazante"; "el pluralismo político ha sido progresivamente maltratado por quienes asaltaron el poder a partir de 1999"; "las organizaciones políticas y partidos distintos al partido de gobierno tienden a ser avasallados por el Poder"; "los denominados 'círculos bolivarianos' [son] agrupaciones que constituyen la antítesis del pluralismo por su íntegra dependencia de los órganos del Poder"; "la democracia en Venezuela ha sufrido uno de los más brutales descalabros, por la concentración de la totalidad del Poder Público en las solas manos del Poder Ejecutivo"; "aparte de los ataques y agresiones contra periodistas y reporteros por turbas organizadas por el partido de gobierno (...) también el gobierno ha coaccionado a los medios de comunicación"; "en Venezuela, la militarización progresiva del Estado, como política gubernamental ha hecho romper la subordinación de la autoridad militar a la autoridad civil". Como se ve, el Dr. Brewer Carías ha ganado una enorme profundidad intelectual como para dirigir un nuevo periódico en Venezuela que sería el centro exacto entre El Nacional y El Universal[15].

Más allá de ese círculo vicioso está el corazón de lo que quiere justificar Brewer con su invocación a la CDI de la OEA; es decir, algo más allá de haber abonado el terreno de una eventual justificación por parte de la OEA de un nuevo régimen que derrocara al Presidente Chávez. ¿De qué se trata? Cuidadoso, el Dr. Brewer coloca esta sentencia en la introducción de su texto: "no debe admitirse, como cuestión de principio, que se produzca una ruptura del orden constitucional que conlleve, por la fuerza, el derrocamiento del gobierno" (como quien sabe cuál era el "camino elegido", como diría el dictadorzuelo Carmona; es decir, con perfecta claridad de que la misión es derrocar el gobierno de Chávez). Pues bien, se trata de la argumentación en relación con el artículo 350 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. A ello, Brewer dedica un largo apéndice del trabajo (imaginamos que su lectura fue muy difundida en febrero y marzo por los lados del este caraqueño[16]). Antes de referirnos a lo que dice ese apéndice, veamos una breve consideración sobre el referido artículo constitucional.

El artículo 350 (último del texto constitucional) está enmarcado en un capítulo referido a la Asamblea Nacional Constituyente (Capítulo III) del último Título (el IX) del texto[17]. Ese Título se refiere a la Reforma Constitucional. De modo que, en sentido estricto, su invocación está limitada a situaciones de reforma del texto constitucional. No obstante, si se invocara el criterio interpretativo que da prioridad al sentido de las palabras del texto de la ley y a la intención del legislador, debe tenerse en cuenta que la atribución que otorga el artículo recae únicamente en el pueblo. Y es sólo en el pueblo, tal como lo estipula el artículo 5 del texto constitucional, en quien reside la soberanía[18]. Ningún ciudadano o grupo de ciudadanos, en consecuencia, puede atribuirse para sí lo establecido en el artículo 350; lo que sí puede invocar cualquier ciudadano es el deber de colaborar en restablecer la vigencia de la Constitución cuando por acto de fuerza, o por medios diferentes a lo previsto en ella, haya sido vulnerada (tal como lo estipula el artículo 333[19]; el mismo que, implícitamente, invocó la inmensa cantidad de venezolanos que reclamaban su Constitución y su Presidente legítimo y legal el 13 de abril). Ahora, respondamos la pregunta ¿qué dice el apéndice del texto de Brewer Carías? Dice lo que no dudamos en llamar una pésima lectura de la sabia interpretación que el Dr. La Roche dio del Art° 4 de la vieja Constitución. El Dr. Brewer Carías, confundido entre su papel de jurista y de político, no ha podido entender qué quiere decir que la soberanía sea del pueblo. Quizás no lo pueda pasar por eso que llaman "razones de clase". Para avanzar su oscura tesis sobre el pueblo, Brewer Carías procede en dos pasos. En primer lugar, se afana en mostrar que la "desobediencia civil" (esa es la noción con que traduce el citado artículo 350) puede derrocar un gobierno legítimo y legalmente electo (sobre todo si liga con una demostración de la violación de la CDI de la OEA). Ese es el meollo de su interpretación del referido artículo. En sus propias palabras: "la desobediencia civil en la Constitución tiene el efecto de (...) buscar cambiar el régimen o la autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos establecidos en la Constitución o los definidos en la Carta Democrática Interamericana".

Pero dice más, y este es el segundo paso: "la desobediencia civil tiene que ser motorizada por los organismos de la sociedad civil (...) el pueblo organizado es la sociedad civil y esta es la organización que se contrapone al Estado". Intempestiva afirmación esa según la cual pueblo se iguala con sociedad civil. El mismo Brewer dice que la sociedad civil "es la esfera de las relaciones entre individuos, entre grupos y entre sectores de la sociedad"; vale decir, es la reunión de relaciones que se proponen la defensa de intereses particulares (es decir, de individuos, de grupos o de sectores[20]), nunca la defensa del Bien común, a no ser que ocurra lo que sólo puede ser un ideal ilusorio, a saber, que la "sociedad civil" -la imaginaria "esfera" que cabe en la cabeza de Brewer-reúna al pueblo. Eso es sólo un ideal ilusorio, pues jamás el agregado de los intereses particulares puede dar lugar al Bien común; el Bien común no es, precisamente, un interés. Es sólo un ideal ilusorio, también, puesto que jamás el pueblo se realiza (se subjetiva, se hace sujeto) como conglomerado que reúne grupos de intereses. Sabemos, por lo demás, la connotación fáctica que tiene en la Venezuela contemporánea el uso hueco de la expresión "sociedad civil", que por ese mismo uso hueco se ha convertido en un término presto a manipulaciones de todo calibre. Por ejemplo, si uno le hiciera caso a la mayor y más reciente de esas manipulaciones, terminaría convencido de que la sociedad civil sólo existe en el este de Caracas.

¿Hasta dónde llega la "desobediencia civil" según este jurista? Veamos su respuesta: "es la propia Constitución la que consagra expresamente el derecho ciudadano a la desobediencia civil, incluso más allá de la sola resistencia a la ley". ¿Qué quiere decir "más allá de la sola resistencia a la ley"?

Carmona Estanga y sus secuaces se encargaron de decírnoslo; no con claridad en su discurso, por supuesto, sino en esa ambigüedad preparada por sus juristas que abonaron el terreno a la temible expresión sólo dicha solapadamente (como susurro en oídos de conspiradores); quiero decir, la irracional expresión: la Constitución permite la inconstitucionalidad. Amparados en semejante aberración propugnaron, organizaron y realizaron el golpe de Estado del 11 de abril. Ya están prestos, bajo el mismo "amparo jurídico" que se han forjado a su medida, para el próximo golpe.

He ahí un triste retrato de la "intelectualidad" venezolana empeñada en la horrorosa faena de depravar la palabra. Que a otros nos sea permitido reparar parcialmente esa depravación.


[1] Fedecámaras, presidida hasta el día del golpe de Estado por P. Carmona Estanga, agrupa muchas grandes empresas, pero no muchas medianas y pequeñas. La CTV (Confederación de Trabajadores de Venezuela) reúne a un 12 % de los trabajadores sindicalizados (sólo la mitad de la población económicamente activa es asalariada, y de ella un 20 % está sindicalizada).

[2] Universidad Católica Andrés Bello, Caracas.

[3] Nos parece que muy pocas personas han estudiado y criticado con rigor los contenidos de ese plan. Especialmente el llamado "equilibrio social", una de las cinco partes en que se descompone el plan y en el que aparece el equivalente a un programa para la superación de la pobreza muy ligado al programa que aparece en el "equilibrio económico". Los que han leído el plan, se han conformado con el documento resumen llamado "lineamientos generales" y el cuadro sinóptico del plan (un gráfico que sólo es ilustrativo).

[4] En forma muy resumida se puede decir, al respecto, que si se toma como expresión esencial del drama de la pobreza el asunto de la injusta distribución de la riqueza, podemos constatar el drama mundial y nacional como un elemento estructural de la sociedad capitalista dominante desde fines del siglo XIX. Los datos más firmes muestran un escalofriante panorama. Según un excelente y reciente estudio de B. Milanovic (The Economic Journal, 112, enero 2002), quien analiza datos del mundo entre 1988 y 1993, se concluye lo siguiente: "El 1% de la población más rica del mundo recibió tanto como el 57 % de la población de menor ingreso o, en otras palabras, menos de 50 millones de personas con mayores ingresos recibió lo mismo que los 2.700 millones más pobres", "La proporción del ingreso promedio entre el 5 % de la población más rica del mundo y el 5 % de la población más pobre del mundo era de 78 a 1 en 1988; se incremento, en 1993, a la proporción 114 a 1"; "75 % de la población mundial recibe 25 % del ingreso mundial (ajustado en paridad del poder adquisitivo); y a la inversa: 25 % de la población recibe 75 % del ingreso". En nuestro caso nacional, de acuerdo con los datos de A. Baptista, en los últimos 25 años del siglo XX, mientras el 20 % de la población más pobre recibió tan sólo el 2,5 % de la riqueza, el 20 % más rico de la población se apropió el 65 % de la riqueza; en 1998, el 10 % de la población más rica de Venezuela se apropia el 45 % de la riqueza (es decir, queda para el 90 % de la población restante el 55 % de la riqueza). Por su carácter estructural, es imposible que estos datos hayan variado sustancialmente en los últimos tres años. Por lo demás, la consabida afirmación según la cual el crecimiento económico lleva aparejada una mejor distribución del ingreso está completamente desmentida con el caso de muchos países en la década de los noventa. Muy ilustrativo es el caso de USA en el que el sostenido crecimiento (de un PIB de menos de $ 10.000 en 1947 a un PIB de cerca de $ 20.000 a inicios de los noventa -un lapso de cerca de cincuenta años-) ha estado acompañado de una lenta pero creciente desmejora en la distribución de la riqueza (una desmejora más dramática ocurrió en Gran Bretaña en las dos últimas décadas; ligada, sin duda, a las políticas neoliberales que redujeron la fuerza del Estado de Bienestar).

[5] Cuando decimos, aquí y más adelante, irracionalidad, queremos decir lo siguiente: actuar irracionalmente, decimos con frecuencia, significa actuar sin razón, sin meditar ni sobre la acción que ejecutamos ni mucho menos sobre sus consecuencias. Pero esa manera de decir sobre la irracionalidad no llega al centro más profundo de esa conducta. Cuando actuamos irracionalmente sí estamos haciendo uso de la potencia de la razón, pero de la manera menos digna y auténtica de la condición humana y, por tanto, de la manera más despreciable. ¿Por qué decimos que cuando actuamos irracionalmente hacemos uso de la potencia de la razón? Cuando ejecutamos un acto irracional hacemos, inevitablemente, un cálculo; ordenamos, con antelación, un cierto conjunto de movimientos que ejecutaremos para cumplir el acto en cuestión. De esa manera procede, por poner el ejemplo más odioso, el asesino. El asesino calcula con mucho cuidado no sólo sus movimientos sino también los de la víctima. Quizás no resulte tan metafórico decir que en todo acto irracional el ser humano es un asesino. Cuando el ser humano actúa de semejante modo, irracionalmente, logra hacer lo que cualquier otro ser de su especie, la animal, es incapaz de hacer; sencillamente porque los demás animales no están dotados de razón. Es decir, sólo este animal que es el hombre está dotado de razón y cuando usa ese poderoso instrumento para causar un mal calculado con anterioridad, o sea, cuando actúa irracionalmente, se coloca por debajo de todos los seres de su especie. No habría que decir que el hombre, al actuar irracionalmente, se vuelve el más animal de los animales, sino que el hombre, actuando irracionalmente, degrada la condición animal misma.

[6] Presidente de la C.T.V. (brazo fundamental de la corrupción generalizada de los gobiernos anteriores).

[7] De la decepción a la esperanza. Elementos para el desarrollo social en Venezuela, Centro Gumilla - SIC, Abril 2002.

[8] ibidem.

[9] Cf. DÁVILA, Jorge;"La cuestión de la paz en el nuevo discurso globalizado sobre la pobreza". Revista UIS - Humanidades, Vol. 29, N° 2, 2000, p.149-160. También en: www.ing.ula.ve/~sisint/Davila.htm

[10] Superar la pobreza en Venezuela: el camino por recorrer, Edic. UCAB.

[11] Organización de defensa de los derechos humanos.

[12] De la decepción a la esperanza. Elementos para el desarrollo social en Venezuela, Centro Gumilla - SIC, Abril 2002.

[13] ibid. Llamar a Fedecámaras y la CTV "sectores productivos y organizados" parece más que una simple ingenuidad política.

[14] Puede leerse en www.bibliojuridica.org/libros/

[15] El Nacional, del 12 de abril, se dirige al derrocado Presidente en estos términos: Ya tiene usted su matanza (...) [realizada], sin dar la cara, desde las azoteas oficiales (...) pasará a la historia como el Presidente que resultó ser un vulgar matón de personas inocentes. El Universal, del 13 de abril, saludó al nuevo gobierno así: Hoy el país nacional amaneció con otra cara. La renovada esperanza y la fe en un futuro mejor es el mejor impulso para comenzar la reconstrucción... El Nacional, del 13 de abril, celebró la primera acción jurídica de la dictadura así: Ha hecho bien el nuevo presidente, Pedro Carmona Estanga, en prescindir, de un plumazo, de esos esperpentos institucionales [Fiscalía, Contraloría, Tribunal de Justicia, Consejo Nacional Electoral, Defensoría del Pueblo].

[16] Las movilizaciones contra el gobierno de Chávez, casi todas en la ciudad de Caracas, incluida la multitudinaria del 11 de abril -preámbulo del golpe de Estado-, reunieron básicamente población que habita en las urbanizaciones del este de la ciudad (esencialmente clase media alta).

[17] Art° 350. El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos.

[18] Art° 5. La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público.

[19] Art° 333. Esta Constitución no perderá vigencia si se dejare de observar por acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella. En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia.

[20] La precisa connotación jurídica de lo civil es suficiente: "perteneciente a las relaciones e intereses privados en orden al estado de las personas, régimen de la familia, condición de los bienes y los contratos".