Parte del Seminario: Democracia, Estado y Ciudadanía
Organizado por Sinergia, Goethe Institut Inter nationes y Asociación Cultural Humboldt - Caracas mayo 2003
Es necesario repensar el asunto del Estado; ¿en qué vamos a medir la fuerza del Estado?, ¿hasta qué punto un Estado incompetente es un Estado fuerte?, ¿esta fuerza está en que aparezca mucho o en que haga las cosas que debe hacer?. Hace falta introducir otra variable en esta idea de que en Estados grandes las asociaciones tienden a ser pequeñas, y que en Estados pequeños las asociaciones florecen. Qué pasa si el Estado, pequeño o grande, responde bien y rápido a las demandas que se le hacen, o por el contrario obstaculiza todo. Según mi criterio, en Venezuela existe un Estado poco fuerte y poderoso, porque una vez empeñado en obstaculizar un proyecto, hace lo indecible para hacerlo. Por ejemplo, hace lentos los pactos con las agencias multilaterales para que no entre un solo bolívar, de tal manera que las organizaciones vayan muriendo en el camino, mientras que el Estado financia "tras corrales" lo que verdaderamente le interesa. Ha terminado siendo un Estado muy ideologizado.
También debe tenerse en cuenta que cuando hablamos de sociedad estamos distinguiendo varios tipos de interacciones. Una de ellas es la interacción de las asociaciones con el Estado, pero también hay que analizar lo que sucede en la interacción de las asociaciones con la ciudadanía y entre ellas mismas. De igual manera, es importante hacer un esfuerzo para analizar este mundo asociacional antes de la salida de Chávez y después de Chávez. No sabemos lo que habrá en el futuro y pedirle a las asociaciones en este momento que tengan un comportamiento como si estuvieramos en Suiza, Alemania o Francia, carece de sentido. Será muy distinto, cuando se resuelva este conflicto, pensar en cómo se comportará la sociedad civil, qué quieren hacer y cómo deberíamos nutrirlas.
Existe además un problema anterior, al que hemos llamado en otras circunstancias, la ausencia de instrumentalidad de los venezolanos. La sociedad civil no sabe qué hacer y cómo hacerlo. Se buscan expertos para dictar charlas en cada tema y nunca se ve lo concreto. En otras sociedades hay una experiencia generalizada sobre cómo responder, es decir, se conocen los procedimientos. Aquí por el contrario, se oyen constantes lemas o convocatorias, como por ejemplo, "no hay que abandonar la calle", pero cuál calle, dónde está, a qué hora. Ahí tenemos un grave defecto, por lo tanto, habría que ir detectando dónde están los problemas, no es en el deseo, no es en la voluntad, no es en la angustia de participar, sino en cómo, dónde, sobre qué y a qué hora llevaremos a la práctica los deseos.
Por otro lado, es importante confiar en que en el camino se hacen las cosas. No tiene sentido paralizar a la gente porque todavía no sabemos lo que vamos a hacer. Si bien hay cansancio por la reiterada exposición de propósitos, sin encontrar cauce para el logro, es también importante no esperar a que esos cómo aparezcan. La nación se hace, haciéndose. No existe un punto de arranque que alguien establecerá en algún momento, se arranca y luego en el camino ya aparecerán los medios.