Parte del Seminario: Democracia, Estado y Ciudadanía
Organizado por Sinergia, Goethe Institut Inter nationes y Asociación Cultural Humboldt - Caracas mayo 2003
Hablar de Sociedad Civil en Venezuela obliga a un claro discernimiento entre el concepto teórico comúnmente aceptado y la realidad social que hoy en día comprende este término en nuestro hablar diario. La amplia bibliografía existente en el continente se refiere a la sociedad civil en términos de organizaciones voluntarias, creadas a partir de iniciativas de grupos ó sectores con el afán de perseguir objetivos particulares y sociales de importancia para si mismo ó para terceros. Durante largo tiempo tal definición coincidía en gran parte con la de Organizaciones No Gubernamentales (ONG's) que se caracterizan por facilitar procesos de desarrollo social y promoción humana en los sectores menos favorecidos, por medio de la participación y la creación de organizaciones sociales. Estas ONG's nacieron en su mayoría, a partir de iniciativas de diversas iglesias, instituciones académicas, grupos políticos e iniciativas patronales, y en los últimos largos años por iniciativa de las comunidades populares y sectores muy variados y complementarios.
En la literatura norteamericana se habla más bien del Tercer Sector (al lado de los sectores Estado y Economía) subrayando su aspecto no lucrativo y voluntario, así como su gran importancia en la prestación de muy variados servicios. A pesar de algunas diferencias menores y discutibles, se habla hoy de Sociedad Civil en una comprensible mezcla de lo anteriormente indicado, lo que implica la permanente reflexión y estudio para definir y comprender mejor sus múltiples y complejas implicaciones.
A finales de la década de los ochenta, el término Sociedad Civil entró en pleno uso en la medida en que el gobierno de turno apelaba sobre la colaboración de las organizaciones existentes para promover una variada cesta de programas sociales. La crisis social de una pobreza creciente y la necesidad de replantear el manejo económico, obligaba a mancomunar todas las fuerzas disponibles para crear programas de emergencia para atender los estamentos más pobres de la población. Centenares de nuevas organizaciones de servicio social fueron activadas para participar en grandes programas, entre otros: los de atención a niños en situación de riesgo (multihogares), capacitación para el trabajo (jóvenes desempleados) y programas de microfinanciamiento a emprendedores. Desde aquel momento nace una nueva convicción de alianza social entre el sector gubernamental y no-gubernamental que configura un renovado perfil de cooperación.
Pero en Venezuela, el uso del término Sociedad Civil ha ido adquiriendo un contenido más amplio en la medida en que el proceso político de los últimos años provocó una nueva comprensión de los ciudadanos comunes sobre su responsabilidad social y su participación política. No se puede subestimar además el papel de la nueva Constitución que promueve la idea de participación como eje de la sociedad e introduce una variedad de referencias para promover tal idea en los campos político, social y económico. Además, en los primeros años del actual gobierno y frente al descrédito de los partidos políticos tradicionales, la atención de la población, especialmente la de los sectores medios, se centraba en la acción de determinadas organizaciones civiles sin afiliación partidista que jugaron un papel de gran referencia, tanto en la formación de una opinión crítica en distintos campos, como por ejemplo referente a la propuesta de la Ley de Educación (como reacción al decreto 1011) como en el cuestionamiento de las "megaelecciones" que fueron abortadas. A partir de esta nueva identificación de ONG's sociales y ciudadanos dispuestos a participar sin identificarse con color político alguno, nace un nuevo contenido y realidad del término Sociedad Civil que todavía hoy en día prevalece. Por medio de ello se expresa un gran deseo de participación auténtica, no manipulada por intereses partidistas y en función de objetivos que unen a muy variadas personas y sectores. Gran parte de las manifestaciones a partir del 19 de enero 2001 fueron convocadas e interpretadas como iniciativas de la sociedad civil. Donde normalmente se hablaría de ciudadanos, población ó colectividad, la idea unificadora que se pone de moda es el término Sociedad Civil sin más. Todo esto, obliga a las organizaciones sociales existentes a diferenciarse como "sociedad civil organizada" y por medio de este adjetivo introducir una parcial aclaración. Si en el contexto internacional la idea de sociedad civil se refiere al conjunto de organizaciones e iniciativas comunitarias e intermedias, en nuestro país se hace entender además como el conjunto de ciudadanos que sin mayor estructura se expresan en común, alrededor de algunos puntos centrales no siempre bien definidos.
Independiente de las normales confusiones que sin duda se van aclarando en el curso de los tiempos, estamos aquí delante de un cambio cualitativo de nuestra sociedad venezolana. Marcada por el paternalismo del Estado ( y de los partidos) que disminuía la responsabilidad personal y creaba grandes dependencias que castraban la iniciativa privada y pública, estamos delante de un progresivo cambio de paradigma que prefigura un nuevo perfil de ciudadano y de participación. Nace una profunda convicción de que el Estado no es propietario de la sociedad sino más bien lo contrario: la sociedad es "la propietaria" del Estado. Esta percepción cambia las reglas del juego y obliga a una nueva responsabilidad social y a un alto nivel de cooperación entre todos los sectores. Durante largos años "lo público" era de exclusiva competencia del Estado o por lo menos fue percibido como tal. Si en realidad ya muchas otras iniciativas no gubernamentales se vislumbraban con éxito (en el campo educativo, desarrollo social, atención al niño y de Derechos Humanos) la opinión pública y los organismos oficiales las manejaban como secundarias y marginales, sin mayor trascendencia. A pesar de la actual tendencia oficialista de centralizar todo bajo su control y acción, observamos con agradable sorpresa la acción conciente y creciente de percibir lo público como espacio de corresponsabilidad entre todos los sectores. Es aquí donde ubicamos el valor y la identidad de la sociedad civil en su sentido amplio. Sociedad Civil no es solamente la expresión de la defensa de los intereses particulares - igualmente válidos -, sino además la construcción colectiva de lo público, de los intereses comunes de todos y para todos. Este sentimiento de una nueva colectividad integrada por ciudadanos interesados y con deseos de participar en la marcha del país nos obligará , a la ya nombrada sociedad civil organizada, a replantear nuevos horizontes, retos y dinámicas que en parte se tratará en este foro especialmente convocado para tal fin.
En el futuro próximo será importante que las organizaciones que forman parte de la sociedad civil organizada, redefinan su espacio y misión. Las circunstancias políticas del país llevaron a asumir roles y tareas que no son necesariamente los propios en condiciones normales. Si la dinámica partidista en un país democrático como el nuestro se desarrolló en el esquema de "gobierno versus oposición", las organizaciones sociales no deben corresponder a eso. Desde Sinergia con frecuencia se ha subrayado que las organizaciones sociales por naturaleza propia no son "ni gobierno ni oposición", sino autónomas y fijan posiciones a partir de su compromiso y acción. Así que es evidente que en determinado momento una organización social puede coincidir o no en una determinada política del gobierno, sin por eso entrar en el juego político de gobierno contra oposición o viceversa. Si es cierto que la defensa de la democracia, su pluralidad y la defensa de los Derechos Humanos son condiciones básicas que tenemos en común entre todos y no permiten titubeo, su aplicación concreta, traducida a la realidad, dependerá de la posición y experiencia de cada institución y forma parte de la autonomía de cada uno. No hay nada extraño de que haya dos organizaciones trabajando en campos cercanos y que toman posiciones diferentes por motivo de su enfoque y su especificidad. Dentro de Sinergia tenemos, felizmente, tales realidades que reflejan la pluralidad y el respeto mutuo de una sociedad civil madura.
Por este motivo se debe solicitar a una cantidad de grupos que se han formado en medio de la dinámica política de los últimos años que definan con claridad su naturaleza y su participación como sociedad civil organizada. No pocos de ellos se definen como sociedad civil pero tienen hoy en día una clara identificación política, casi partidista y forman parte.- con todo derecho - de la dinámica gobierno vs. oposición. Probablemente se convertirán en grupo o partido político o se unirán a otros para lograr los objetivos propuestos. Sin entrar en discusiones semánticas, estos grupos u organizaciones forman parte de la sociedad política pero no de la sociedad civil anteriormente invocada. Si nadie puede dudar de su gran importancia, sería motivo de confusión no aclarar las diferencias para asegurar el buen desarrollo de cada uno de los sectores.
El futuro no se espera, se construye. La sociedad civil que deseamos será en parte importante el resultado de enfoques y acciones que hoy en día promovemos, lo más cercano posible al desarrollo complejo de nuestra sociedad.
Vale la pena mantener una visión amplia de la realidad de la sociedad civil y no limitarla a esquemas que solamente corresponden a nuestra forma de ser y hacer. Así es necesario reconocer que la sociedad civil no se limita a las organizaciones tradicionales que existen y tienen reconocimiento público. Desde hace largos años se ha ido desarrollando en las comunidades de los sectores populares una gran variedad de grupos e iniciativas que igualmente deben ser reconocidos como sociedad civil. Muchos de ellos son el resultado del trabajo emprendido por las organizaciones formales o consecuencias de iniciativas oficiales. Pero paulatinamente se basan en su propia fuerza y adquieren autonomías progresivas que debemos reconocer y valorizar. Hasta en los últimos años vemos florecer iniciativas directamente dependientes de partidos gubernamentales y del mismo Estado. A pesar de que su dependencia es contraria a la necesaria autonomía de las organizaciones de la sociedad civil, vale la pena mantener contactos e intercambios para asegurar su progresiva autonomía.
En una sociedad donde más de la mitad de la fuerza de trabajo se ubica en el campo informal, es lógico constatar que existe igualmente una sociedad civil que actúa con otras normas y dinámicas pero igualmente expresa la iniciativa de participación desde la bases y según las circunstancias. Un ejemplo por excelencia se pude constatar en ocasión del deslave de diciembre del 99, cuando miles de voluntarios, grupos y sectores con una enorme capacidad de organización e improvisación, lograron una acción de emergencia de gran envergadura que durante quince días apoyó a miles de damnificados. Pero igualmente existen centenares de otras iniciativas culturales, deportivas y religiosas que reflejan un tejido social informal que sin duda es la traducción de la sociedad civil en circunstancias muy específicas.
El espacio conquistado por las organizaciones de la sociedad civil debe ser reconocido y adquirir presencia en el quehacer público del país. Siendo así que Sinergia propone ampliar los tradicionales acuerdos tripartitos (Estados, patronato y sindicato) en cuatripartitos incorporando activamente las organizaciones de la sociedad civil que tienen ingerencia en el campo específico. No se puede hablar de desarrollo económico sin tomar en cuenta las exitosas experiencias en el trabajo de promoción de emprendedores y la facilitación del microfinanciamiento. Ni tampoco en lo referente a la promoción de la vivienda popular ó el desarrollo de programas para jóvenes y niños con determinadas problemáticas. En todos los niveles de la sociedad se deben reconocer las experiencias acumuladas y tener el convencimiento de que solamente con el apoyo de todos los involucrados se puede salir adelante en la construcción de una sociedad de equidad.